Estaba helada, sí. De hecho, lo he estado durante toda la noche. Créanme que no estoy exagerando, si tan solo pudieran ver las caras de decepción y enojo de mis padres o como transmiten esa energía de querer matarme y sepultarme, estaría muy pero extremadamente muy segura de que hasta les costaría respirar. Mi mamá no crió cobardes, eso sí jamás, pero ¿Quién es inmune a esa mirada fría que te regala la mujer que te dio la vida?
—¡Con que aquí estabas!—escuché decir a mi mamá a toda voz—. Te llamé como quince veces y más te vale que no hayas puesto el celular en silencio porque las consecuencias de todo esto serán extremadamente graves. ¿En qué cabeza te cabe, Riley?
Volteo a ver a Sebastián y ante mi silencio, ella hace lo mismo. Hace un gesto raro con su cara, como si quisiera expresar disgusto y lo consigue porque me pongo mucho más incomoda. Se formó un silencio en el lugar que esperaba que alguien rompiera, hasta que mi mamá se voltea de nuevo hacia mí y toma un poco de aire para decir algo:
—Ven acá, tenemos cosas que discutir en privado y el hecho de estar en un hospital no lo va a impedir porque de esta no te salvas.
What.
Dios, lo más irónico de todo esto es que Sebastián siempre abre la boca cuando no debe, dice estupideces y resulta convertir los silencios incómodos en momentos todavía más incómodos. Pero precisamente hoy, justo ahora, permanecía en silencio. ¿Y quién mierda era esa pareja que acompañaba a mi mamá?
Sin tiempo a protestar, camina fuera de la habitación y me jala del brazo con ella. Iba rápido, y podía sentir lo enojada que estaba. Seguramente tenía ganas de matarme, diría que nunca me había tratado de esa manera. ¡Pero claro! Ella cree que casi mato a mi hermano, pero si supiera lo que realmente sucedió.
Caminó unos segundos más hasta detenerse frente a una puerta color celeste, tenía un cartel que decía "Sala de Juntas. Solo personal autorizado". Mi mamá soltó un suspiro y entró llevándome con ella. Las paredes de la sala eran de color celeste, su piso era de cerámica blanca, y tenía dentro una mesita de vidrio con unos sillones muy lindos de negro alrededor. Cierra la puerta, avanza un poco más, y me suelta bruscamente del brazo empujándome hasta caer en el sofá negro.
—¿Qué tienes para decir?
Me quedo callada, pensando en cómo explicarle toda la locura que acababa de pasar.
—Riley, cuento hasta tres para que me cuentes, no me hagas llegar a tres y mira que voy por dos.
Esa táctica la usaba cuando era pequeña, cuando quería que dejase de hacer algo malo, o para hacerle caso, o también para sacarme las verdades a la fuerza. Y la realidad recaía en que, no había una manera decente de contar lo que pasó; solamente le diría lo que sabía, como lo recuerdo, y cumpliría mi parte al hacérselo saber.
¿Qué me haría daño psicológicamente? Sí.
¿Me iba a castigar y lloraría toda la noche? Sí.
Pero esa era la mayor red flag de los padres. Hay momentos en los que se convierten en una fiera y te gritan, te hacen sentir menos, te desprecian, hacen que quieras huir de casa, y luego, cuando es tu cumpleaños, felicitan a la "maravilla que alegró su vida"
Tal vez algunos no buscan hacer sentir mal a propósito y solo lo dicen por el calor y la emoción del momento. Así como cuando te coges a alguien solo porque le tienes muchas ganas y no podías controlarte.
Quizá ella tampoco me diga enserio todas las crueldades que está a punto de soltar por su boca.
—Me quedé en casa como me lo pediste, llegaron extraños con capuchas, nos quisieron robar, nos secuestraron, cuando reaccionamos resultamos estar en una habitación gris, volvieron esos hombres, nos dieron ropa de fiesta, la usamos, y resultamos estar en una fiesta—comienzo a decir—, el organizador de esa fiesta es ese sujeto dentro de la habitación, y yo quise irme, tal vez no me creas pero si quise salir de allí. Cuando estaba por irme escuché unos disparos y gritos—a partir de ahí, mi voz comenzó a quebrarse, estaba al borde del llanto—, y… ví a Ryan en el piso, con sangre, mientras el resto esperaba una ambulancia.
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Un fallo de escritora
HumorSoy Riley Thorpe, la peor de las escritoras. Hoy en día todo es sexo y mas sexo, y a mi solo se me corta la inspiración mientras intento escribir. Entonces recapitulemos, ¿que mejor que tener sexo y luego escribirlo? suena raro, lo se, pero a mi her...