Capítulo 3

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— ¡Ha sido un éxito, Anaju, un completo éxito! — Exclamó mi compañero Javy emocionado.

— Bueno, tampoco es para tanto. — Respondí algo sonrojada.

— Sí es para tanto. Tendrías que haber visto la cara del cliente, le brillaban los ojos. Y la verdad es que es completamente normal, el diseño es increíble. Él mismo dijo que se esperaba algo simple y el resultado es muchísimo mejor que cualquier cosa que hubiera imaginado.

Yo no pude evitar sonreír.

— Es que cuando lo vi, wow, se me cayó la baba. ¿En qué te inspiraste, por cierto? No me lo has contado.

Me quedé callada, sin saber bien qué decir. La idea principal del diseño era la dualidad. En él destacaban dos figuras femeninas, una que era oscura e inspiraba dolor y sufrimiento, y la otra que transmitía pasión, poder y energía. Ambas se diferenciaban perfectamente pero a su vez estaban unidas por un lazo. Mi inspiración evidentemente había sido cierta rubia.

— Bueno, si no quieres decírmelo, no hace falta que lo hagas. — Se encogió de hombros y yo sonreí agradecida. No quería contarle a nadie sobre Samantha ni aquella noche. No por nada en especial, simplemente hay cosas que prefiero guardarme para mí, aunque, en este caso Mai también lo supiera. Por suerte para mí, Javy solía respetar bastante la privacidad de los demás, especialmente la mía, ya que sabía que era bastante reservada.

— Bueno entonces con esto ya habríamos acabado por hoy. Te avisaré cuando sepa más acerca del nuevo cliente del que te hablé antes. Disfruta de tu fin de semana.

— Igualmente, Javy. — Respondí sonriendo y marchando por la puerta.

Mi casa estaba a apenas veinte minutos del pequeño estudio que Javy y yo alquilábamos para tema reuniones con los clientes. Teóricamente también servía para que yo pudiera trabajar en los diseños desde allí, pero normalmente terminaba acabándolos en mi casa, así que Javy le daba más uso al piso. Normalmente habría vuelto andando pero llevaba dos noches sin apenas dormir entre unas cosas y otras y el cansancio me podía. Porque efectivamente, después de no pegar ojo la noche en la que Samantha Gilabert estuvo durmiendo en mi cama, la siguiente me la pasé terminando el diseño en un ataque repentino de inspiración. He de decir estaba muy orgullosa del resultado, me había quedado increíble, pero el cansancio me hacía mella y decidí coger el bus para poder llegar a mi piso lo antes posible. Piso en el que, nada más entrar me tiré en el sofá dando rienda suelta a mi sueño.

Una melodía que se me hacía bastante familiar fue lo que me despertó. En seguida la reconocí, era mi tono de móvil. Lo cogí adormilada sin siquiera mirar el nombre que me aparecía en pantalla.

— ¿Sí? ¿Quién es?

— Hola, Ana Julieta...

Quizás debería haberlo hecho.

La voz al otro lado del aparato me dejó paralizada y todo el sueño que tenía se esfumó de golpe. ¿Cuánto llevaba sin escuchar esa voz? ¿Meses? ¿Varios años? Ya ni me acordaba.

— Mamá... ¿Qué quieres? — Pregunté soltando con cuidado el aire que sin darme cuenta estaba acumulando en mis pulmones.

— Solo queremos saber cómo estás.

— Bien, supongo que bien.

El silencio inundó la conversación durante unos segundos. Mi mente no dejaba de dar vueltas y más vueltas, sentía una opresión en el pecho que no me abandonaba. ¿Por qué no era capaz de colgar el teléfono?

— Me alegro.

— Mamá, si no vas a decir nada más... — Dije notando cómo me faltaba el aire.

La lluvia en tus ojos (Samaju)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora