Prólogo

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Advertencia. Este fic será Yaoi así que si no te gusta ese género por favor no leas esto. Advertido/a estás.

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Caminaba en lo que para el era un desierto desolado y el horizonte pareciera ser infinito, el cielo era negro con varias nubes que presagian una tormenta eléctrica siguió caminando sin rumbo por alguna razón no le importaba nada más que seguir avanzando.

Un rayo cayó. Otro más por el este. Uno más.

¿Buscaba algo?, ¿A alguien?, no sabía. Miro hacia directamente hacia arriba y un as de luz cayó encima de el furiosamente.

Despertó bruscamente, haciendo que se sentará en su cama, estaba jadeando.

De nuevo ese sueño pensó. Miro la hora en su mesa de noche el reloj marcaba que pasaban de las 4 a.m. hace un par de horas que se acostó para descansar, vagamente recordó que su familia y su novia habían ido en su departamento a festejar su cumpleaños número 19.

Paso sus manos por su cara para relajarse un poco del estrés de ese sueño, a lo largo de un año lo había tenido por lo menos 2 veces a la semana desde que ya no volvió a ver a aquella persona...

Después de todo su relación terminó de una mala forma suponía el... O al menos eso quería creer.

Recordó aquella silueta que durante un mes pudo ver por las noches. Aquel chico de cabellera azabache, de ojos marrones lo recordaba perfectamente, su mirada amigable, inocente y pura, aquellas peculiares marcas en las mejillas, su característica forma de expresarse, siempre dispuesto a ayudar y un noble corazón. Sonrío ante su recuerdo.

Su cabeza se llenó de imágenes de aquellas vacaciones en aquella región formada por islas.

-Alola.- susurró en la oscuridad de su habitación. - Creo que al menos debí buscarlo y disculparme.- Se levanto de la cama en dirección a la puerta, estaba sediento, camino hasta la cocina y vio los restos de la comida y el pastel en su mesa, ya mañana tendría tiempo de limpiar. Agarro el primer vaso que vio con la poca iluminación que se filtraba por las ventanas y lo lleno con aquel vital líquido. Miro a hacia una de las mesas de sala y pudo ver su móvil, su smart-rotom en una mesa de la sala con la pantalla encendida, no se había percatado que lo había dejado allí.

Se acercó y lo cogió con ambas manos, entrecerró los ojos para acostumbrarse a la luz que irradiaba de la pantalla.

De nuevo camino a su habitación para volver a conciliar el sueño, se acostó en su cama de nuevo, cerro los ojos. De nuevo. Imágenes de aquellas vacaciones inundaban su mente, con aquello en la cabeza, se dispuso a relajarse y esperar a que venga el sueño, después de todo, esos días son inolvidables. Lo sucedió luego un punto y aparte.

Despertó a las 9 de la mañana gracias a que había una alarma en su móvil. Bostezando se estiró a lo largo y ancho de la cama, se levantó de esta directamente a desayunar. Las sobras de la comida de ayer fue lo primero que vio y eso comió, es mala educación desperdiciar la comida, agarro un plato y un vaso para llenarlo con un poco de jugo mientras checaba su celular en busca de nuevos conocimientos alrededor del planeta, en noticias, videos.

Una vez terminó su desayuno limpio lo ensuciado, fue al baño para lavarse la cara, cepillarse los dientes, lo típico que haría uno en las mañanas. Se cambió de ropa, un playera negra con una raya vertical de color rojo y encima un suéter de color gris, unos pantalones del mismo color y zapatos deportivos de color azul oscuro. - Quizás deba dejar un poco los colores oscuros- comento mirándose en un espejo que tenía en su habitación. Con paso tranquilo dejo su departamento, cogiendo en el proceso su inseparable móvil, y una pequeña mochila. Hoy era su primer día trabajando en el laboratorio de su suegro.

Un conejo en la lunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora