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Hoy me llamó Rosario. Me llamó para decirme que había estado en el boliche con Gastón y los chicos y lo dejó del tamaño de una hormiga. Le dije a Rosario que no soy una nena. Pero, en el fondo, me gustó que me defendiera. Hoy estoy triste. Las chicas se han ido a bailar. Me llamaron. No tenía ganas de ir. Me veo horrible. Encendí la radio y el ordenador. Hacía varios días que no revisaba el correo. Descubrí dos mails nuevos, uno de Rosario, y el otro, de Simón. Abrí el de Rosario, me decía que le había pasado mi dirección a Simón. Abrí el de Simón, me preguntaba como estaba. Junté coraje y le contesté: Simón, antes que nada, gracias. No es agradable rodar por la escalera y que se rían de tí. Después me das la nota, no entendía nada, por eso te insulté.
Lo mandé. Y ahora me arrepiento.
Es sábado por la noche, todos se divierten, menos yo.

Rafaela de Mariana FuriasseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora