Capítulo 4: Las hojas lloran libertad.

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L A S    H O J A S    L L O R A N
L I B E R T A D





Los tíos de Mari bajaron no entendiendo de quién eran las visitas, sin embargo fue Natalicio enojado quien abrió la puerta sin dejar que la servidumbre lo hiciera.

—¿Adrián? ¿Qué haces tú aquí? — Preguntó calmando un poco su ira delante de aquél idiota que se creía mejor que él.

Adrián estaba más sorprendido que él. No esperaba ver a ése pelirrojo de pacotilla en la casa de los Gautier. Tampoco sabía que él estaba conectado con la familia de la joven que conoció apenas anoche.

—Vengo a tratar unos asuntos con el Sr. y la Sra. Gautier. —Comentó neutral ahorrando las otras palabras y sus verdaderas intenciones.

Natalicio sonrió con maldad ya viendo venir lo que el rubio se había dispuesto.— ¿Puedo saber sobre qué?

—No son tus asuntos.

—Por supuesto que sí, estas tratando con los tíos de mi futura - No pudo terminar su frase destructora porque los nombrados anteriormente aparecieron.

—¿Joven Agreste? ¿Qué lo trae por nuestra casa? — Preguntó amablemente y sorprendido el mayor.

—Pasaba a saludar, hace tiempo que no venía por aquí y me pareció adecuado comentar unos temas que son de mucha importancia para mí. —Sonrió sinceramente a la pareja.

Antes de que ellos dijeran algo, Natalicio se adelantó irónico.— Que inoportuno, Adrián. Justamente ahora estábamos celebrando mi compromiso.— Sus labios de elevaron al cielo con maldad.

Adrián miró de la pareja al pelirrojo no creyendo lo que trataba de insinuar el hijo del general.— ¿Compromiso?

—Sí, La hermosa sobrina de los Gautier y yo vamos a casarnos. ¿No es maravilloso? Estamos muy enamorados. —Adrián tragó saliva.— ¿Quieres unirte al festejo? —Agregó burlón, sabiendo que la noticia no había sido bien tomada por quien aún estaba en la puerta.

Adrián enfureció sus gestos formulando hipótesis erroneas en su cabeza y negó.— No, estáis muy ocupados con el festejo. Lamento importunar, mis felicitaciones a la pareja.—Volvió sobre sus pasos sin escuchar ninguna despedida ni ver como Natalicio agitaba la mano con sus labios estirados para arriba, orgulloso. Burlando al joven que se quedó sin una mujer que él poseería. 

Se fue sin saber que una señorita lloraba contra la palma de su mano escuchando que el joven con el que había bailado aquella noche de ensueño se iba, sin poder ella dar la cara, o al menos agradecerle la mejor noche de su vida.

Cuando su prometido y tíos regresaron ella sin mirarles de despidió.— No me siento bien, disculpen mi falta pero he de retirarme.

Corrió escaleras arriba y entrando a su habitación se echó sobre su cama a llorar.

No sabía por qué había estado en su casa el joven rubio, pero sin siquiera intentarlo su cabeza se ponía a imaginar que tal vez: él venía a pedir su mano, que tal vez había querido cortejarla y aquél hombre desgraciado le había ahuyentado, desechando así todas las ilusiones o posibilidades de estar con aquél hombre de ensueño.
Sacudió su cabeza despejando la fantasía del rubio en su casa para pedir su mano, porque solo le hacía más daño. Posiblemente el rubio sólo había ido a hacer un trato con sus tíos.

Por otro lado, estaba el hecho de que el pelirrojo con el que contraería nupcias era un cretino, un lunático obsesionado con ser superior que cualquier persona, sobretodo un agresivo que quería pisotear a la mujer y engrandecer su poca masculinidad. Pues Marie no creía que dejando por lo bajo a una dama se haría más hombre.  Su futuro estaba destinado a la desdicha junto a un hombre que no le amaría, la degradaría y usaría a su más debido antojo.

