Capítulo 13

211 17 4
                                    

El último disco de Belén Aguilera sonaba en los altavoces del coche desde el móvil de Samantha. He de admitir que la chica tenía un gran talento componiendo. Nunca me había parado a escucharla hasta ahora, que analizar su música se había convertido en mi único pasatiempo ante el silencio sepulcral que se había creado entre la valenciana al volante y yo. Llevábamos todo el camino sin hablar. Ella de vez en cuando hacía algún amago de empezar una conversación, pero nunca parecía encontrar el valor, así que yo focalizaba mi atención en el paisaje que mostraba la ventanilla del asiento del copiloto y ella se concentraba en mantener la vista en la carretera. De vez en cuando canturreaba alguna canción de las que sonaba y yo me odiaba por no poder evitar perderme en su voz. El dolor después de descubrir que la persona a la que Samantha quería era su ex mejor amiga seguía perdurando y mi plan de dejarme un tiempo para tratar de manejar mejor mis no correspondidos sentimientos había sido frustrado por una encerrona organizada por mi propia mejor amiga.

— ¿Vamos a ignorarnos durante todo el viaje? — Pronunció por fin.

— Creo que será lo mejor.

Ella suspiró probablemente cansada de mi actitud.

— Que sepas que Maialen realmente lo intentó. Trató por todos los medios de cambiar el turno para irse contigo, pero no le dejaron.

— ¿Y tú eras la única opción? — Pregunté irónica.

— Solo te pido que no te enfades con ella, si quieres enfádate conmigo, pero lo único que quería era que alguien te acompañase, aunque no fuera ella y, no te ofendas pero no conoces a demasiada gente. Igualmente si hubieras preferido irte tú sola en autobús podrías haberlo hecho, nadie te ha obligado a meterte en este coche.

Tenía razón y yo lo sabía. Podría perfectamente haberles mandado a ambas a la mierda para tomar el primer bus que me dejaría a relativamente poca distancia de mi casa en Alcañiz, un par de horas de más no eran un problema para mí. Pero Maialen tenía razón y la idea de enfrentarme yo sola a mis padres por mucha enfermedad que hubiera de por medio, me aterraba. Y, por mucho que me doliera, la presencia de la rubia lograba tranquilizarme. Una vez más mi mejor amiga me conocía mejor que yo misma.

Observé a Samantha por primera vez desde que había entrado en el coche. Ella me devolvió la mirada durante un segundo para luego continuar con su vista en la carretera. La tristeza que se reflejaba en sus ojos me desarmó por completo, ¿estaba realmente enfadada con ella o con Mai, o simplemente estaba actuando así porque mis sentimientos me sobrepasaban?

— Está bien. — Hablé. — No me enfadaré con ninguna de las dos. Pero Sam, yo... necesito tiempo. Ahora mismo me alegro de que estés aquí porque realmente lo necesitaba, pero después de esto necesito que estemos un tiempo sin vernos, porque mirarte y saber que no me ves de la misma forma que yo te veo me mata por dentro.

Observé cómo ella tragó saliva.

— Lo entiendo, si eso es lo que quieres, me parece bien. Creo que yo también lo necesito.

Ella también necesitaba tiempo. En el fondo imaginaba que se referiría al tema de su sexualidad, pero no podía evitar pensar en Eva. La gallega me había afirmado que ella ya no sentía nada por Samantha pero esos sentimientos podrían volver a surgir de nuevo, ¿no? Mi cerebro se perdió entre las mil maneras por las que Samantha podría romper de nuevo mi corazón con el tiempo que yo misma le había pedido cuando un cartel que indicaba la entrada a un núcleo urbano llamó mi atención. Habíamos llegado a Alcañiz.

— Vale, si no te importa antes de que lleguemos tengo que ir a una gasolinera.

De repente una idea pasó por mi cabeza como un relámpago y sentí cómo la valentía se apoderaba de golpe de mí.

La lluvia en tus ojos (Samaju)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora