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Colmillos.

México se mantenía en silencio dentro del auto, junto con aquella organización que tenía en su cuerpo algo de sangre.

—¿Como me encontraste?— susurro México aún abrazando sus piernas con la chaqueta de su acompañante encima suyo.
—No fue difícil, teniendo en cuenta que sé los lugares donde ONU viene a quedarse en diferentes reuniones y... Por tu teléfono.— respondió mirando al frente.

—Debí suponerlo...— soltó una risita mirando el paisaje.
—¿Quieres que te lleve a casa?— pregunto FBI deseando que le dijera que no, la verdad no quería dejarlo solo, pero tampoco quería incomodarlo.

—Si, por favor...— susurro con algo de cansancio, la organización asintió mientras miraba como las nubes comenzaban a cubrir el cielo.

[...]

—Que alguien me diga, ¡¿Que pendejada está pasando aquí!?— México había llegado a su casa en Rusia no hacía menos una hora, notando la gran cantidad de soldados rusos en el área, la mayoría en su sótano.

—Señor, notamos anomalías en su computadora central, cada documento ha sido guardado en un disco duro y trasladado directamente hasta donde el Señor Rusia se encuentra.— uno de aquellos hombres fue amable de decirle lo que sucedía, casi no la cuenta, si hubiera invitado al FBI a entrar todo su plan se iría por el caño.

—Muy bien, Natali.— una mujer de unos 28 años de edad se acercó con su típico traje de secretaria.
—Programa una cita con Rusia, tenemos que hablar de cosas importantes...— el latino salió del lugar yendo hasta su cuarto, dónde saco una ropa más cómoda junto con una cachucha negra y sudadera del mismo color.

—Por cierto, Natali, hace poco me informaron acerca de un intruso en mis aposentos mientras me encontraba aquí, ¿Era cierto?— cuestionó mirando a la mujer.
—Es correcto Señor, no les di la orden de matarlo hasta que usted mismo me lo confirmara, ¿Quiere que lo maten o prefiere matarlo usted?— cuestionó mientras ponía su agenda en su pecho.

—Diles que esperen a mi llegada.— fue lo que dijo saliendo del lugar.

[...]

éxico caminaba entre las solitarias calles de Moscú, por esos lugares a donde iba, no solía frecuentar la gente, pues es bien sabido que solo Countrys son permitidos, al humano que llegara sin permiso solo le quedaban dos opciones.

1.- Interrogatorio y ser inocente.

2.- Interrogatorio, tortura y muerte.

La mayoría de las veces se optaba por la segunda opción.

México solo tuvo que mirar al soldado que protegía la puerta para ser recibido con inmediatamente, en el lugar, varios países se encontraban hablando, tomando y trabajando en sus respectivos lugares.

El silencio se hizo, el latino miraba detenidamente a cada uno de los presentes con seriedad.
—¡Mex!— saludo quedo país tricolor con su característica ushanka en su cabeza, motivando a todos a seguir trabajando.

—Necesitamos hablar.— fue lo que dijo encaminándose hasta la oficina de su amigo.
—¿Que sucede?— cuestionó ya estando solos, cada uno sentándose en sus respectivos lugares.

—¿Cuando ibas a decirme del espía en mi casa?— pregunto sacado de la vergüenza mirando con suma paciencia a su compañero, el cual, se quedó sin palabras.
—No quería alertarte, todo lo que está pasando de seguro te tiene muy estresado y no quería que tuvieras otro problema en-

—¡MENTIRA!— golpeó con fuerza su escritorio, sacando un arma apuntando directamente a su cabeza.
—¿De quién era el espía?— pregunto de manera lenta y de alguna manera seductora.

Al no haber respuesta, el tricolor con escudo de águila puso su pie en la pared justo al lado del país, acorralando si cuerpo.
—¿De. Quién. Era. Él. Espía?— volvió a preguntar con una sonrisa, haciendo notar levemente sus colmillos crecientes.

—Era aparentemente de China...— contestó con la misma sonrisa acariciando su cintura.
—¿Quieres que lo mate o...— tomo su brazo, en la cual mantenía su pistola, dejándola en el escritorio.

—Quieres tener algo de diversión?—

¿Que creen que está pasando?

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