Capítulo 8

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-Debí habérmelo esperado de niños ricos… - Resopló clavando la vista en el enorme edificio que se alzaba frente  a ella, al principio con admiración por no haberse esperado semejante lugar pero luego de pensárselo por un rato cayó en cuenta de que no tenía motivos para asombrarse luego de haber recorrido la enorme mansión y haberse enfrentado innumerables veces a los vampiros.
 Colgó su mochila al hombro y con paso firme se decidió a entrar.

Miró con especial atención la arquitectura del lugar, por un momento sonrió deleitada de lo que sería su instituto hasta llegar a su destino, cruzó el umbral de la puerta con cierto nerviosismo y aprovechó el salón vacío, sólo para ella. Al entrar fue directa al escritorio del profesor para revisar los asientos, habían dos disponibles, uno junto al cuatro ojos y otro junto al perezoso.
Suspiró y levantó la mirada para analizar mejor sus opciones… Por un lado, tendría a un rubio dormilón y un puesto asegurado junto a la ventana; por otro lado, al frente de la clase también junto a la ventana y al lado de un intelectual con complejo de superioridad.
- Ese tal shu seguramente faltará a clases por flojera, así que el puesto estará libre sólo para mí… Pero me conviene estar junto al cuatro ojos  para poder prestar atención, atrás siempre están los revoltosos…
Suspiró y dejó sus cosas en el asiento libre de enfrente para “formalizar” su elección y luego se recostó del escritorio, para acabar sumiéndose en un sueño.

- Flash Back -

“Estos meses han sido duros; Tener que lidiar con mis familiares sedientos de dinero fue peor de lo que imaginaba, Tío Julio tenía razón, aún soy una niña… Ojalá no me hubiera dejado… NO, me prometí no llorar, no puedes ser débil ahora, mostrar tus sentimientos te traerá problemas y buscarán manipularte por eso.”

Se restregó los ojos cansados, apartó el periódico del mesón con rabia, no pretendía seguir buscando trabajo. Miró a un punto perdido con la mente ocupada.

Ding Dong
- La puta madre…
Entre refunfuños se levantó a las patadas para abrir la puerta con el ceño fruncido, esperando que al menos sus ojeras y desastrosa presencia ahuyentaran a cualquiera que viniera a joderle la tarde.
- Buenas noches – La mente se le quedó en blanco al encontrarse de lleno con el rubio; mentalmente agradeció que no fuera un familiar
- Buenas noches… - Al fijarse detrás del mayor notó que su reloj interno estaba mal, ya había anochecido. ¿Exactamente cuánto tiempo había pasado sentada en el living buscando trabajo? Sólo recordaba haber almorzado hace poco.
- ¿Puedo pasar?
- Eh, vale… - Se hizo a un lado para dejarle paso, cerrando la puerta tras de él. Fue directo al Living, donde como supuso ya el rubio se había sentado perezoso. - ¿Estás bien?
- ¿Disculpa?
- La última vez que te vi en la mansión, traías una mirada despistada y triste.
-  . . . -
Cayó en cuenta de lo que acababa de decir, eso había sido hace más de una semana.
- Eh, perdona. – Desvió la mirada y se cruzó de brazos, intentando aparentar que no le había dado vergüenza. – Divago mucho cuando estoy cansada, ¿hay algo en lo que te pueda ayudar para lo que hayas venido?
- No – El rubio se acomodó sobre el sofá como si fuera su casa, acostándose; extendió el brazo hasta alcanzar los papeles sobre el mesón y los revisó sin mucho interés. ¿Quién se creía él para registrar sus cosas? – Veo que has estado ocupada, ¿ya encontraste trabajo?
- La confianza apesta. – Frunció el ceño – Baja los pies del sofá, por favor.
- Mínimo esto deberías dejarme hacer luego de salvarte la vida.
- ¿Perdón?
- Ese día… - Devolvió los papeles a su lugar – Nos descubriste porque uno de nosotros te cargó lejos de la explosión y no escuchaste latidos del corazón. ¿No?
- Espera, ¿fuiste tú?
- No. Fue Reiji.
- . . .
- ¿Qué?
- Nunca supe quién fue, así que no agradecí… - Bajó la mirada
- No creo que eso sea importante.
- Los mortales aprecian su vida porque es limitada, es lo mínimo que puedo hacer.
- Niña rara – Se acomodó, sentándose. – Vine aquí porque en casa mis hermanos están siendo muy ruidosos.
- Mi casa no es una posada.
- Ahora lo es.
- No.
- Sí
- No me cuestiones.
- Tú no me cuestiones.
- No te voy a hacer caso con esa pinta de mendiga.
- No me voy a arreglar para ti.
- En mi fiesta de cumpleaños estabas arreglada por mi
- Es diferente.
- ¿En qué sentido?

Ding Dong
“¡SALVADA POR LA CAMPANA!” Pensó, odiaba perder una discusión y realmente no tenía nada para responderle pero era muy orgullosa. Se apresuró, entonces, a abrir la puerta.
- ¿Sonozaki?
- Sí
No parecía nadie conocido, era un hombre alto y viejo que aparentaba no más de 46 y una barba afeitada pobremente que intentó parecer elegante con un traje y corbata.
- Soy del gobierno,  nos han notificado que es menor de edad y el familiar encargado de su manutención falleció por lo que será asignada al familiar más cerca para su cuidado.
- ¿Qué? No, yo vivo bien sola en mi casa.
- Mientras no tenga los 18 no puede vivir por su cuenta, menos sin un tutor legal.
- Tengo 17
- No es mayor de edad, aunque sea un año no puedo dejarla.
- No pienso irme de mi casa.
- ¿Vive sola?
- No – Giró la cabeza cuando una segunda voz masculina irrumpió en la conversación.
- ¿Y usted es…?
- Su primo.
- No tengo registro de eso… ¿Qué edad tiene?
- 19
- ¿Está usted a cargo de ella?
- Sí
- Mis disculpas entonces, lo registraré. Lamento las molestias y que tengan buenas noches.
Tan pronto como el hombre se retiró y cerró la puerta enfrentó a Shu con la mirada.
- ¿Por qué?
- No lo he hecho gratis.
Sin tiempo de reclamos, él la acorraló contra la puerta de salida.
- Sería problemático si te llevaran lejos, padre dijo que te mantuviéramos cerca.
- ¿Y siempre haces lo que tu padre dice? Niño mimado.
- Chs…
- Ahora quítate, eres pesado.
- No.
- ¿Qué? ¿Vas a morderme?
- ¿Eso te gustaría? Tiemblas bajo mi tacto… Qué mujer más obscena.
-  No. Quítate.

Medianoche [Diabolik Lovers] [Reiji Sakamaki/Shu Sakamaki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora