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Itachi

Izumi me guía a su carpa y los niños van tomando mis manos, Ryu está un poco sonrojado, quizás estas muestras de afecto son tan nuevas para mi como para él, pero no puedo decir que no me explote el pecho de alegría.

— Ryu, pensé que ya habíamos hablado sobre armas— dice Izumi aún sin darse la vuelta a mirarlo.

— Hizo lo que tenía que hacer, estoy orgulloso de mi hijo— digo en un tono un tanto dulzón y así descubro que la paternidad puede ablandarte— él proteje a los suyos.

Ryu apreta mi mano, mis ojos van directo a él que ha agachado la cabeza.

— Aquí es— Izumi una vez que llegamos a una espaciosa carpa, ella se adentra buscando lo que parece ser un maletín— siéntate en la cama, Itachi.

La obedezco y me voy quitando la ropa hasta dejar mi pecho desnudo. Kou abre sus pequeños ojos y dice que soy fuerte mientras Ryu sale corriendo del lugar y tengo la tremenda necesidad de seguirlo.

— Él solo está feliz— Izumi se sienta a mi lado— supongo que el que tu padre te diga que está orgulloso de ti es algo​ bueno para cualquiera.

Le sonrío y ella me devuelve la sonrisa, sus mejillas pálidas están ahora cubiertas por un pequeño tinte rosado.

Una de sus manos toca mi hombro y con la otra empieza a limpiar la herida. Es la primera vez en mucho tiempo que las manos de Izumi tocan mi piel. Creo que mi cuerpo va ardiendo de a poco, pero luego miro a Kou y sonrío. Es un ardor cálido , que te hace doler el pecho pero con gozo. Es alegría de este momento. Alegría de tener a mi familia, la familia que perdí y pienso en recuperar.

— Izumi, no voy a irme— informo.

— Lo sé— dice sin dejar de curarme.

— ¿Dormirás con nosotros? ¿me contarás cuentos? — ese es Kou, y uno muy feliz.

— Sí— digo tocando su cabello y el me muestra la mas grande de sus sonrisas.

— Le iré a contar a Ryu— empieza a correr a la salida, pero vuelve de nuevo— también le diré a Sarada, ya no puedes irte— me dice el pequeño e hiperactivo niño.

Revuelvo su cabello oscuro igual al mío y luego el sale disparado a la salida.

Izumi sigue curando sólo que esta vez lo hace con sus propias manos sanadoras y en cuestión de segundos me encuentro bien.

La miro fijamente y ella muerde su labio inferior. Un gesto que hace cuando está nerviosa y yo también lo estoy, no quiero que me diga que debo irme, no ahora que estoy tan cerca de ellos.

— Itachi...

— Voy a quedarme— la interrumpo— voy a quedarme, les contaré un cuento — me paro y ahora ambos estamos parados mirándonos a los ojos— seguramente será el peor cuento de todos, porque nunca me han contado uno. Los voy a arropar luego, esperaré que duerman y volveré al poste maldito y al suelo frío si es lo que quieres. Pero aquí me voy a quedar.

Ella agacha su cabeza pero al parecer se arrepiente de inmediato, se había olvidado que estoy desnudo en la  a parte superior de mi cuerpo vuelve a mirarme a la cara. Y su rostro se pone enrojecido. Trato de ignorar todo el ambiente, quiero hablar de los niños.

— Si te quedas aquí a dormir ¿seguro puedo confiar en que no irás por planos o pergaminos que involucran planes de mi causa? — dice nerviosa.

— Izumi, no voy a hacer eso. Al único lugar al que me escabulliría sería tu cama— digo y ella se pone aún más nerviosa— realmente no tengo intenciones de arruinar ésto. No vine por la maldita batalla vine por ti , porque me moría de celos. Por mis hijos porque los extraño como no tienes idea ¿puedes confiar en mí?

Ella intenta tomar mi mano, sé que su intención es darme un apretón y estrecharla. Pero arruino totalmente sus planes cuando tiro tan fuerte de su mano que su cuerpo se pega al mío. Está tensa en su lugar pero cuando mis brazos la rodean, se relaja. Primero se niega a corresponder mi abrazo pero luego pone sus manos sobre mi espalda tomándola con fuerza.

Aprieto su cuerpo, y susurro— te extrañé — para luego dejar un beso en la curvatura de su cuello y hombro.

Ella suspira y yo me derrito, me alejo de ella porque no quiero que piense que estoy muriendo por hacerla mía de nuevo, cuando en realidad así es.

Mis mano permanecen a los costados de sus brazos y mi pecho empieza a moverse por la profunda respiración.
Sus senos suben y bajan, está tan agitada como yo. Finalmente sus ojos se encuentran con los míos y brillan, deslumbrandome ¡A la mierda mi control! Busco su boca con la mía, empiezo un beso que no es nada dulce ni lento, es furioso y cargado de deseo, para mi sorpresa ella me lo devuelve con la misma intensidad.

Sus manos tocan mis bíceps y yo voy directo a su cintura, pego su cuerpo de nuevo al mío y se que ahora sí ella debe sentir la erección bajo mis pantalones, porque larga un gemido en mi boca.  Mis manos bajan a su cadera y la hago frotar contra mi pelvis, después bajo más y aprieto su culo, la levanto del suelo sin dejar de apoyarla. Ella enreda sus piernas a mi cuerpo mientras voy en busca de la cama y la deposito cuidadosamente allí.

Le quito la ropa hasta que queda desnuda bajo de mí, me aseguro de cubrirnos con sábanas y frazadas, no quiero que nadie la vea desnuda si es que nos interrumpen.

Me coloco entre sus piernas y empiezo a depositar besos por su cuello.

Su pecho desnudo es cálido y suave, el contacto de nuestra piel es algo tan exquisito que había olvidado.

Ella aprieta mi culo y mediosonrío en su boca bajo mis pantalones, y pongo la cabeza de mi miembro en su entrada. Ella lanza un gemido ahogado por nuestro beso. Me voy hundiendo de a poco mientras la calidadez y humedad de su interior me recibe.

Mi piel se eriza cuando estamos unidos por completo y siento la necesidad de decirlo :

—Te amo.

Ella separa su boca de la mía y me mira por unos minutos mientras lleva una de sus manos a mi rostro.
Me acaricia suavemente admirando mis facciones, mis labios vuelven a buscar los suyos y empiezo a mover mi pelvis, he estado tanto tiempo sin ella que no puedo resistir el impulso de dar fuertes embestidas, ella lanza quejidos de puro placer que intenta reprimir.

Pero he empezado a hacer rápidos movimientos que se la han enloquecido, muerde mi piel, araña mi espalda y no ha dejado de gritar mi nombre mientras enreda sus piernas a mi cuerpo.

Me hundo más en ella mientras su sexo me oprime, y siento que voy a quemarme de tanto placer.

Tanto que no resisto dejarme ir en ella. Su pecho sube y baja , su cara brilla por las pequeñas gotas de sudor en su frente, y su cuerpo temblando me hace pensar que esta mujer es la más hermosa del planeta.

— Quédate— susurra en mi oreja.

Entonces respondo mientras mis ojos miran los suyos — Nací para quedarme a tu lado.

Entonces respondo mientras mis ojos miran los suyos — Nací para quedarme a tu lado

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Esclava de un UchihaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora