Capítulo 9

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PLAS
El golpe contra la superficie de madera la sacó de su sueño y la llevó al piso de un salto, todo en cuestión de segundos. Adormilada levantó la vista para putear al autor y sintió cómo su enojo crecía al encontrarse con unos ojos rojos detrás de una montura negra.
- Creo que sigo dormida, porque estoy teniendo una pesadilla con un monstruo. – Comentó, restregándose los ojos junto a un falso bostezo -
- La escuela es para aprender, no para dormir.
- Y los peces  son amigos, no comida.
- Insolente.
- Lo dice quién me tiró al piso de un manotazo.
- Lo merecías.
- ¿Por qué?
- Porque ese es tu castigo.
- ¿Castigo de qué?
- De tu insolencia.
- No eres mi madre.
- Soy tu dueño.
- A ver, muéstrame un maldito documento que lo pruebe.
- . . .
- Eso creí – Se levantó perezosa, mirando alrededor. No había nadie más en el salón aparte de los dos pelinegros, así que miró su reloj… Aún faltaba media hora para la clase ¿Qué hacía él ahí? ¿Quizás lo mismo que ella? No, él ya tenía su puesto, seguramente le gustaba estar temprano en el salón para estudiar o leer algo.
- Mínimo respeto deberías tener conmigo luego de que te salvé la vida.
- ¿Y para eso lo hiciste? ¿Para cobrarme después?
El silencio fue su respuesta inicial.
- Lo hice porque padre lo ordenó.
- Todos ustedes son niños mimados, el rubio dijo lo mismo.
- ¿Ese cobarde habló contigo?
- ¿Y qué si lo hizo?
- ¿Fue a tú casa? – Frunció el ceño.
- ¿Y qué si lo hizo? – Repitió
El pelinegro abrió la boca, como si estuviera a punto de decir algo muy importante, con un deje de preocupación. La cerró de inmediato y se acercó a la fémina con una mirada más seria de lo habitual. Ella no retrocedió sólo para no mostrarle que le tenía miedo, pero se dijo a sí misma que había sido un error no hacerlo, contuvo el aliento al ver la pálida mano acercarse a su cara aunque pasó de largo hacia su cabello azabache…
- Reiji. – El movimiento de la mano del mayor se detuvo – Déjala en paz.
- ¿Salvada por el perezoso? – Musitó burlonamente.
- No me gusta que jueguen con mi comida. – Fue directo a su asiento sin pronunciar otra palabra.

Reiji hizo lo mismo, y a ella no le quedó otra opción que hacerlo también, sumida en sus pensamientos y en el súbito silencio que se había apoderado de la habitación.
- Oye…
- ¿Qué quieres? – Gruñó el pelinegro.
- Gracias.
- ¿Disculpa?
- Gracias por salvarme la vida, no había podido decírtelo.
- . . . – La sorpresa inundó el rostro del mayor – Tienes más cambios de personalidad que Kanato.
- ¿El niño del oso?
- En efecto.
- No me malinterpretes… No me caes mal, pero no soy del tipo de persona amable.
- Lo noté, no eras la misma de la fiesta.
- Pues en la fiesta aún todo estaba bien.
- Tienes un punto.


Finalmente, las clases iniciaron. ¿Era su idea o el pelinegro no quitaba la vista de sus apuntes? Y por lo que pudo escuchar de entre los murmullos de los otros compañeros, era la primera vez que el rubio entraba a clases o al menos eso pudo concluir de entre comentarios como “¿Qué hace aquí?” y “¿No está siempre ese puesto vacío?”. Apenas prestaba atención a la clase entre anotar el horario, chismosear entre los otros estudiantes y vigilar de reojo al pelinegro sólo porque encontraba entretenido espiar lo que hacía.
- ¿Tú nombre?
- Hm…
- Hey, ¿tú nombre? – Cayó en cuenta de que era con ella.
- ¿Eh, qué?
- Eres nueva, ¿te gustaría presentarte? Por favor. – El profesor de edad avanzada dirigió su ronca voz a los demás – Tenemos a la estudiante nueva, hagan silencio.
No se levantó emocionada por presentarse.
- Buenas… - Dirigió la mirada a la ventana a su lado – Noches. Me llamo Itziar y no conozco nada aquí. – Se calló, ¿qué acababa de decir? Tonterías, eso había dicho. Volvió a su asiento avergonzada y no estaba segura si se había sonrojado. “¿Se puede saber qué carajo dijiste?”
Pudo sentir las miradas, incluídas las de los hermanos, sobre ella.
- Bienvenida – Continuó el profesor – No daremos tanta larga al asunto; continuaremos con la clase de mitología en la división de las criaturas, a lo largo de los siglos….
Dejó de prestarle atención hace mucho tiempo, pero parecía que el hombre a su lado estaba completamente metido en la explicación del anciano… No podía dejar de mirarlo, esa expresión de completo aislamiento de todo tenía algo fascinante.
- …Y así, llegamos a los vampiros. Itziar, ¿puedes darnos una definición?
- Son animalejos roñosos, sacos de carne sin sentimientos y hambrientos  que gozan del sustento humano y crecen bajo la sombra de las leyendas.

La concentración del pelinegro se rompió para verla con el ceño fruncido y el rubio levantó la cabeza.

Medianoche [Diabolik Lovers] [Reiji Sakamaki/Shu Sakamaki]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora