𝕮𝖆𝖕í𝖙𝖚𝖑𝖔 1∙

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Suspiró profundo al tiempo que con suma delicadeza pasaba las hebras de su pincel lleno de pintura marrón sobre el lienzo, trazando húmedas líneas verticales, con el sonido de las flechas aterrizando con fuerza sobre las dianas de fondo.

Dibujó de nuevo, retocando el tronco de un árbol que reconocía como un roble, delineando su áspera corteza con extremo cuidado, limpiando de forma rápida la punta de su pincel para luego untarlo de nuevo con un opaco naranja, mezcla entre el negro y el propio color más brillante.

Una vez el ultimo tronco estuvo pintado hasta su máximo esplendor, procedió a retocar el pasto seco, perteneciente de la estación de otoño que estaba recreando.

Había visto aquella imagen mientras caminaba por el pasillo que llevaba a la biblioteca al tiempo que salía de ésta horas atrás, cómo un resplandor momentáneo dejándolo vislumbrado por tal escena tan real para él, que si incluso hubiese intentado estirar su brazo para tocar aquellos troncos podría haber jurado que los sentiría bajo su palma a pesar del leve fuego que danzaba por el pasto sin llegar a quemarlo, aunque tras su pestañeo sorpresivo la imagen hubiese desaparecido igual de rápido a como llegó, dejando de forma extraña el olor de manzanas dulces bajo su nariz.

Incluso tiempo después aun podía sentir el dulce aroma a su alrededor.

Delineó con un rojo brillante las curvas llamativas del fuego esparcido en el suelo, los cuales rodeaban al sujeto en su centro. En su visión, él no había visto nada más que un inmenso bosque naranja y la flameante hilera de fuego en el seco suelo, pero extrañamente había tenido el impulso de dibujar a un hombre en el medio de aquel paisaje llameante, con el fuego rodeándole cómo si le amasen o que él los estuviese invocando pues de las manos del sujeto surgía el fuego.

Pestañeó varias veces luego de terminar el retoque en los zapatos del hombre, dejando el pincel sobre la mesa que estaba usando para sus materiales al tiempo que se alejaba, suspirando profundo al observar su obra ya finalizada, con el sentimiento de satisfacción surgiendo con fuerza dentro de él por haber logrado recrear su pintura como la había visualizado horas atrás.

En el medio de un bosque naranja, con algunas hojas del mismo tono cayendo de los árboles, la figura de un hombre vestido con un pantalón suelto y una camisa beige con tiras de cuero en su cuello junto a un chaleco de piel marrón se giraba sobre los talones de sus botas para enfrentarle, su vestimenta estaba toda envuelta en tonalidades tierras, resaltando su cabello tan rojo como el mismo fuego que soltaba de sus manos abiertas a sus lados, un cabello tan largo que llegaba un poco más arriba de su cintura atado con una coleta más abajo de su nuca estaba rodeándolo, en compás con el movimiento de su giro.

Los ojos de un extraño purpura lo miraban con cierta ferocidad, transmitían un sentimiento algo aterrador de lo reales que eran, cómo si se estuviese preparando para atacar a algún enemigo, cómo si él fuese aquel enemigo. Al tiempo que la energía que rodeaba al apuesto hombre le daba una sensación de salvajismo y misterio, más que todo por el ojo de metal en su ojo izquierdo junto a las marcas de las cicatrices en su rostro que realzaban más su atractivo.

La pintura era impactante, la forma del movimiento tan fluido de la figura del hombre en conjunto con las hojas que caían de los árboles y el imperceptible movimiento del viento era exquisito, tan real como si lo estuviese viendo en directo.

Una Corte de Sombras y Luz [KookV/ACOTAR ADAP] ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora