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Anoche me acosté y estuve como media hora dando vueltas para un lado y para el otro. Y cuando estaba a punto de dormirme, llevo Aitana.
-Rafi, ¿dónde estás?-
-Vine porque te vi triste y prefería estar contigo que ir a bailar. Compré helado por el camino.
Le conté que me había escrito Simón. Corrió a leer el mail mientras me decía que tenía razón ella, que el chico tenía la mejor onda.
Le encanto el mail. Leyó el que le había mandado y le pareció bárbaro que me hubiese animado. Confieso que me quedé más tranquila.
La verdad es que estuvo muy bueno porque nunca tenemos charlas así. Y porque me encantó que viniera más temprano para estar conmigo.

Rafaela de Mariana FuriasseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora