Llegamos a aquella casa en donde me enfrente a Daniela y sus amigas 7 meses atrás y entonces note ansioso que los efectos de la pastilla azul estaban desapareciendo paulatinamente de mi organismo.
Todos bajamos del auto y piolín me pidió que le ayudara a llevar unas cosas, así que fui con él hasta el maletero y al abrirlo me encontré con dos cajas y una bolsa negra.
"Maldita sea, ¡jefe, se nos olvidó sacar la bolsa de atrás!" le grito piolín a sonrisas, quien se encontraba frente al portón cerrado de aquella casa.
"Gus la subirá al tercer piso cuando terminen con las cajas" respondió ella mientras el portón era abierto desde adentro por un hombre de anteojos.
"Ya sabes cuál es la habitación" dijo aquel personaje, mirándome a los ojos y dejándome intrigado, pero no tuve tiempo de responderle, pues piolín puso una de las cajas frente a mí para que le ayudara con la pesada carga.
Entramos a la casa de últimos y dejamos la caja en el suelo del hangar para seguidamente ir por la otra, cuyo peso era idéntico.
"¡Rafa, ven acá!" grito una voz masculina desde el interior de la casa una vez terminamos con la segunda caja y piolín me dio una palmada en el hombro para seguidamente entregarme las llaves de la camioneta.
"No dejes la puerta abierta" me dijo antes de perderse en el interior de la casa.
Regresé a la camioneta y saque la bolsa negra, notando su extraña contextura entre mis manos y el olor a pino que claramente ocultaba otra fragancia, un tanto desagradable.
Cerré la puerta del maletero, active los seguros de la camioneta, ingrese a la casa con la bolsa negra y camine por el pasillo que piolín había transitado.
Llegue a una gran sala con una mesa redonda en el centro, donde sonrisas, piolín, Bryan, muñeca, el hombre con anteojos y otras 5 personas interrumpieron su charla acerca de un laboratorio nuevo para centrar su atención en mí.
"Sigue hasta el fondo, allí encontraras unas escaleras que van al segundo piso" Me dijo un hombre de piel oscura, así que camine en la dirección que me había indicado mientras un silencio incomodo me invitaba a apresurarme.
Llegue a un patio que se encontraba al final de la casa, done observe como el cielo negro se tornaba azul en señal de que la droga había perdido todo su efecto e Inspeccione mis bolsillos en busca de otra pastilla, pero solo encontré dinero.
Subí al segundo piso por unas escaleras de madera y, al encontrarme nuevamente bajo techo, la noción de estar tan cerca de casa invadió mi corazón de tristeza.
Pensé en pedirle a sonrisas permiso de visitarlas, pero eso seguramente la pondría furiosa; además ¿Qué le diría a mamá? ¿Cómo podría explicarles lo que me había ocurrido?
Me encontraba evaluando aquella posibilidad cuando una de las habitaciones de aquel piso se abrió y una niña se me quedo mirando sorprendida.
"Hola" le dije, pero ella no respondió; simplemente salió de allí, cruzo el pasillo e ingreso a uno de los baños.
Otra niña se asomó por la misma puerta, pero esta vez me limite a reanudar mi marcha.
En total habían 4 habitaciones a mi izquierda, un par de baños frente a estas y un arco sin puerta al fondo, el cual atravesé para llegar a una gran sala donde mesas y sillas se encontraban apiladas contra una pared; era el mismo lugar que había visitado en aquella noche, donde hombres y niñas parecían tener una fiesta y donde vi por primera vez a aquella pequeña que luego sería poseída por sonrisas.
Las escaleras hacia el tercer piso estaban llenas de latas de cerveza, mientras que las que bajaban a la puerta del primer piso expedían un olor a vómito que me recordo vívidamente como había subido por ellas aquella noche mientras seguía a sonrisas en su forma perruna.
Un ataque de ira me obligo a patear unas cuantas latas y una tercera niña con el ceño fruncido se asomó por el arco sin puerta que separaba la sala de las habitaciones.
La ignore y subí las escaleras, esta vez teniendo cuidado de no hacer más ruido con las latas y finalmente llegue al tercer piso, donde un montón de habitaciones cerradas se extendían en ambos flancos.
"Sabes cuál es la habitación" fue lo que el hombre con anteojos había dicho y supuse que se refería a aquel cuarto donde Daniela y sus amigas habían intentado atacarme hace ya 7 meses, asi que avance hacia la puerta mientras a mi mente llego la noche en que había tenido mi primera experiencia sexual con Daniela, lo cual despertó en mí un resentimiento que me puso más ansioso.
Golpee la puerta y una anciana la abrió poco después.
"Gracias Gus, eres muy amable" dijo ella a la par que tomaba la bolsa negra que yo sostenía.
Me impresiono que conociera mi nombre, pero de cierta forma me resultaba familiar. De cualquier forma lo único que tenía en mente era conseguir de nuevo una pastilla azul, así que le pregunte a la anciana si tenía alguna que me pudiera vender.
"Espera un momento, ¿alguien tiene una celeste?" preguntó la vieja al interior del cuarto y una voz infantil respondió "yo".
Un niño rubio se acercó a la puerta y saco de sus bolsillos una bolsa con varias pastillas, las cuales fueron rapadas de sus manos por la vieja y puestas en las mías.
