Wen
—No lo sé, Jhilizu —dije mientras camino entre los árboles de limón sosteniendo con fuerza la canasta en mis manos—. Un humano jamás me ha llamado la atención, y acercarme con segundas intenciones a Lucas es terreno peligroso, es el mejor amigo de Chris y él jamás aceptaría algo así.
—Exageras todo, como siempre —respondió el pequeño elfo y arrojó un limón de gran tamaño a la canasta.
Rápidamente brincó al siguiente árbol corriendo con cuidado por las ramas espinosas.
—¡No exagero! Te juro que cuando se dio cuenta de que fui yo la que había lastimado a su preciado amigo hace unas semanas casi me golpea.
—Eso es entendible, lo atrapaste en un espejo encantado en el Reino de los Muertos. Apuesto a que lo único que desea hacer es golpearte.
—Eso fue hace diez años ¡¿Por qué nadie lo supera?! —él arrojó otro limón a la canasta y seguido uno a mi cabeza—. ¡Auch! ¡Jhilizu!
—Ups —dijo, burlón.
Me incliné de mala gana para recoger el limón y ponerlo en la canasta.
—Creo que ya tenemos suficientes para la limonada de esta semana —avisé.
—¡Wuju! ¡Atrapame! —exclamó emocionado con su chillona voz.
Jhilizu dio un brinco y me acerque un poco al árbol. En seguida quedó en mi hombro derecho y se sentó allí.
—Jhilizu, ¿qué hago?
—Yo creo que deberías hacer las paces con Chris, extraño verlo.
—Me odia.
—Eso es porque jamás te disculpaste.
—Su familia me prohibió acercarme a él y Chris no quiso hablarme nunca más.
—Eran niños, Wen. Debió estar asustado luego de salir del espejo y tú simplemente te alejaste.
—No fue mi decisión, Jhilizu. No nos querían juntos.
—Entonces es una lástima que lo hayas puesto dentro de tus tres límites, y él a ti en los suyos, ¿no?
Hice una mueca cuando ya estaba llegando al camino principal y me detuve para mirar sobre mi hombro.
—Para ser tan pequeño eres un gran idiota.
—Trátame bien, gruñona —dijo y se puso de pie para dejar un beso muy chiquito en mi mejilla—. Después de Wael, soy el único amigo que te soporta.
Sonreí de lado y me acerque a un árbol de limón para dejar que se suba por las ramas y vuelva a su refugio.
—Nos vemos, Jhilizu, salúdame a todos.
—¡Lo haré! —dijo a lo lejos y yo proseguí a caminar para la casa.
El taller no abrió hoy, ya que lo habían fumigado así que al pasar por enfrente me aseguro de que todo esté bien cerrado.
Al llegar a la casa, me voy directo a la cocina para dejar la canasta sobre la mesa.
—Hueles a elfo —dijo mi abuela al verme.
—Estaba con Jhilizu recogiendo los limones.
—Esta mañana mientras estabas en la universidad te llegó una carta —me extendió un sobre negro.
—Gracias, abuela —tomé el sobre—. Estaré en mi habitación.
En mitad de las escaleras rasgue el sobre y saqué lo que hay dentro, un pedazo de papel y con un corto mensaje escrito con tinta blanca:
¡Por favor, espere al Recolector muy pronto!
Estamento Bruja-Hechicero por lo que se dicta la Ley Número 2 Estamos procesando el castigo.
—Carajo —susurré molesta..
Perfecto momento para que Wael no esté en casa.
—¡Abuela! ¿solo llego una carta?
—La de Wael está sobre la chimenea.
Mierda, mierda, mierda.
Baje las escaleras para ir a la sala y rasgar el sobre negro con el nombre de Wael y ver el mismo mensaje.
—¡Tengo que ir a casa de un compañero!
—¡¿A qué?!
Tomé mi chaqueta del gancho junto a la puerta para salir de casa.
—¡Proyecto final! —respondí—. ¡No me esperen para cenar!
Mientras caminaba fuera de la propiedad saque el celular de mi bolsillo y le escribí a Wael.
❁❁❁
Lucas
Terminé de ayudar a subir la última maleta de Asher al auto de su padre.
—Te voy a extrañar.
—No seas una nena —respondió de forma perezosa—. No me estoy muriendo y nos podemos escribir.
—No será lo mismo —bufé.
—Bueno, hermano, así es esto —subió los hombros.
—Hora de irnos, Asher —avisó su padre antes de subir al auto.
—Vaya, sigue molesto, ¿eh? —sonreí de lado.
—Si me expulsan del instituto de Ocean Hills, la siguiente parada será la escuela militar —dijo burlón.
—Intenta portarte bien —pedí aunque lo más probable es que no me haga caso—. Y en caso de que no llegue haber gomitas, escríbeme, ¿si? mi mamá y yo te enviaremos paquetes —le extendí la bolsa que había comprado.
Asher quería llorar, pero no se lo permitió, solo aceptó la bolsa y me abrazó con fuerza.
—Nos vemos, hermano —dijo al separarse.
Choque mi puño con el suyo y así lo vi alejarse para rodear el auto y subir al copiloto. Desde mi lugar observé el auto alejarse hasta que lo perdí de vista.
—Si te vas a poner a llorar, mejor no lo hagas. Mira que no estoy de humor para eso —escuché la voz de Wen a mi espalda.
Me giro totalmente confundido a verla.
—¿De dónde has salido? ¿Qué haces aquí?
Ella sonrió de lado y no dijo nada, otra voz lo hizo por ella.
—¿No lo recuerdas? Entre mentirosos nos protegemos —respondió Wael a mi espalda.
Doy un brinco asustado al girar y verlo allí con una sonrisa idéntica a la de su hermana.
—Deben dejar de hacer eso —los miré a ambos—. Harán que se me salga el corazón de un susto.
—Te acostumbrarás —dijo el rubio.
—¿Estás solo? —preguntó Wen al señalar mi casa—. Tenemos problemas.
Dejé salir un suspiro.
—Sí, vamos. No puedo esperar para escuchar qué nuevo problema sobrenatural está en camino —murmuré sarcástico mientras los hermanos Davis me seguían de cerca.
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033
Ciencia FicciónTercera Historia de la saga: 👑Reinos Sobrenaturales 🍃 A Lucas jamás se le pasó por la mente que aquella chica rubia, silenciosa, que suele estar con cara enojada fuera más interesante de lo que él creía. TODOS LOS DERECHOS RESERVADOS © Antisocial...