Parte 11: Anciana

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Aquella era mi oportunidad para huir pero, si sonrisas me había dicho la verdad, sería entonces cuestión de tiempo para que Daniela y sus marionetas me encontraran. Por otro lado, sonrisas me había atraído hasta su guarida en un principio, así que no lo tendría difícil para conducirme de nuevo hacia donde le diera la gana en medio de mi desorientación. La única opción que tenía era seguirle el juego, así que subí aquella calle hasta regresar al conjunto cerrado, donde la mujer de rojo me esperaba en el portón, usando otro vestido del mismo color.
"Buenos días Gustavo" me dijo con una amabilidad bastante forzada.
"¿Buenos días?" Respondí mientras observaba el cielo que, a mi juicio, empezaba a oscurecerse.
Ingrese con la mujer al barrio, no sin antes mirar por última vez y con dificultad el cuerpo solitario de aquel hombre moreno tirado en medio de la calle, a varias cuadras de distancia.

Entramos en la casa de sonrisas y allí nos encontramos con Bryan, quien jugaba videojuegos en la sala.
"¿Hola Gus, quieres jugar GTA?" me dijo mientras miraba a su mujer con ojos perversos.
"Andrea, haznos algo de comer" le dijo y ella le dedico un gesto de fastidio para luego dirigirse al interior de la casa "sabes que ya no me llamo así" respondió antes de perderse en la cocina.
"¿y entonces Gustavo? ¿Jugamos?" pregunto Bryan sonriente.
"No gracias, estoy algo cansado" le respondí.
"¿Enserio? Pues ve a tu cuarto, sabes dónde está" dijo el hombre para seguidamente perderse en el televisor, donde el juego ahora remplazaba a la imagen de la cámara de seguridad.
Subí las escaleras para regresar al cuarto donde habría dormido anteriormente, recostarme en la cama y esperar impaciente a que sonrisas regresara, quizás en forma de muñeca, pues había mencionado al animal.
Pasados los minutos, la habitación sin ventanas se oscureció por completo, siendo la puerta abierta la única entrada de una luz moribunda, proveniente de la ventana del pasillo que daba al exterior.
Pensé en prender la luz del cuarto, pero predije que no serviría.
< Quien quiera que sea el responsable de asta historia, seguro que no desea complacerme >
Pase un buen rato allí tirado hasta que la puerta de abajo sonó y un escalofrió me atravesó; supuse que había llegado la hora.
Escuche unos delicados pasos subir las escaleras y recorrer el pasillo, hasta que aquella pequeña silueta, apenas más negra que la penumbra, se dibujó en la puerta del cuarto.
Una delgada mano se levantó hasta tocar una de las paredes de la habitación y una voz delicada exclamo "¿Me extrañaste Gus?" seguido de un chasquido y la hiriente luz artificial que me dejo ciego por unos instantes.
"¿Sonrisas?" pregunte a la niña que tenía enfrente, cuya edad no debía superar los 14 años.
"Claro que si Gus, ¿te gusta mi nuevo cuerpo?" dijo ella mientras daba giros lentos que la acercaron a la cama.
"Es una niña muy joven" le respondí con mi temor transformado en tristeza.
"Que no te engañe su apariencia, es una criaturita horrenda que he liberado de su triste realidad" me dijo mientras subía a la cama.
"¿Que se supone que eres?" le pregunte a la par que me alejaba de ella.
"Me llamo bellll..." respondió con rostro sorprendido, deteniéndose a mitad de su trayecto.
"Ouh, ¡ya se! Te preguntas si soy hombre o mujer ¿verdad? Jujuju ¿en qué andas pensando Gus?" dijo con gesto sugerente, y fue entonces que recordé haberla visto en la perversa fiesta del segundo piso de aquel lugar extraño cerca a mi casa, en el edificio donde también encontré al hombre amarrado en el baño y a Daniela junto a sus amigas.
"Los expertos dirían que no tengo género, pero si me preguntas, me autopersibo como hembra" continuo sonrisas mientras reanudaba su gateo hacia mí.
"Cuando dijiste que iríamos a donde Daniela en la noche, ¿te referías a lo que yo percibo cómo noche?" le pregunte, procurando romper la tensión que intentaba imponerme.
"Ouh, lo notaste" fue lo único que me respondió antes de lamerme la mejilla mientras yo evitaba moverme en lo más mínimo.
"Ahora no intentaras empujarme ¿verdad?" dijo la niña antes de echarse a reír a carcajadas.
"Quiero que vallamos con Daniela ahora mismo de ser posible, estoy cansado de no distinguir que es real y que no" le respondí, procurando mostrar determinación.
"mmm... claro que sí, tus deseos lo son todo para mi" exclamo sonriente mientras me agarraba la mano.

Bajamos las escaleras y tanto Bryan como su mujer hicieron una reverencia.
"De rodillas" exclamo sonrisas y ellos obedecieron.
La pequeña niña se montó sobre la espalda de Bryan y le ordeno que se levantara; lo cual él hizo con mucha dificultad.
"¿Quieres que muñeca te cargue Gus?" me pregunto sonrisas.
"¿Muñeca?" exclame, y la mujer de rojo respondió "¿señor?" con el gesto de fastidio que empezaba a hacerse característico de ella.
"¿O prefieres montarla de otra forma? No hay prisas, podemos divertirnos un rato" dijo sonrisas para soltar otra de sus carcajadas.
"Solo quiero que esta mierda acabe" respondí y la niña detuvo sus burlas.
"¿Tienes el cuchillo que te di?" pregunto mientras halaba el pelo de Bryan con una mano y señalaba a la puerta con la otra.
"Si, ¿te lo regreso?" le dije, a lo que ella respondió "No, es para ti, así que guárdalo bien".

