Esa misma noche, alrededor de las once, justo una hora después del toque de queda, escucho ruidos en la calle. Al principio, pienso que será algún animal y que no tiene nada que ver conmigo. No obstante, empiezo a asustarme cuando se escuchan pasos en mi porche. Me levanto, atemorizada, a ver qué sucede, sé que no puede ser ningún vecino porque a estas horas están todos en sus casas. Dejo el mando de la tele en el sofá y me asomo por detrás de las cortinas de la ventana que da a la calle.
Logro divisar una sombra blanca bajar las viejas escaleras de madera, haciendo que crujan, como si de una persona real se tratara. Pese a su forma humana, la sombra no es nada de este mundo. Noto mi corazón detenerse cuando ese ente se para y gira la cabeza para mirar hacia donde estoy yo escondida. Sin embargo, cuando veo sus ojos negros como pozos, reconozco quien es. Recuerdo lo que dijo Asher, Chrystal estaba en ellos la noche de la fiesta, es el mismo rostro que sustituyó el de Blair. Empiezo a temblar, aterrorizada. Sé que me ha visto.
Tras unos segundos, que se me hacen eternos, decide seguir su camino. Pero al poco, cuando aún estoy recuperándome del susto, siento el irrefrenable deseo de salir a la calle. Intento resistirme y lucho por no abrir la puerta, en vano, pues presiono hacia abajo el manillar y salgo al exterior.
Suspiro al ver que no hay ni rastro de Chrystal, o eso creía yo, porque la puerta de mi casa se cierra con fuerza tras de mí. Inmediatamente la golpeo con todas mis fuerzas, me lanzo contra ella para tirarla pero solo logro hacerme daño porque no muevo ni un milímetro la plancha de madera. Bajo rápido las escaleras del porche para ir a casa de algún vecino. Corro por la calle, llamando a las puertas mientras empiezo a llorar por el miedo que siento y la impotencia de no encontrar refugio. Desisto de mi intención de que alguien me abra y desciendo por medio de la carretera caminando cabizbaja entre la espesa niebla. Ni siquiera las luces de las farolas la traspasan.
De repente, veo algo en medio de mi camino, apenas a unos tres metros de mí. Cuando consigo enfocar mi visión, distingo a un ciervo que me mira altivo. Me fijo bien y me doy cuenta de que tiene cortes y sangre en el pelaje. El ciervo de la ofrenda. Se desvanece ante mí como si nunca hubiera estado allí y solo hubiese sido producto de mi imaginación, ¿y si lo es?, ¿será un sueño? No. Esto es demasiado real.
Caigo de rodillas en el asfalto, estoy harta de esta situación de locos. El sonido de las campanas de la iglesia me indica que llevo una hora fuera de casa y ya es medianoche. El frío empieza a hacer mella en mi cuerpo y la niebla me hace sentir encerrada por la considerable reducción de mi visión.
Sin embargo, a pesar de la densidad de esta nube que me rodea, una luz procedente de la plaza me devuelve la esperanza de conseguir ayuda. Me levanto y corro hacia allí, aunque el aire frío y la humedad sean como cuchillas para mi rostro y pulmones.
Me detengo en seco al encontrarme con semejante escena. La niebla se ha despejado y en la plaza se ve, nítidamente, la figura que antes estaba en la entrada de mi casa. Me mira con la profunda oscuridad de sus ojos y me siento débil. Pese a ello, saco fuerzas de algún rincón de mi cuerpo y enderezo mi postura antes de gritar.
⎯¿Qué quieres de mí?⎯exclamo y noto como mis cuerdas vocales se desgarran por el repentino grito⎯. ¿Qué te he hecho? ¡Déjame en paz!
No responde. Mantiene fija la mirada en mí y me señala. Detrás de ella sale Blair, con los ojos del mismo negro absorbente que el día que la conocí. Se aproxima a mí, siendo el sonido de sus tacones lo único que resuena en estos momentos en la fría noche.
⎯Blair, ¿qué haces? Deberías estar en casa⎯digo confusa.
Se posiciona a pocos centímetros de mí y me coge la cara entre sus manos. Me besa una mejilla y después me mira fijamente, haciendo que todo mi cuerpo se quede paralizado.
⎯Pronto serás suya. Fúndete en el agua⎯ dice suavemente.
Se separa de mí y vuelve junto a la sombra de Chrystal. Pese a ser una representación etérea de la joven, se puede distinguir perfectamente los rasgos de su rostro y la forma de su cuerpo. Está tan definida que aterra que no sea real. No obstante, lo más inquietante es su mirada y me la dedica una última vez antes de desaparecer completamente. Me quedo perpleja al ver que Blair tampoco está ya.
Me siento en la acera y me tapo la cara con las manos. Intento asimilar lo que acabo de vivir, es demasiado fuerte. La oscuridad de la noche tampoco ayuda a calmar mis nervios, pues cada mínimo ruido me pone alerta.
Miro el reloj del ayuntamiento, son las tres. Estas tres horas apenas las he notado pasar pero sé que la noche va a ser larga si no encuentro algo donde refugiarme del frío. Me levanto y emprendo mi camino en busca de guarecerme y me empiezo a notar observada.
Parece que la niebla se ha dispersado para torturarme aún más porque puedo ver en las ventanas de las casas de todo el vecindario a todos asomados y mirándome como si estuvieran juzgándome por salir después del inquebrantable toque de queda.
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Buenas! Aquí os dejo el séptimo. Espero que lo disfrutéis tanto como yo escribiéndolo.
No olvidéis comentar, me anima mucho a continuar. También podéis enviarme mensajes, me hace mucha ilusión!♥️L.Summers☀️
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El pantano
Science FictionLacey Archer, una joven artista, decide marcharse de su ciudad natal para poder concentrarse en su obra, necesita tranquilidad y al alboroto urbano no la ayuda. Llega a Swamp Shore, un pequeño pueblo de Alaska cuyos habitantes son algo peculiares y...