Ahora mismo me encuentro vagando entre las calles del centro en busca de algún supermercado.
A mi abuela le entro la idea de hacer pasta casera el día de hoy, pero luego recordó que no tenía suficientes huevos, por lo que estoy en busca de algún lugar donde puede encontrarlos, pero da la casualidad de que no conozco esta ciudad, lo que complica más la situación.
Luego de entrar en un estrés automático, algo muy común cuando las cosas no salen como quiero, me decidí por acercarme al señor de cabello canoso y complexión delgada de la florería, el cual se encontraba organizando sus tulipanes a mi lado.
— Disculpe señor—este se dio vuelta rápidamente.—. ¿Me podría dar la ubicación de algún supermercado aquí cerca?
— ¿Usted es la nieta de la señora Beatriz, no es así?—pregunto mirándome con una sonrisa.
— Si, ¿como lo supo?—inquirí sorprendida.
— Pues aquí en Trieste no son comunes esos ojos tan bonitos que tú y tu abuela comparten.—alagó sonriendo.—. Además de que su abuela me lo comentó, yo le vendo las flores para su restaurante.—agregó.
— Oh, no lo sabía.—conteste riendo.
Por lo visto mi abuela le dijo a todo el mundo de nuestra mudanza, es la quinta persona que me saluda en el día de parte de nana.
— ¿Disculpa, que me habías preguntado antes?—continuo.
— Si conoce algún supermercado cerca.—rogué internamente que sus indicaciones sirvieran de algo, soy muy mala tratando de ubicar lugares.
— Si, disculpa. Soy muy charlatan a veces.—confesó riendo, yo compartí su sonrisa, era alguien muy amistoso.—. Hay uno en la siguiente cuadra—añadió con voz dulce.—, sigue caminando hasta la siguiente cuadra, dobla a la izquierda y lo encontrarás.
— Muchas gracias, señor.—sonreí y me despedí de él con la mano.
Seguí sus indicaciones un poco torpe y por fin lo encontré, una satisfacción inmensurable me abrazo.
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Entre las poesías del amor
Fiksi Remaja•Es una novela juvenil de romance, NO son poesías• - Qué tal, "tal vez algún día"?-pregunte. Este sonrió con ternura. - Tal vez algún día.- asintió. Y así fue como ese día sellamos ese tal vez en nuestras pieles. Dos personas que llevaban a penas h...