Impecable.

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-Marta, por favor, ¿podrías decirme si ha llegado un paquete de París para mi esta mañana?

-No señorita, no ha llegado nada, pero estaré pendiente. -dijo sonriendo humildemente.

-Gracias Marta. 

-Cariño, ¿ya has hecho alguna compra innecesariamente cara para desgracia de tu querido padre? -dijo este desde el salón, el cual había escuchado toda mi conversación con Marta.

Rodé mis ojos y respiré profundo antes de fingir la mejor de mis sonrisas y dirigirme hacia él. 

-Si papá, te recuerdo que dentro de poco es la cena de los inversores de García de Riscal y fuiste tu el que insistió en que tenía que estar elegante, ah no, miento, la palabra fue impecable. -sonreí irónicamente. 

-Es cierto, entonces espero que ese vestido merezca realmente la pena.- y volvió la vista a su periódico. 

Respiré profundo de nuevo y salí de la sala, camino a mi habitación. Mi padre era una persona déspota y carecía totalmente de empatía, pero no era algo que me sorprendiera, había sido así siempre, desde que yo era una niña. Siempre me había llenado de joyas, ropa, viajes y demás caprichos caros, sin embargo, jamás me había demostrado amor de otra manera.  En este mundo, en mi mundo, todos se comportaban de la misma manera. Todos vivíamos en una realidad donde cuanto más brillaba algo, más nos gustaba

-Espero que no hayas olvidado nuestra cita de las cinco, amiga. -mi querida Lu, siempre oportuna entraba por la puerta principal de mi casa. 

-Claro que no Lu, simplemente estoy muy liada ahora mismo y no pude llamarte.

-¿Hello? Te llamé como quince veces, no creo que tengas nada más importante que hacer. 

El egocentrismo de Lu era algo que saltaba a la vista, pero todos los que conocía compartían ese defecto.

-Es tu último año en la universidad Lu, creo que deberías empezar a arreglártelas tu sola.

-¿Disculpa? -dijo algo ofendida- Claro que puedo, otra cosa distinta es que quiera. 

-Lu, estoy ocupada, pídele ayuda a otra persona, por favor. 

-Okey, pero luego ni pienses que voy a ayudarte con algo Carla, jamás. -Lu podía llegar a comportarse como una villana de telenovela en demasiadas ocasiones, su dramatismo podía llegar a ser irritante.

-Lo que tu digas, Lu. -dije mientras me despedía de ella agitando mi mano y ella me enseñaba su dedo corazón a la vez que entraba en su coche. 

Me reí, esta vez de verdad, Lu era mi mejor amiga, pero tenías que saber llevarla para poder soportarla. 

Entré en mi cuarto y me desplomé sobre la cama. Encima de mi escritorio se acumulaba una pila de libros de análisis económico, estadística, historia de la economía... retiré la mirada, agotada. Mi móvil vibró y la pantalla se inundó de mensajes, lo alejé de mi, esa era otra tarea que no quería atender. Solo quería respirar, el fin de semana iba a ser agotador, debía prepararme mentalmente. 

-Carla, necesito que hablemos sobre la reunión del sábado. -dijo mi padre entrando a mi habitación y perturbando mi segundo y medio de paz.

-¿No sabes llamar a la puerta? -dije sin incorporarme.

-Ese tono, Carla. -dijo serio.

-¿De que quieres hablar? -dije frotándome la cara con aparente cansancio.

-Sabes a que cerrar este negocio es fundamental para las bodegas, Carla.

-Como todos, papá. 

-No, este es diferente, es el más importante del año y salvaría nuestras bodegas de una vez por todas. 

Parpadeé deprisa, como si no hubiera escuchado aquella frase bien. 

-¿Qué quieres decir? 

-Últimamente varios inversores nos han abandonado y no estamos pasando precisamente por nuestro mejor momento económico. 

-¿Estas de broma, verdad? -dije nerviosa -¿Y que pasa con mis estudios y con... todo? Yo estoy acostumbrada a... 

-Cálmate, no he dicho que estemos en banca rota, pero si que necesitamos ese acuerdo. Y ahí es donde necesito que me ayudes Carla. -dijo con un tono incluso más serio -Necesito que te acerques a Fernando García de Riscal. 

Suspiré, no era la primera vez que mi padre me pedía un favor de este tipo.

-Fernando es el heredero de las bodegas, su padre está a punto de jubilarse y ya le está cediendo a él todo el dominio. Es nuestro objetivo. 

Quise hablar, pero me contuve. 

-Haz lo que tengas que hacer para que firme ese acuerdo. 

Salió de la habitación y me fijé detenidamente en el reflejo de aquel espejo gigante. Tacones de 10 cm, falda de tubo, camisa blanca, pelo ondulado y rubio, rasgos finos y perfectos, pero ni rastro de una sonrisa. 

Como papá quería, me veía impecable, aunque solo por fuera. 


"Mamá me dijo que era una niña preciosa, que lo que vestía era lo único que importaba. Desfila para alejar el dolor, porque la belleza duele, la perfección es la enfermedad de una nación. Quieres arreglar algo, pero no puedes arreglar con cirugía lo que no se ve, lo que duele en el alma. La sonrisa falsa y la negación pueden llevarte lejos, recuerda cuando estés sola y te preguntes si estas feliz contigo misma si quizás esto es una forma de enmascararte."

Inspired by: Pretty Hurts - Beyoncé


Culpa |  CARMUEL.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora