Capítulo 7: Ella Morirá En Soledad.

455 49 51
                                    

E L L A    M O R I R Á
E N
S O L E D A D

Marie se encontró en su cuarto. Sola.

No recordaba ni cómo había llegado, la tarde ya había caído. El sol se estaba ocultando. Fue el día más corto de toda su vida. Pero también el más hermoso.

Su mente ya ni le ponía la mínima importancia a Natalicio y sus deseos de destruirla. Su persona carecía de importancia ahora que Adrián había vuelto y le había mostrado las estrellas.

De solo recordarlo a él se le aceleraba el corazón y sus mejillas se ponían rojas. El cosquilleo en el vientre se volvía intenso, y su mirada enamorada en el reflejo frente a ella le hacía amonestarse por parecer una tonta. Pero luego volvía a pensar en Adrián, en su hermosa sonrisa, en sus preciosos ojos esmeraldas y...inevitablemente volvía a sonreír.

Adrián era amable, sencillo, humilde, cariñoso, atento y romántico romántico. Pero también era fuerte, tenía un poco de agresividad, atrevimiento, posesividad y seguridad en todo lo que hacía. Era un rejunte de cosas que a ella no sabía que le gustaban. Descubrió que él era lo que quería ser en el momento que se le antojara. Eso por un momento la hizo temer, porque cabía la posibilidad de que él solo la estuviera usando. Pero sabía que no. Sabía que él no era así, se lo transmitían sus ojos cuando se encontraba con los suyos, esos que le gritaban que la amaba aún antes de nacer, que quería poseerla y pertenecerle a la vez.

Su mirada era fuego ardiente en su piel. Quemaba y dañaba. Pero su ardor era una adicción. Lo sabía, si no era ahora, sería más adelante. Si no se unía a él en ese momento, si no dejaba que sus llamas la devoraran ahora...sería más adelante o incluso en otra vida. Estaba completamente segura de que no importaba el día, el momento, las circunstancias o el lugar, ellos serían eternos, y eso que florecía cada que se encontraban no tendría fín. Solo eran contratiempos que la vida caprichosa se esmeraba en poner entre ellos.

Marie -Marinette en otros tiempos- caminó silenciosamente hasta su cama. Aún recordaba la sensación de las fuertes manos de Adrián en su piel.

Recostada sobre las suaves mantas cerró los ojos felíz. No sabía lo que pasaría mañana, no tenía idea de lo que planeaba Adrián para ayudarla, y aunque ella estaba dispuesta a poner lo que sea de su parte, confiaba plenamente en él.

—Adrien...volviste.— Susurró finalmente entre sueños. Mañana en la mañana no sabría con quién se reunía entre sueños. Su debil mente no estaba preparada para eso, tampoco su acelerado corazón, ni mucho menos la cordura de ambos.

°.°.°.°.°.°.°

Natalicio deshenredó sus manos del cabello de la mujer cuando tuvo suficiente. Complacido.

—Puedes retirarte Leila. No quiero verte mas. — Ordenó después de dejar que ella limpiara sus restos. Luego procedió a limpiarse ella.

—Son sus órdenes, señor. Esperaré su carta para verlo otra vez. —

—Eso no sucederá.

Leila se sorprendió. ¿A qué venía esa actitud? Desde que el joven había cumplido los 13 que ella le prestaba sus servicios. Era casi exclusiva para él. Y él ya tenía más de veinte. ¿Por qué terminar con algo que les daba placer a ambos? ¿Será que ahora a él comenzaba a importarle que ella fuera tres años mayor? ¿O ya no quería que lo tocara una ramera?

—No entiendo, mi señor. ¿Viajara por mucho tiempo? — Preguntó sin poder evitarlo.

El pelirrojo elevó una ceja acomodando sus pantalones.

—No te debo explicaciones. — Gruñó. Sin embargo quería presumirle en la cara a esa mujerzuela que él le daría a alguien lo que ella jamás obtendría de nadie: un hogar, dinero, buena posición, hijos y un anillo para presumir. — Pero quiero que te quede claro por qué no volverás a pisar este lugar...—Respiró hondo, y se aseguró de mirar a la mujer a los ojos para ver su reacción.— Me e comprometido. Voy a casarme con la mujer más hermosa y la más deseada entre los hombres del emperador. Ella vivirá aquí, ella me complacerá.

Leila no ocultó su pesar. En algún momento de todos esos años comenzó a creer que ese hombre cruel podría amarla y darle un lugar al que pertenecer. Qué tonta había sido. Natalicio era igual que ella. Ambos tenían podrido el corazón y se alimentaban de las desgracias de otros.

Recobró su postura y mostró su mejor cara altiva. — Bien, no volveré aquí. Tú volverás a mí. Esa mujer no podría amar a un hombre como tú, sea quien sea. Tal vez esté a tu lado a la fuerza, lo sé, la obligarás, porque así eres tú. Nadie estaría contigo por voluntad propia. Pero aunque esté contigo, ella amará a otro en secreto, será suya, su amante, y antes de que puedas darte cuenta ella escapará de tus brazos para correr a él y huir de ti. —Antes de salir por la puerta sin mirarlo dijo las últimas palabras al ver al hombre agitado que estaba por golpear la puerta, era uno de los que en las sombras hacían el trabajo sucio de Natalicio.— No podrás hacer nada para evitarlo, ya la has perdido.

Ella salió. Y como dijo; jamás volvió. Pero dejó a un furioso muchacho caprichoso.

—¡Señor! ¡Tengo malas noticias señor! —Gritó nervioso el hombre. Darle las malas nuevas no era nada benéfico. Aveces se desquitaban con ellos y podían perder la vida.

Natalicio aún enojado le dejó hablar. Era el hombre al que le había encargado vijilar a su prometida. —¿Qué puede ser tan malo para que vengas así?

—Es-es su prometida Marie Gautier y Adrián Francois señor.

El solo hecho de poner esos nombres en una sola oración ya era peligroso— ¿Qué tienen ellos? ¡Habla ya hombre!

—Ellos...— Tragó saliva dudoso, nervioso, sudando del miedo.— Adrián Francois tomó a su prometida señor...se acostó con ella a escondidas. Los vi en pleno acto a las orillas del río.
















Aquí Leila es Lila. No es la mala ni la buena. Solo es una persona que tomó malas decisiones. Y le dijo cosas muy ciertas a Nathaniel, aquí Natalicio.

Besooos <3

Ya quiero que vean el final.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 13, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

1800 EL IMPERIO DE NUESTRO AMOR ||ADRINETTE||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora