Pequeños mentirosos[1°]

♡Capítulo cuatro♡

OLIVOS/ INSTITUTO CORAZÓN  DE JESÚS 

💋Oliver Colín✈: septiembre del Primer año

Antes que toque el timbre término mis ejercicios de matemáticas, mi mirada se desvía hacia la chica de cabello castaño sentada cercana a mí. En su sien se ve reflejada su concentración, en sus manos atentas al escribir y borrar rápidamente y como se tira el cabello para su espalda cada que este cae sobre su cuaderno. Sonrió ante sus acciones porque todos sabemos que no le va a alcanzar el tiempo para terminar los veinte ejercicios que hay en la pizarra de madera.

A continuación ella se da la vuelta para buscar algo en su mochila y lo que veo hace que suelte un fuerte "sí", de nuevo es la chica del baño.

── ¿Qué ves Oli?── Pregunta Chino mientras saca su comida para el receso.
──Nada, sólo estaba viendo el reloj──Miento.

Cuando el sonido del timbre llega a mis tímpanos, suelto un suspiro aliviador y salgo corriendo por entre medio de los pupitres, accidentalmente choco con el fastidioso de Nomde y me roba dos minutos del estupendo receso diciéndome que no corra dentro del aula. Ya libre, voy hacia mi asiento habitual a compartir sanguches de aceitunas con mi amigo. La conversación que tenemos es de la más normal de dos estudiantes hasta que una cuya chica de lindos ojos avellanada nos interrumpe.

──Saben de algún cesto de basura por aquí── dice tímidamente.

Miro a Chino y él a mí, aunque no digamos nada sabemos que cosa estamos pensando el otro. De todas formas me equivoco, ya que él suelta cualquier palabra en coriano y yo me quedo con mis ideas de una broma para la chica. Solo puedo seguirle el juego así que por décima vez haremos que otra persona crea que mi amigo sólo sabe hablar su idioma natal, pero en realidad sabe como cinco idiomas y en esos incluye el castellano.

──Lo siento, mi amigo solo habla coreano──digo tratando de sonar lo más honesto posible──Ves allí detrás de ese árbol, ahí encontrarás un cesto.

Obvio no iba a seguirle el juego completo y es por eso que soy un poco amable con la chica.

Con haberla visto dos veces esta mañana es suficiente para que la piense todo el día. El recuerdo del ella parada en el umbral de la puerta de aquel baño se vuelve recurrente en mi cabeza. No obstante ese perfume que olí cuando se me acercó en el receso me pareció conocido.

Mi memoria me termina por volver ese recuerdo de una semana atrás cuando la vi por primera vez en clases.

Flash back
Al volver a salón de clases alguna fuerza extraña me obliga a mirar hacia donde se encuentra la chica más bajita del grupo. Ella está sentada con la espalda superrecta en el tercer banco de su fila y con la mirada hacia el pizarrón. Hasta que es la hora de irnos a casa, a unos cuantos minutos del toque de la campana, gira en su silla para sacar su mochila del respaldar y ahí el tiempo parece detenerse para mí.