Parte Diez: Cuídame.

262 57 11
                                    

Sicheng secaba su cabello con una toalla mientras esperaba a que Yuta saliera de bañarse. Estaba sentado a los pies de la ventana, sentado en el espacio de madera que había allí para poder apreciar la vista al patio trasero.

La puerta se abrió y el olor a jabón inundó todo el cuarto, el mayor ya estaba vestido con la piyama y el rostro lavado. Se sentó en una esquina de la cama, un poco cerca de Sicheng que seguía viendo por la ventana.

-No me gusta cuando el día se va -dijo Sicheng sin mirarlo, observando la oscuridad que había afuera-. Ojalá el sol se quedara todo el tiempo.

Yuta respiró tranquilo escuchando las palabras de su novio. Se levantó de la cama y se sentó al frente de él en el cojín del cuenco de la ventana, el chino lo miró y le dedicó una diminuta sonrisa.

-¿Por qué? -preguntó el japonés sin dejar de verlo.
-Las noches son solitarias -susurró- y aburridas.

Solitario. Aquella palabra era una que podía describir bien a Sicheng y aunque realmente no podía decir que tuviera miedo de estar solo, sí que estaba fastidiado de lo aburrida que la vida se volvía cuando se está sin nadie más. La soledad no era un miedo latente en Sicheng, ya que lo tomaba como algo natural, antes de Yoonoh no conocía la compañía y creía que estar siempre solo era una parte inevitable de la vida.

Y quizá lo era.

-He pasado la mayor parte de mi vida sintiéndome solo -dijo, pero realmente no estaba triste.
-Pero ahora ya no lo estás -aseguró Yuta-. Tienes a Jaehyun. A los chicos. Y a mí.

El japonés llevó sus pies hasta la suave superficie y abrazó sus piernas, recargando su barbilla en una de ellas para observar lo que había del otro lado del cristal. El patio estaba iluminado por la tenue luz de la puerta y la lejana luz de la luna que apenas y se encontraba entre el tumulto de nubes.

Yuta suspiró, pensando en las palabras que su novio decía.

-Tengo un hermano -dijo Sicheng y el mayor volvió a mirarlo con sorpresa.

Yuta sonrió, él siempre tuvo el deseo de tener uno, no importando si fuera mayor o menor, sólo quería conocer la sensación de poder decir que tenía uno. O una.

-Cuando era pequeño cada navidad pedía de regalo un hermano -dijo Yuta riendo despacio-, muchos años después entendí que mis padres ya no podían volver a embarazarse -se encogió de hombros.
-Tener un hermano no es algo que disfrute -dijo el chino, abrazándose a sí mismo.

Suspiró y rió al darse cuenta que el ambiente se había vuelto melancólico sin querer, pero Sicheng sentía la necesidad de hablar con Yuta de aquello aunque no fuera del todo honesto.

-¿Por qué estás aquí, Sicheng?, ¿qué te hizo salir de casa? -preguntó el mayor.

El chino lo miró a los ojos, sin sonreír ni buscando expresarle nada. Solo respiró y se vio dispuesto a contarle su parte de la historia a su novio, comenzando en que jamás fue el hijo favorito, sino más bien la decepción que le dio a su padre al revelarle que él solo quería dedicarse a bailar. Yuta se sorprendió ante la triste historia, llena de vacío y melancolía. Aunque Sicheng no mostraba síntomas de un pasado tan difícil, el japonés sí pudo darse cuenta de ciertos comportamientos que aludían a todo lo que había vivido en China.

Evitando ciertos temas y ciertos detalles, logró desnudar un poco su alma ante Yuta, sintiéndose un poco menos frágil y expuesto, sabía que aquel chico era la persona correcta para escucharlo y comprenderlo. Y lo amaba demasiado por ello.

-Prometo quedarme siempre -dijo Yuta sosteniendo la mejilla del menor, limpiando una última lágrima que resbaló.

Sicheng sorbió la nariz y sonrió, se acercó a su novio y se colgó de su cuello, abrazándolo y repitiendo lo mucho que lo amaba y lo afortunado que se sentía por tenerlo con él.

-Lamento que la noche haya terminado así -susurró el menor en el cuello de Yuta.
-No importa, de alguna manera me alegro que haya sido así, gracias por tenerme la confianza -respondió el japonés sonriendo.

Sicheng se acercó para besarlo, diciéndole con sus labios lo mucho que lo quería y apreciaba.

-¿Por qué no vemos una película? Te mostraré unas que te encantarán -dijo el japonés sonriendo, el otro asintió y siguió a su novio fuera del cuarto.

Al final cayeron dormidos en el amplio sofá frente a la televisión de plasma, tan cerca que podían sentir el calor del otro, abrazándose y cuidándose hasta en sueños.

💚

El fin de semana había terminado, el lunes comenzaba y las clases se reanudaban; los pasillos se volvían a llenar y la universidad entera volvía a la vida después de un merecido descanso.

Sicheng caminaba por el patio en busca de un cómodo lugar para pasar el rato, Jaehyun seguía con sus padres y su novio estaba en clase.

Revisaba lo que su teléfono tenía para entretenerlo. La mesa en la que descansaba era grande para él solo, los demás pasaban a su lado en grupos o dúos, pero Sicheng no se sentía incómodo de pasar un rato con él mismo.

La música a través de sus audífonos se detuvo y acto seguido una llamada entrante lo hizo reaccionar, no era ningún número agendado o que conociera de memoria. Tras dudarlo un poco aceptó la llamada y llevó su teléfono a la oreja.

-¿Hola? -respondió.
-¡Sicheng! ¿Eres tú? -escuchó a través de la bocina de su móvil. De repente el aire se sintió gélido y le hizo sentir escalofríos.

Al escuchar aquella voz el corazón le dio un vuelco, comenzó a entrar en pánico y a ponerse nervioso. Ni siquiera tuvo que preguntar para saber quién estaba detrás de aquella llamada.

-Quiero verte -dijo aquella voz, la cual no había extrañado escuchar- y estás de suerte porque estoy en Corea, más en específico en el estacionamiento de tu universidad.

Colgó la llamada sin decir nada.

Tenía que ser un puta broma de mal gusto.

Yellow Is The Color Of His Eyes. ((yuwin))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora