Capitulo II

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- ¿Te gustaría jugar ajedrez Hannah?- le preguntó cuando entró a la habitación. Acababa de regresar de su corrida, cosa que adoraba hacer siempre que el clima se lo permitía y luego regresaba a casa para hacerle compañía a Hannah cuando sus padres salían a trabajar. Al salir del colegio sus padres la animaron para que ingresara a la universidad pero ese no era su deseo, ella quería cuidar de Hannah, nada la hacia más feliz, por ese motivo no insistieron sabiendo que el lazo que las unía era demasiado fuerte y especial.

-No Aly, estoy cansada- su voz era más baja que nunca y eso la preocupaba. Durante la última semana Hannah había estado usando su mascarilla de oxígeno pues su corazón más débil que nunca trabajaba el doble incluso para respirar.

- Bueno entonces deja que te cambie el esmalte de las uñas entonces.- cogió la caja donde guardaba un arco iris de colores en esmaltes y sacó uno verde. - ¿Que te parece este verde Hanny?- al ver la pequeña mueca de su hermana seguida de la más pequeña de las sonrisas decidió cambiar el color.
- Tienes razón como siempre, ese verde es para el día de St. Patricks. Ahora este es el color que necesitamos. ¡Turquesa! Como tus hermosos ojos Hannah.- se dedicó a pintar las uñas de su hermana, eso era algo que hacían juntas desde niñas, adoraban ver sus uñas con colores animados.
Alicia también lo hacia con su cabello, aunque la primera vez sus padres se sorprendieron al verla con mechas azules en su cabello rubio, lo aceptaron luego con una sonrisa cuando Hannah les dijo: "A mi me parece que Aly se ve alucinante, como una estrella de rock."
Hannah había nacido con una malformación congénita en su corazón y a la corta edad de un año comenzó a someterse a una serie de operaciones con los mejores cirujanos cardiovasculares del país, estas habían finalizado a la edad de diez años cuando no había nada más por hacer que cuidar su débil corazón.
Por esos motivos Hannah no había frecuentado la escuela como Alicia, tenía un tutor que le daba aulas privadas pero ella esperaba ansiosamente el regreso de Alicia pues vivía todas y cada una de las aventuras de su hermana.
Una vez Alicia le dijo con tristeza que lo que más deseaba en el mundo es que pudieran ir juntas a la escuela para que Hannah fuera feliz como los demás niños, y Hannah le contestó con una sonrisa: "Soy feliz Alicia, porque tengo algo que los demás niños no tienen. Te tengo a ti, la mejor hermana del mundo."

Alicia observó como su hermana dormía serenamente pero aquel sentimiento de intranquilidad no se le quitaba, llevaba una semana sintiéndolo, sobre todo al ver a su frágil hermana acurrucada en su cama de hospital. La cubrió con una manta y luego antes de marcharse revisó si todo el equipo y los monitores estaban funcionando correctamente.

Estaba soñando que hacia skydiving y volaba por los cielos cuando el sonido de una alarma rompió sus ensoñaciones de skyflyer, al principio pensó que era su despertador pero al apagarlo, el contínuo beep-beep-beep siguió llenando el silencio de su habitación. Se sentó entre dormida y despierta cuando un escalofrío le recorrió la columna al reconocer cual era la alarma que sonaba.
En segundos estaba completamente despierta y corriendo hasta la salida de su dormitorio, en el pasillo se encontró con sus padres quienes también corrían de manera asustada y descoordinada hasta el cuarto de su hermana.
La primera en entrar a la habitación de Hannah fue su madre y al escuchar su grito desconsolado sintió miedo. Redujo su paso y entró por último a la habitación, su padre revisaba los monitores y al mismo tiempo llamaba al 911 para que enviarán una ambulancia en busca de Hannah. Su madre lloraba y acariciaba descontroladamente el cabello rubio y opaco de Hannah.
Pero Alicia sólo tenía ojos para el pequeño cuerpo que yacía inconsciente en la cama. Hannah tenía la piel cenicienta y los labios azulados, sus ojos hundidos con pómulos que parecían afilados y demacraban sus hermosas facciones.
Soltó el aire que no sabía que retenía y respiró profundamente agarrándose el pecho, porque el dolor que sentía era incomparable al procesar lo que pasaba. Ese era el día que tan febrilmente pedía que jamás llegara, el día en que el corazón de Hannah dejaría de palpitar.

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