"¿Cuánto te debo?" pregunte al niño, pero fue la anciana quien respondió "Para ti siempre serán gratis Gus" para luego cerrar la puerta en mis narices.Tome la pastilla inmediatamente y regrese por el mismo camino, notando al llegar al patio que la droga ya había hecho efecto, dibujando sobre mí un cielo negro que despejo los dolores de mi alma.
Deje el patio en dirección a la sala donde estaba sonrisas y una vez allí me sorprendí de la cantidad de personas presentes; las paredes estaban repletas de gente recostada en ellas y la mesa redonda del centro tenía a 6 personas sentadas a su rededor, entre quienes se encontraba sonrisas.
"Gus, ¡te tardaste mucho! necesitamos que vayas a tu viejo apartamento y saques a tu mamá y a tu hermana de allí para mañana" dijo sonrisas mirándome con ojos llenos de curiosidad.
La droga estaba incrementando su efecto, así que aquellas palabras no me sorprendieron tanto como deberían.
"¿Por qué?" fue lo único que salió de mi boca mientras pensaba en como convencería a mamá y Lina de tal cosa.
"En pocos días la policía allanara este lugar que es nuestro punto más cercano a la universidad, donde obtenemos materia prima importante y donde están nuestros principales clientes. Tu viejo apartamento servirá para guardar la mercancía y los químicos por unos días mientras conseguimos un nuevo lugar" fue lo que dijo sonrisas para seguidamente señalarme el final del pasillo, donde piolín parecía estar esperándome."Es una mierda, podríamos conseguir cualquier otro lugar" dijo piolín una vez salimos de aquella casa.
"El jefe me había dicho que vivías por acá y que quería traerte para ver tu reacción, pero no sabía que te iba a pedir que hicieras algo así. La familia no se toca". Continuo mientras me largaba su cajetilla de cigarrillos para que tomara uno, lo cual me dejo sorprendido, pues no era normal que hablara tanto y menos aún que demostrara desacuerdo con las ordenes de sonrisas.
"Está bien, las convenceré de alguna manera. Solo será por un tiempo ¿verdad?" le respondí a mi amigo mientras sacaba un cigarrillo, pero la verdad era que no sabía ni siquiera que decir una vez las tuviera enfrente.
Terminamos de fumar y dimos una vuelta por los alrededores; sonrisas le había dicho a piolín que podíamos hacer lo que quisiéramos, pero debíamos tener preparado el sitio para la noche del siguiente día, así que nos dedicamos a vagar y drogarnos hasta que fueron las 7 de la noche. Fue entonces que nos comimos otra pastilla azul para emprender el camino hacia mi apartamento.
Le pedí a piolín que me esperara en la esquina y subí solo la media cuadra que faltaba para llegar al edificio, donde golpee el vidrio polarizado, esperanzado en que no hubieran remplazado a los guardias.
"Buenas noches ¿a quién necesita joven?" dijo la voz de Alex atravez del comunicador.
"Soy yo, Gustavo" le respondí y hubo silencio por unos segundos hasta que el sonido de los seguros retirándose llego a mis oídos y aquel gordo celador abrió la puerta sorprendido.
"¿Dónde has estado todo este tiempo? Tus papas te han buscado por todas partes" me dijo Alex con cierto tono de regaño.
"¿Mi papá regreso?" Pregunte sin mucho entusiasmo mientras entraba por la puerta, pues su presencia haría todo más difícil.
"Estuvo aquí hace unas semanas con Angie, ¿dónde te habías metido hombre?" respondió Alex mientras yo continuaba mi marcha hacia el ascensor.
"Luego te cuento. No avises que voy subiendo, es una sorpresa" le dije antes de doblar a la izquierda y perderlo de vista.
Una vez en el ascensor me di cuenta que seguía sin tener un plan, pero mis nervios se habían endurecido en las calles, donde aprendí a lanzarme a la acción e improvisar una vez iniciada la pelea.
<Quizás baste con decirles que me metí con gente peligrosa y que amenazaron con hacerle daño a mi familia, entonces sería mejor que se fueran de aquel barrio por un tiempo> meditaba mientras el ascensor llegaba a mi piso en lo que fue el ascenso más largo que jamás hubiera hecho en aquel aparato.
Las puertas se abrieron y mi sorpresa fue grande al observar por el mirador de las escaleras un cielo oscuro y estrellado, acompañado por una hermosa luna llena.
< ¿Ya se acabó el efecto de la droga? > Me pregunte con cierto grado de preocupación, pero me encontraba demasiado tranquilo para la situación, así que no era posible.Dejé aquel misterio para otro momento y me dirigí a la puerta por la cual había ingresado tantas veces pero que ahora me resultaba tan ajena, como si aquellos días hicieran parte de un sueño.
Timbre y escuche el ruido de platos en el interior.
"¿Quién será?" dijo una voz masculina y seguidamente escuche pasos acercándose a la puerta, la cual fue abierta por el Alirio, mi antiguo maestro de dibujo y actual profesor educación física de Lina. Tras de él, mi madre y mi hermana me miraban confundidas desde el comedor.
ESTÁS LEYENDO
Las luces del patio
ParanormalGustavo procuraba mantener todo bajo control, pero su encuentro con lo paranormal dará inicio a una serie de acontecimientos que lo obligaran a enfrentar la verdad. ¿podrá corregir sus errores o se quebrará en el intento? Todo es una cuestión de v...