CAPITULO XXXV

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Salieron y cerraron la puerta, yo seguía llorando, eran demasiados golpes para estos días, ni pensar que estaba tan feliz y ahora todo está derrumbado.

Yo seguía llorando cuando de pronto entro Vanessa.

-Abby- pregunto- ¿Qué tienes?-

-No es nada- respondí triste-

-Bueno papá y mamá están hablando para que te dejen ir ¡Pronto se logrará!-

-Yo quiero morir- susurre-

Total que si logré salir de ese hospital, nadie sabía que es lo que me ocurría, me postré durante unos días en mi cama, toda la prensa quería hablar conmigo, y sobre los blogs de “Abby’s World” bueno decidí eliminar mi página web. Esa página fue la que provoco todas mis desgracias pero igual mi mejor fortuna y/o aventura. Todos los periodistas pagarían sumas millonarias para hablar conmigo, pero no accedí, no era el dinero y tampoco la fama de poco tiempo, si no por los recuerdos, y no tenía ni el valor para hablar de esto con nadie ni de ir a la tumba de Jamie. Aunque haya borrado mi página web no deje de tener contacto con Internet, sentía que estaba enferma, así que busque nombres de síndromes populares. Encontré uno interesante para mí, quien diría que sería mi propia enfermedad. En la computadora decia así:

“SÍNDROME DE ESTOCOLMO”

“Es una reacción psicológica en la que la víctima de un secuestro, violación o retenida contra su voluntad, desarrolla una relación de complicidad y de un fuerte vínculo afectivo,1 con quien la ha secuestrado. Principalmente se debe a que malinterpretan la ausencia de violencia contra su persona como un acto de humanidad por parte del secuestrador      

Las víctimas que experimentan el síndrome, típicamente muestran dos tipos de reacción ante la situación. Por una parte, tienen sentimientos positivos hacia sus secuestradores, mientras que por otra parte, muestran miedo e ira contra las autoridades (policiales). A la vez, los propios secuestradores muestran sentimientos positivos hacia los rehenes”

¿Qué? Pensé, al parecer tengo de esté síndrome, las cosas se dicen como son, me enamoré de mi secuestrador, y a pesar de que sus intenciones eran “buenas” así se le dicen, supongo que necesito tratamiento ya que lo que hizo no fue nada bueno, nada moral y aunque me alegrará en el fondo y lo guardará como buen recuerdo es incorrecto, muy incorrecto. Así se le debe llamar ahora.

Ahora que reconocí mi síndrome, baje con mamá y papá a decirles lo que había decidido hacer.

-Papá- dije- Mamá, tengo que volver al hospital-

-¿Qué?- pregunto papá- ¿Por qué Abigail?-

-Me recluiré yo misma, y superaré esto, tengo el síndrome de Estocolmo-

-Pero- dijo mamá- ¡No Abigail! No, no digas esas estupideces-

-Es muy última palabra- dije firme- Tal vez pronto sepán la verdad- subí a mi cuarto y estaba programando mi internamiento otra vez. 

Estaba mañana programado, solo estaba en mi sala esperando al día siguiente, y llego Vanessa.

-No lo hagas- dijo ella- No lo hagas por favor-

-Es necesario que lo haga, no hay otra solución-

-¿Por qué no me cuentas lo que pasó con él?- pregunto-

-Porque pronto lo sabrán, no tardará mucho para que lo sepan todos Vanessa- dije y subí a mi cuarto, necesitaba estar sola- 

Living With The PsychopathDonde viven las historias. Descúbrelo ahora