En un arranque por querer huir un momento de su fea realidad, salió de su habitación, bajó las escaleras privadas de la casa, llegó al patio y se direccionó a los establos donde se refugiaban los caballos.

Si bien no estaba bien que una joven de su alcurnia cabaldara, no le importó. En el bosque no había nadie y si sus tíos la descubrían sólo le preguntarían por qué lo hizo, ya que ellos no le prohibían hacerlo, siempre y cuando nadie le viera.

Preparó el caballo pura sangre de un color negro hermoso. Luego soltando un suspiro subió a el rasgando un poco de la tela del vestido. Mas nada le importó cuando el animal empezó con su trote ganando velocidad.

Ella quería huir. Lejos, bien lejos.

Aunque sabía que debía volver.

Aceleró el paso del caballo sintiendo su peinado deshacerse con el viento. La libertad acariciando su cabello, dejando caricias en su piel desnuda. Podía ver que lo que ella necesitaba no era un hombre a su lado, sino la libertad.

El caballo se adentró en el bosque más rápido de lo que esperó, quiso frenar un poco la velocidad pues no podía ver bien por dónde iba a tal velocidad y las hojas de los árboles golpear su rostro, incluso ramas arañaban su vestido, brazos, cuello. Tiró de las cuerdas intentando frenar al caballo que descontrolado corría sin rumbo.

—¡Para, Plagg! ¡PARA! —Sin embargo el animal no atendió su voz.

Dios mío sálvame de esta y prometo jamás ser cobarde. — Rogó al cielo cerrando los ojos porque le picaban de golpes.

Plagg pareció asustarse con algo y rechinando y alzando sus patas delanteras frenó tirando a la joven al suelo. Cayó de espalda quejándose de dolor, sin embargo, al ver que el animal retrocedía e iba a pisarla se echó a un costado quedando con hojas secas y tierra en su rostro y tierra.

Segundos después se dignó a levantar su cara pegada al suela, escupió la suciedad. Observó al animal que miraba alterado una serpiente. Mas ella no hizo nada para alejarla, solo la miró que también estaba enojada y a los segundos se alejó.

Volvió a echar su rostro a las hojas secas sobre la tierra dejando salir un suspiro. Se sentó en el suelo rendida. Muy al contrario de lo que alguien podría pensar viéndola así, ignorando el dolor de su cuerpo se sentía bien. Liberada. Como si el golpe le hubiera quitado la furia mas el dolor que cargaba encina.

Sin limpiarse tomó un poco de la vegetación seca del bosque apretando su puño y haciéndolo resquebrajarse. Estaba sucia, el vestido roto, toda la piel con arañazos, hacía frío, todo le dolía y parecía una vagabunda.

—Qué lindo.—Se dijo así misma jugando como una niña pequeña con las hojas y ramas secas.

—¿Se encuentra bien, señorita? — Preguntó una voz acompañada de una cabalgata lenta.

Marie tragó saliva no queriendo levantar la vista. Reconocía ésa voz. Contrariada, temerosa, levantó lentamente sus ojos queriendo mirar al hombre sobre aquél corcel. Justamente, se topó con quien menos le hubiera gustado encontrarse en esa situación.

—Jo-joven Adrián.— susurró avergonzada.

Ya no se sentía tan bien estar así. Despeinada, sucia, rotosa...Y ahora absolutamente avergonzada deseando desaparecer de la faz de la tierra o al menos que alguien los noqueara a los dos y borrara ese desastroso momento de sus memorias "por accidente".

Definitivamente todo iba de mal en peor.

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Iba a publicar esta parte mañana, pero me llegó un mensaje diciéndome que hoy se vencía mi pack de Internet.

Además me enteré de que hoy es el cumpleaños de Flatters_15 ¡Felíz Cumpleaños, corazón! Muchos muchos muchos besos y abrazos, ojalá se cumplan todos tus anhelos y deseos  <3 <3

No soy muy buena con las felicitaciones peeeero lo intenté jajaja <3

¡Adiós, hasta pronto, nos vemos, bye!

1800 EL IMPERIO DE NUESTRO AMOR ||ADRINETTE||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora