«Samuel»

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¿Qué hubiera pasado si Samu SÍ hubiera sido padre adolescente?
Pt. 2

Traté de cubrirme un poco mi estómago con la mochila mientras caminaba hacia mi salón de clases. Samuel me había enviado un texto diciendo que llegaría un poco tarde y por esa razón no llegamos juntos al colegio; misma razón por la que notaba más la atención que recibía por parte de los otros estudiantes.

Escuchaba murmullos a mis lados con cada paso que daba, y eso era bastante incómodo. Sentía que había pasado una eternidad hasta que entré al salón y fuí directamente hacia el pupitre de la esquina; recargué mi cabeza en mi mano y miré por la ventana.

Poco a poco comenzaron a llegar más alumnos y el salón fue llenándose.
"Así que era cierto." Escuché la voz de Lucrecia. "Te comiste la torta antes del recreo." Dijo en tono burlesco.

"Ni siquiera sé que significa eso, Lucrecia." me giré para mirarla.

"Oh, nevermind, querida." Me dió una sonrisa cínica.

Rodé los ojos y me giré de nuevo hacia la ventana. Realmente no tenía ni un poco de ánimos de soportar ese tipo de comentarios.

"Felicidades." Me dijo una compañera con la que en realidad nunca había cruzado ni media palabra. La ví y sonrió, pero yo no le respondí.

Poco después llegó mi salvador y única persona a la que quería ver en ese momento.

"Hola." Se sentó junto a mi y me dió un beso en la mejilla. Lo miré y le sonreí ligeramente. "¿Qué pasa?"

"Nada. Tranquilo." Fue lo último que le dije cuando el profesor comenzó la clase.

Seguía sintiendo miradas sobre mí, pero trataba de ignorarlas lo mejor posible. De todos sólo Ander, Nadia y Rebeka se habían enterado del embarazo por mí, y habían guardado muy bien el secreto. Los otros conocieron la noticia por una publicación en Twitter. Y me arrepentía de no haberlo hecho público por mi cuenta.

Cuando llegó la hora del almuerzo esperé a que todos salieran primero para levantarme de mi asiento.
Samuel seguía mirándome sospechoso, ya que me había preguntado varias veces qué me pasaba y seguía recibiendo la misma respuesta.

Me cubrí de nuevo con la mochila antes de salir del aula, tomada de la mano con Samu. Los murmullos comenzaron de nuevo, y parecía que sólo a mí me ponían incómoda; a Samuel parecía no importarle.

Nos sentamos en una mesa y ambos sacamos nuestra comida. Yo no tenía hambre, y sabía que si comía algo mi cuerpo lo regresaría.
"¿No vas a comer?" Preguntó Samu llevando el tenedor a su boca.

"No me apetece." Le respondí. "Puedes comerlo si gustas." Le pasé mi contenedor con comida.

Frunció el ceño. "El médico dijo que no te debes saltar tus comidas, eh." Me acercó de nuevo el contenedor. "Come."

Negué. "Puedo guardarlo para después."

Suspiró. "Supongo que no te convenceré. Pero me encargaré que comas luego."

Siguió comiendo y yo me dispuse a usar un rato mi móvil. Podía escuchar cómo las chicas de la mesa contigua hacían comentarios y reían, entre lo que decían logré escuchar mi nombre.

"Se dice que sus padres no quisieron pagarle un aborto." Dijo una de ellas antes de que todas comenzaran a reír.

Mi paciencia había reventado como un globo. "Si tenéis algo que decirme, podéis decirmelo a la cara." Les dije alzando la voz.

Samu me miró soprendido.
"Tranquila, sólo ignorales." Me tomó de la mano. "Ustedes a sus asuntos, joder." Le dijo a los que habían parado a mirar esta escena.

"No, Samuel. He soportado toda la puta mañana que estén hablando de mí y se burlen a mis espaldas." Me levanté de mi silla. "Sí, estoy embarazada. Y creo que ese es mi puñetero problema. Si ustedes no váis a criar a mi hijo entonces no estáis en posición de juzgarme." Dije con los ojos llorosos y tomando mis cosas para retirarme del lugar.

Caminé apresuradamente hasta el baño y me recargué en el lavabo. Solté todas las lágrimas que estaba aguantando desde que llegué. Eran más de frustración que de tristeza.
Escuché la puerta abrirse y sólo levanté la vista para ver a través del espejo quién había entrado. Era Samuel.

"Samu, ¿qué haces aquí?" Le pregunté frunciendo el ceño. "Si alguien te ve aquí te irá muy mal."

"No me importa." Dijo acercándose y abrazándome por la espalda. "No puedo dejarte sola en esta situación." Me miró por el espejo. "Debes estar tranquila. Estoy seguro que ya no te dirán nada, de eso me encargo yo."

Le sonreí. "Ni siquiera tengo una barriga tan grande, no sé qué les causa gracia en realidad."

Movió su mano para tocar mi estómago que apenas comenzaba a notarse. "Sólo un par de meses para que acabe el curso y nadie podrá molestarte."

Puse mis manos sobre las suyas y miré la escena en el reflejo. Era algo muy conmovedor. Veía a una pequeña familia formada de dos adolescentes asustados y a la vez felices, junto a una barriga que portaba un pedacito de humano.

"Sólo con tenerte a tí a mi lado estaré feliz. A tomar por culo los otros." Le dije y él rió ante mi elección de palabras. Me giré para darle un beso en los labios. "Pero ahora enserio debes salir del baño de chicas, Samu."

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