Cómo corromper.

Parte 8: Debo salir de aquí.

El miedo opacaba por completo las reacciones de la joven, ¿El realmente pensaba en tomarla ahí mismo?..

-N-No por favor Laito...yo..-se quedó en silencio ante la vergüenza que sentía solo de pensar lo que estaba a punto de decir.- Soy virgen..-susurro apenada.

Laito sonrió de lado y poco a poco emitió una risita burlona, claro que aquello le provocaba, ser el primero en inundar a Adele en dolor y placer.

-Oww..¿No te emociona que yo sea el primero en tomarte?..-Preguntó sonriendo aun mas mientras se acercaba nuevamente al cuello de la pelinegra para lamer este lentamente.

Adele negaba con la cabeza asustada, emitiendo pequeños gemidos del miedo que sentía, su cuerpo estaba inquieto y un extraño calor se hacía presente en todo su ser, odiaba sentir curiosidad, pero el odio era mas fuerte que aquella curiosidad, y no podía permitir que su primera vez fuera de ese modo, menos con el, lo odiaba demasiado.

-No..yo te odio..te odio..de verdad te odio!.-exclamó con coraje.

El soltó otra risa, burlándose de la molestia de la menor, pero, en el fondo, detestaba oírla.

-No puedes odiarme mas de lo que yo te odio a ti..-Susurró sobre el oído de Adele para luego abrir las piernas de ella con fuerza.

Merci dejó salir un grito ahogado por la sorpresa

-Voy a beber de tu sangre hasta que ya no puedas abrir los ojos..-Advirtió de pronto antes de clavar sus colmillos en el cuello de la joven haciendo que gimiera del dolor

Adele intentaba apartarlo, quejándose del intenso dolor del que aun no se acostumbraba, agudo e insoportable.

Laito perdía mas el control, sintiendo un montón de cosas a la vez, el rechazo de Adele, recordar a Yui y Ayato en la cocina..

Succionaba la sangre de la joven, mas que deseo había maldad en sus acciones, todo ese deseo de poseer su cuerpo se había transformado en sentimientos oscuros que deseaba apagar con el dulce de su sangre, pero entre mas lo pensaba mas coraje le daba. Ella no es ni será Yui, y a pesar del delicioso sabor de su sangre, no podía compararse con el increíble sabor de la sangre de la rubia.

Lentamente los ojos de la pelinegra se sentían mas pesados, le costaba mantenerlos abiertos y su cuerpo era cada vez mas débil, sentía que en cualquier momento terminaría desmayándose.

-P-Por favor...-susurro asustada, con una temblorosa voz antes de ver todo de color negro.

El pelirrojo frunció el ceño confundido al sentir la pesadez del cuerpo, se separó de ella para observarla, yacía tirada en el suelo, estaba inconsciente debido a la perdida de sangre.

El solo pasó su mano por su rostro mostrándose irritado y se separó de ella.

-Horas después-

Otra vez, otra vez despertó de una situación en la que perdió el conocimiento, se preguntaba como diablos seguía viva.

Frunció el ceño y talló sus ojos mientras se incorporaba en la cama, aun tenía su ropa de antes, lo que le pareció extraño, normalmente tendría puesta la bata de dormir.

-Dios...en serio debo salir de aquí..-se dijo a si misma, sintiendo un par de cálidas lagrimas salir de sus ojos.

Desvió la mirada hacia la ventana, admirando el cielo gris, parecía que pronto iba a llover.

Se puso de pie con cuidado, dirigiéndose a dicho lugar mientras colocaba su mano sobre el frio cristal, imaginando que el frio tacto era un abrazo de su madre y padre, un grito de esperanza, el viento que tocaba su rostro seguro había tocado el de sus padres y ahora sentía el viento que se colaba por los bordes de la ventana como un frio abrazo.