Salimos a la calle y vi a lo lejos una patrulla cerca al cadáver de aquel hombre moreno que parecía estar arropado por una sabana negra o algo similar.
"rodeemos a esos cerdos" dijo la niña para luego halar de nuevo los cabellos de Bryan, quien se limitó a avanzar mientras su cara reflejaba el esfuerzo que hacía para no quejarse.

Bryan, su mujer, sonrisas y yo serpenteamos por un laberinto de calles bajo un cielo oscuro y sin estrellas. En el trayecto pasamos por una casa esquinera, donde vi a una de aquellas personas opacas y distorsionadas regando un pequeño jardín. Al juzgar por su postura encorvada y movimientos pausados parecía ser anciana, aunque no podía distinguir su sexo. Aquella persona llamo mi atención y al parecer el interés fue mutuo, pues percibí su mirada clavada en mí y fue entonces que vi aquella luz escalofriante que brotaba de su pecho y ojos; era una luz idéntica a la que escapaba de entre las puertas de la mansión del parque. Aparte la mirada y acelere el paso hasta situarme al lado de sonrisas, quien continuaba trepada sobre el pobre de Bryan, y me mantuve cerca de ella hasta sentirme lo suficientemente lejos de los ojos hirientes de aquella persona anciana.
Llegamos al parque y lo atravesamos sin acercarnos a la mansión tenebrosa, lo cual me dio a entender que mis acompañantes tampoco se sentían cómodos allí.

Llegamos a una banca, situada al extremo contrario de la gran mansión, y sonrisas se soltó de su montura para sentarse en la mitad de la alargada silla.
"Ven Gus, consiénteme un rato" dijo mientras daba suaves golpes en la parte vacía de la banca a su derecha.
Me senté donde me señalaba y ella se recostó sobre mis piernas para luego tomar mi mano y ponerla sobre su cabeza. La acaricie un par de veces y luego aleje mi mano con el pretexto de rascarme la cabeza.
"¿y ahora qué?" pregunte mientras examinaba el lugar, notando que cada vez habían más de aquellas personas opacas con quienes no podía comunicarme.
"Ahora hay que esperar" respondió la niña a la par que hacia señas a Bryan y a su mujer para que se sentaran en el suelo.
"¿A ti te dicen muñeca?" le pregunte a la mujer de rojo y ella clavo su mirada en el piso.
"La señorita sonrisas me puso ese nombre hace poco" respondió ella con voz resignada.
"Ella es ahora la muñeca de todos mis subordinados, puedes pedirle cualquier cosa Gus. Por encima de ella esta Bryan, y por encima de él hay muchos más, pero por encima de todos estamos tu y yo" explico sonrisas, quien tomaba mi mano para ponerla nuevamente sobre su cabeza.

Con el tiempo, más y más personas opacas aparecieron en torno al parque.
"Mira, allí viene" dijo sonrisas, señalando a un par de mujeres que conservaban sus colores y que se acercaban desde la otra acera.
Quede boquiabierto al identificar que la más delgada y pálida de aquellas dos mujeres era Daniela, cuyo rostro chupado y cabello aclarado le hacían parecer una viejecita.

"Hola linda, por favor toma asiento" dijo sonrisas, señalando el espacio vacío de la banca a su izquierda mientras aun reposaba en mis piernas.
La acompañante de Daniela era la chica de ojos achinados que había visto hacía un par de noches. Al parecer ayudaba a la demacrada mujer para que pudiera caminar y así mismo le ayudo a sentarse donde sonrisas había señalado.
Ahora estábamos los tres en la misma banca y las preguntas se aglomeraban en mi mente, pero sentía, por alguna razón, que debía conservar la calma más que nunca, así que espere a que sonrisas explicara todo.
"Te dije que vinieras sola" dijo la niña, levantándose de mis piernas para acariciar el cabello grisáceo de Daniela.
"Me cuesta mucho caminar, ella fue la única que se ofreció a ayudarme" Respondió Daniela con rostro aterrado mientras su mirada oscilaba entre sonrisas y yo.
"Es muy linda, ¿no crees Gus?" me pregunto la pequeña niña a la par que tomaba mi quijada para apuntar mi rostro en dirección a la amiga de Daniela.
"Por favor, date prisa con esto" fue mi respuesta.
"Tienes razón, Bryan, muñeca, lleven a la compañera de Dani hasta mi casa, tenemos asuntos personales que tratar aquí, les avisare cuando puedan regresar" dijo sonrisas y sus sirvientes se levantaron del suelo para llevarse a la mujer de ojos rasgados, quien parecía confundida y asustada, pero de igual forma coopero.
"No le hagas nada por favor" pidió Daniela.
"Habla con mi amo, no con migo, yo solo soy su perrita" respondió sonrisas, abrasando mi brazo herido.

Las luces del patioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora