Idiota II: La apuesta.

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-Venga, el último, lo prometo.- dije mientras apoyaba el codo en la barra y la mano en mi cabeza.

-No, ni el último ni el penúltimo, que te conozco. -dijo mi amigo y compañero de borracheras.

-Venga Polo, que si, un chupito más. Mira, si voy bien. -dije mientras levantaba ambas manos y tocaba mi nariz primero con un dedo de una mano y luego con la otra.

-En media hora no te tienes en pie. -dijo entre risas.

-¿Qué te apuestas? -dije encarnando una ceja. -Me duele Polo, que después de tantos años de amistad sigas pensando que cuatro copas y tres chupitos pueden tumbarme, me ofende.

Y eché mi cabeza hacía atrás, añadiendo dramatismo a la escena.

-Al final el que acabará por los suelos seguramente sea yo. -dijo mientras llamaba al camarero y le hacía una seña con la mano de que nos pusiera otra ronda.

Salté emocionada mientras apoyaba las manos en sus hombros.

Cuando bebía todo era mejor, todo me parecía más fácil, más divertido... menos agobiante. Casi había olvidado el incidente con Samuel, donde "cariñosamente" me llamó idiota e insinuó que era una pija malcriada y amargada. Un todo en uno, vaya pensé.

Me había cabreado tanto que había golpeado la puerta del baño con todas mis fuerzas, dando sin querer a varias chicas que se encontraban esperando detrás, después lo pagué con el grifo y por último con el secador de manos, al pobre lo golpeé unas seis veces... En fin, al parecer las palabras de un desconocido cualquiera podían causar ese efecto en mi. Lo cual me extrañó, lógicamente no era la primera vez que alguien me llamaba "pija" o "malcriada" pero en sus palabras fue diferente, él también era un niño rico. ¿Por qué se creía con derecho a decirme aquello? ¿Acaso él era diferente? pensé.

-Entonces, ¿qué? -dije intentando no volver a pensar en él. -¿Hacemos alguna apuesta más?

-No, Carla. Te conozco, no tienes límites. -dijo intentando retirarse.

-Sino no sería divertido. -dije sonriendo.

-Venga, tu eliges. -y volví a obtener mi victoria. Había pocas cosas que Polo me negaba, por no decir ninguna.

-Tu objetivo es... ella, la del vestido blanco. -dije señalando a una chica al azar.

-Sin problemas. -dijo Polo, mientras levantaba el cuello de su camisa y me guiñaba un ojo.

Vi como se acercaba al grupo de la chica mientras ella y sus amigas bailaban, me reí cuando Polo empezó a bailar pegado a la chica y esta se giraba con una gran sonrisa. Polo era divertido, sabía como seducir a una chica, tenía un sentido del humor único y además le acompañaban esos ojos azules que hacían que cualquier chica cayera a sus pies. Disfruté del espectáculo desde la barra hasta que me giré para pedir otra copa y noté como alguien se paraba a mi lado.

-Omar, tío, ¿que mierda es esta? -dijo hablando con el camarero mientras le señalaba la copa.

-Tío, pues lo que queda. -dijo este mientras limpiaba algunos vasos debajo de la barra.

-Macho, esto sabe peor que la negrita. -y dejó la copa en la barra mientras imitaba una arcada.

-Trae anda, que te miro en el almacén, que eres de un especialito. -le dijo el camarero, que por como se hablaban parecían amigos de toda la vida.

Y entonces Samuel se giró y se percató de mi presencia y yo, debido a mi falta de reflejos por el alcohol, me giré demasiado tarde, ambos sabíamos que nos habíamos visto. Era tarde para esquivarse o para una retirada rápida.

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⏰ Última actualización: Apr 13, 2020 ⏰

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Culpa |  CARMUEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora