Prólogo

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Ella estaba ordenando el dinero de la caja registradora cuando él entró a la tienda. Un tintineo lo acompañó al abrir la puerta, anunciando la llegada de un nuevo cliente. _____ alzó la vista desde el mostrador y una pequeña sonrisa tiró de sus labios. Él iba caminando en dirección hacia ella, con paso firme pero elegante. Traía unos vaqueros negros que se amoldaban a sus piernas tonificadas y una camiseta blanca sin mangas de cuello “V”, dejando a la vista sus bíceps y el tatuaje en forma de cruz que le adornaba a lo largo en el interior de su antebrazo izquierdo. Sus ojos estaban ocultos bajo las gafas, pero _____ sabía que la estaba mirando únicamente a ella en ese mismo instante. Y sentir la pesada mirada de él sobre su cuerpo le daba escalofríos, pero a la misma vez, le provocaba calor en esas zonas de su cuerpo en donde nadie jamás ha tocado. La excitación era algo que _____ experimentaba muy a menudo teniendo en cuenta que trabajaba en un sex shop y que constantemente manipulaba penes de goma de hasta veinticinco centímetros y vibradores de diferentes tamaños, preguntándose si los clientes tendrían la polla de ese mismo tamaño o incluso más grande. Pero luego miraba con discreción por su entrepierna y comprobaba si su teoría estaba en lo correcto o no.

Una vez que estuvo frente a ella, él se sacó las gafas y las colgó en el cuello de su camiseta. Sus seductores ojos verdes miraron fijamente los ojos color avellana de _____, y sin poder evitarlo, ella suspiró. Cualquier mujer se encontraría suspirando bajo la intensidad de una mirada como esa.

- Eh, guapa.- dijo este con la voz suave y áspera.- ¿Cómo estás, _____?

_____ apoyó los codos en el mesón y alzó la barbilla, inclinándose hacia él. De cerca era aún más atractivo. Su cabello rizado estaba corto, y un mechón marrón oscuro caía sobre su frente, dándole un aspecto despreocupado. Sin embargo, no dejaba de hacerlo ver extremadamente sexy. _____ quería hundir los dedos en su cabeza y perderse en la suavidad de su pelo. Siempre ha tenido una debilidad por los hombres de cabello rizado, y esta no era la excepción

- Hola Trevor.- saludó alegremente. Tras quedarse mirándole el cabello por un buen tiempo, notó algo diferente en él.- eh, ¿Te has cortado el pelo?

- Un poco.- sonrió, mirándola con ojos minuciosos. Olfateó un poco en el aire, y luego su mirada llegó a clavarse en el cuello de ella.- y tú te has cambiado el perfume. Ya no hueles a jazmín.

- Es de arándanos. Se me acabó el otro perfume y no encontré el mismo en otras tiendas.- dijo y refunfuñó. Aún tendría que acostumbrarse a la esencia de su nuevo perfume, pero lo cierto es que extrañaba el antiguo.

- Lástima. Me gustabas más cuando olías a jazmín.- le guiñó un ojo, haciéndola reír.- ¿Cómo va la universidad?

- Asfixiante, como siempre. Lo único que hago es estudiar… y estudiar. Y trabajar aquí por las tardes.

- Oh, nena. Deberías salir a fiestas y divertirte un rato. Algún día te llevaré a una y sabrás lo que es diversión.

- No me gustan las fiestas.

- Pero conmigo aprenderás a amarlas.   

- Vale, vale.- se rió.

- Venga, actualízame con la mercancía de hoy en día. ¿Qué me tienes de bueno esta vez?

ѕєx ѕнσρ. {נυѕтιɴ&тú} miniweв-нσтDonde viven las historias. Descúbrelo ahora