04. Foso

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Wen

Me van a castigar.

Ya me vi cubierta de hiedra venenosa y cadenas de espinas.

Merezco todo el castigo que me den.

¿En qué demonios estaba pensando al exponer mis poderes frente a un idiota curioso como Lucas Zhing? Repudio su existencia en estos momentos y repudio al vampiro del clan de Herodes Jaris por estar alimentándose de estudiantes universitarios borrachos en media parada de autobuses, ¿por qué tenía que ser precisamente Lucas?

—Un castigo disciplinario es mejor por mi familia que en el Forum de Brujas —susurré tratando de tranquilizarme y arranqué una hoja de limón a mi paso mientras camino lentamente el sendero a mi casa.

Rodeé el taller de autos de mi familia y crucé el portón de mi casa.

Sobre el tejado está mi hermano de quince años lanzando pociones de olor extraño al aire. Tomé impulso y de un solo brinco llegué hasta su lado y me senté a poca distancia de él viendo los frascos que tiene por todo el tejado.

—Estás en problemas, Wen —dijo Wael sin siquiera mirarme—. Herodes Jaris reportó un vampiro convaleciente lleno de espinas.

Dejé salir un suspiro y tomé uno de los frascos de mi hermano viendo el contenido color verde brillar.

—¿Nuestra madre está enojada? —pregunté.

Wael arrojó un polvo al aire y este rápidamente se transformó en un cuervo que a los pocos segundos explotó en cenizas.

—¿Enojada? no, ¿Sorprendida? tal vez, ¿Preparando el foso de castigos? definitivamente.

Mi hermano se inclinó y me quitó de la mano el frasco que había tomado. Me miró con una sonrisa burlona y se volvió a levantar para seguir en lo suyo.

Yo gateé por el tejado hasta llegar al extremo trasero de la casa y desde allí, el fuego de la fogata me dejó ver a mi madre lanzando hiedra venenosa al foso de los castigos. También veo a mi abuela moviendo sus manos en dirección a la tierra, seguramente invocando a la tía Valezka para que venga a custodiar mi castigo.

Escuché los pasos de Wael y seguido se sentó en el borde del tejado con los pies colgando.

—¿Por qué lo hiciste? —indagó con curiosidad.

Yo lo imité y desde allí ambos vemos como la tía Valezka salió de un solo brinco del suelo y comenzó a reír de forma alta y burlona.

—Supongo que tuve un momento de idiotez que ahora me dejará encerrada en el foso por días con el espíritu de la bruja más insoportable de la familia Davis.

—Y yo supongo que esa estupidez vale este castigo porque esa bruja tenía días sin salir y de seguro hablará más que de costumbre.

Cuando uno hace promesas, las debe cumplir como si fuesen ley. 

Mi madre, la mujer que me está preparando el castigo, fue la que me enseñó sobre ello. Así que no lo dije en voz alta, no iba a ser capaz de admitirlo, pero estaba dispuesta a pagar la consecuencia de mi mala acción porque estaba honrando una promesa, a pesar de que a quien lo prometí me odiaba con cada fibra de su ser. 

 

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