Parte Ocho: El pasado que me acompaña.

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Sicheng tenía catorce años cuando decidió que no quería seguir viviendo en China, o en cualquier lugar donde tuviera cerca a su hermano. Tampoco quería dedicarse a las empresas de su padre, no estaba dispuesto a desperdiciar su vida dentro de una oficina, con horarios excesivos y cargas de trabajo inmensas. No quería crecer y al final terminar siendo como su padre.

Él quería sentirse libre, estaba harto de ser un prisionero en su casa, en su propia vida, quería moverse a todas partes sin antes tener que avisarle a su padre y recibir un terrible no como respuesta. Odiaba los días de sol brillante donde tenía que quedarse dentro de casa, estudiando e intentando ser tan bueno como su hermano gemelo. Odiaba todo lo que enfrascaba a su familia.

Sicheng quería bailar. Nunca lo había intentado, pero dentro de sí sentía que aquel arte era su pasión, pasaba horas enteras hojeando libros de danza, viendo vídeos de puestas en escena en la computadora de uno de los estudios de la casa, a escondidas de aquellos ojos que siempre le juzgaban y reprendían sus más grandes sueños. No estaba seguro cómo podría lograr ser un danzante de verdad, pero sí sabía que el primer paso para ser feliz era salir de aquella casa.

-Quiero ser libre, Jae, quiero bailar -decía Sicheng mientras daba vueltas torpes por el patio.
-Puedes ser libre de muchas maneras, Sicheng, incluso puedes darle el significado que tú quieras -contestó el que consideraba su mejor amigo.
-¡Para mí eso es ser libre; bailar! -dijo con una inmensa sonrisa-. Sé que puedo porque mis pulmones ahora son perfectos.
-Uh... No sé si la palabra "perfecto" sea la adecuada -dijo enfatizando aquella palabra-, debes cuidarte como el doctor te lo haya indicado, no sería justo que cuando empiezas a mejorar todo se eche a la basura, ¿no crees?

Sicheng se detuvo y observó el agua de la piscina. Yoonoh tenía razón, debía cuidarse si quería irse lejos de su padre, debía demostrar que era lo suficientemente fuerte para valerse por sí mismo. Suspiró y volvió a sonreír, intentaba imitar los pasos del último vídeo que había visto, claro que no los lograba a la perfección, pero con práctica y dedicación podía llegar a ser bueno.

Yoonoh observaba a su mejor amigo ir de un lado a otro bailando, le resultaba increíble que de verdad Sicheng pensara que tenía un lugar en el mundo del baile. No necesitaba ser un adulto para darse cuenta que dentro de aquel ambiente en el que vivía le sería imposible, Sicheng no podría llegar a ser quien quisiera bajo la supervisión de su padre. Quería ayudarlo, pero realmente no sabía cómo. Su madre le pidió que no se metiera demás, que no molestara al padre de Sicheng y que su relación empezara y terminara en el niño.

La puerta de cristal que daba acceso al patio se deslizó, dándole acceso al gemelo de Sicheng. Yoonoh lo observó en silencio, aquel chico no le caía para nada bien. Su mirada era dura y fría, jamás lo había visto sonreír y jamás quería pasar el tiempo con ellos dos.

Chang apretó los puños y se acercó a su hermano, el cual aún no se percataba de su presencia.

-¡Sicheng! -le gritó, haciendo que el mencionado lo mirara-. La comida está a punto de servirse. Debes volver a lavarte y hacer que tu amigo se vaya.

La voz de aquel chiquillo imponía, Jaehyun se levantó de la silla de tela y alisó su blusa estilo polo, era hora de regresar a casa, no sería capaz de desobedecer a alguien en aquella casa de locos.

Chang giró sobre sus talones y volvió a interior de la casa, cerrando la puerta tras de sí. Los dos amigos se miraron e hicieron una mueca, ambos compartían los mismos pensamientos sobre el hijo favorito del señor Dong. Se echaron a reír y Sicheng imitó el andar de su hermano, hacía muecas graciosas y eso logró que el ambiente volviera a ser cómodo.

Yellow Is The Color Of His Eyes. ((yuwin))Donde viven las historias. Descúbrelo ahora