"Te lo dije"
Sonreí de la misma manera sin apartar los ojos de él consiguiendo que la confusión se adueñara de su rostro, había jugado con fuego y estaba a punto de arrepentirse del infierno que acababa de formar.
Me acerqué hacia él y con mis manos en su pecho lo empujé sobre la cama.
—Siempre había querido hacer esto —susurré en su oído mientras me sentaba sobre sus piernas —¿Quieres lo mismo? —lamí su cuello y sentí como tragaba saliva mientras el bulto bajo su pantalón aumentaba.
—¿Qué es lo que quieres? —preguntó mirando mis labios.
Rápidamente me puse de rodillas en el suelo frente a él y mirándolo fijamente a los ojos apreté sus pelotas viendo como se retorcía del dolor deseando que lo soltara.
—¿No te gusta jugar hermanito? —pegó un grito al sentir mi codazo en esa zona —. Prepárate, porque esto no es nada comparado a lo que te espera —me levanté y con una reverencia salí de aquella casa que se había convertido en un auténtico infierno.
Después de caminar sin rumbo el cansancio no solo era físico, sino mental. Así que acabé sentándome sobre un banco, con música inundando mis oídos y teniendo un colapso mental que me llevó a quedarme dormida.
—No sabía que ahora te habías convertido en una vagabundo —me zarandearon.
—¿Qué mierda? —me senté rápidamente en el banco con la respiración entrecortada por aquel intruso que había tenido la osadía de despertarme.
—No, ninguna mierda, Jace preciosa —me sonrió de oreja a oreja.
Ignoré su sonrisita y me dispuse a comprobar que llevaba no una ni dos horas durmiendo, sino tres.
—¿Qué hacías ahí? ¿No tienes casa? —se burló Jace y mis ojos se fueron poniendo más y más cristalinos mientras yo intentaba contener el llanto.
Por mucho que quisiera hacerme la dura no aguantaba más. Solo necesitaba explotar y un abrazo que me ayudara a comprender que nunca estaría sola.
Jace al verme así se quedó callado y recostó mi cabeza contra su pecho mientras mi cuerpo se movía por los sollozos. Una vez mi cuerpo se calmó y me alejé de él, mi mente no dejaba de pensar en algo que me daba pánico.
"Me gusta Jace"
—Cariño, la próxima vez que me eches de menos no hace falta que llores, solo tienes que llamarme —pronunció acabando con la magia y retornando mis ganas de ahorcarlo.
—Lo siento, estaba agobiada por no tener alguien que espantara las ratas que había en el garaje —sonreí, no todo era tan malo, y habían cosas que nunca cambiarían.
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¿Sarcástica? siempre
HumorEl 99% de la población odia su nombre, así que... ¿por qué sería ella la excepción? Sarcástica, irónica, problemática e inoportuna son las palabras que describen a la perfección a nuestra protagonista. Julieth. La vida es triste pero llevar un nombr...