11 | El recorrido de una amante (1/2)

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Me vi en el espejo y dudé de si usar ese vestido o no. Le di un vistazo a mi habitación y estaban todas mis maletas listas, devolví mis ojos hasta el espejo y coloqué una mueca de disgusto. El vestido era hasta mis rodillas, totalmente negro, no creo que deba usar un vestido negro para una... maldición, para una boda.

Es muy obvio que aquel beso, aquella última vez no ha salido de mi cabeza. Jennie Kim, hoy se casa y yo simplemente estoy viéndome al espejo echándole un ojo al vestido que usaré, porque sí, asistiré, y sé que ella me estará esperando.

Mis cosas están recogidas, listas las maletas que esperan un largo viaje a USA, donde intentaré tener mi vida de vuelta. Es extraño, que después de tanto tiempo quiera regresar al lugar que abrió mi corazón por primera vez. Mi padre será el único motivo para estar allí, sé que ahora, su alma descansa allí, y quiero descansar yo también. Y sanar.

He dejado el empleo, y e incluso intentado convencer a mi madre de que vaya conmigo, pero no cede, me frustro, pero la entiendo.

Aquí voy nuevamente, este vestido es extraño. Me hace ver muy delgada, creo que los gustos de Jisoo no son iguales a los míos. Cabe aclarar que he estado hablando con las amigas de Jennie por varios días, a nadie le he comentado que justo hoy me marcho, al igual que Jennie se marcha de mi vida, pero intento no darle tanta vuelta al asunto sabiendo que terminaré arrancándome el cabello.

Respiro hondo. Ruedo mis ojos y me echo hacia atrás para caer sobre mi cama y volver a pensar en lo mismo de siempre. No, Lisa, no, no, no. Recordé el poema en ese instante y me levanté de la cama y estiro el vestido con mis manos.

Ese poema, de nuevo, todo se repite, solo que ahora todo es al revés. No sé como de verdad la vida me ataca en todos los aspectos, me siento herida, pero de pie.

Mi madre se asoma por la puerta y me habla en palabras dulces. Yo solo estiro una media sonrisa que ni ella misma puede creer. No hay que ser muy inteligente para notar que mi ánimo es escaso, y que la ansiedad me hace echarle un vistazo al móvil a cada segundo, viendo la hora, notando que cada vez más se acerca lo que más temo.

— No tienes que ir si no quieres, corazón -expresa mi madre. Eso claramente es lo que no diría Alexander.

Necesito de su motivación ahora.

Caminé hasta el espejo de nuevo, y el reflejo de mi madre quedaba por detrás de mí. Me veía a mí misma, tratando de convencerme por completo de lo que estoy usando, y luego de eso es cuando decido responderle:

— Lo haré de todos modos.

— Es muy cruel para ti.

Volteo sobre mis talones, y sin querer frunzo el entrecejo.

— Lo es —pienso en mis palabras. — Yo solo necesito suficientes razones para de verdad querer irme.

Mi madre toma una expresión desperanzadora.

— Sabía que Alexander no era el único motivo.

Lo había dicho. ¿De verdad lo había dicho? Me siento horrible, dios. Mi madre no dice nada más, y yo tampoco. Todo queda en silencio y aprovecho ese entonces para buscar en mi armario lo que posiblemente me devuelva el aliento.

El inicio de todo.

Y lo encontré. El libro que escribí, el libro de ella. Tengo el ejemplar que me regaló Ellie el día de mi cumpleaños. Justo en ese libro está el bolígrafo que me dio mi padre. Se me escapa un sollozo.

— Lo había olvidado —dice mamá.

— Yo simplemente... no puedo.

Quedo viéndolos, por un largo tiempo. Viendo y recordando todo lo que ha pasado en estos últimos cuatro años. Ha sido mucho, no creí que el amor tan fuerte existiera de verdad. No creí nunca amar tanto a alguien, tal y como la he amado a ella. Es distinto, muy distinto. Todo es distinto ahora. Quiero cambiar todo, quiero tener el control del tiempo y cambiar lo que hice antes. ¿Qué mierda hice? ¿Qué tenía en mi cabeza y por qué ahora estoy sintiéndome de esta manera cuando es el momento donde necesito más agallas?

Dear Lover 2: El Reencuentro Donde viven las historias. Descúbrelo ahora