Todos se miraron. Esos toc-toc habían callado a todos. Habían golpeado la puerta... En un mundo donde no hay gente, tocaron la puerta. ¿Que los esperaría ahí fuera?.
Annais miró a todos, ya que no sabía que hacer. Todos la miraban, aterrorizados. Entonces, Josefa tomó la iniciativa y caminó lentamente hacia la puerta.
Puso su mano frente a esta. Aferró sus dedos, y lentamente abrió. No sabían que iban a ver afuera. Sin embargo, no alcanzó a abrirla completamente, porque quien estaba afuera dio un empujón al portón, tirando a Josefa lejos. Luego entró y cerró. Josefa se golpeó la cabeza con el muro. Se desmayó y comenzó a sangrar un poco. Nicolas se agachó a ayudarla. Los demás se quedaron quietos, mirando con miedo y rabia a este tipo. Pero cuando el habló, con esa voz terrorífica, el miedo se transformó en terror, y la rabia en asco. Pero nadie podía interrumpirlo. No eran lo suficientemente valientes.
Su pinta era rara. Llevaba la misma camisa que todos los estudiantes de ese liceo, pero esta estaba empapada en sangre. Además, tenía el pelo pastoso, y una profunda herida en el cuello. Era una mordida. Sus ojos estaban rojos. Completamente, como si tuviera sangre en ellos. Era horrible cuando posaba su "mirada" en los ojos propios.
-- ¡Hola, amigos!, ¿Como han estado?, -- Decía con la mayor naturalidad, como si fuera una persona normal, además sonreía, -- ¡Se vieron súper cobardes ahí fuera, corriendo como animal de presa!, ¡Ja,ja!, pero al menos siguen vivos, habría sido una pena tener que haberlos visto como los... Bueno, los de afuera, saben a lo que me refiero. --
-- ¿Qu... Quien eres?. -- Habló Patricio G., nervioso pero intentando fingir tranquilidad.
-- Naaa... ¿No me recuerdas?, se que estoy algo desaliñado pero... Me ofendes. -- Puso cara de dolido cuando dijo eso último.
-- ¡Deja de jugar con nosotros, maldito!. ¡Di quien eres de una buena vez!. -- Gritó Patricio R., furioso.
-- Ey, bajame el tono... No quieres saber que te va a pasar si sigues gritándome... -- Sacó una cortaplumas y lo miró, -- Limitate a escucharme y no hacer comentarios. ¿Tus papás no alcanzaron a enseñarte lo que era el respeto antes de morir?. ¡Ja,ja!--
En ese momento, Josefa se levantó. Ya no sangraba y estaba bien. Se le acercó, quedó a solo centímetros de el tipo, y sin decirle nada, lo escupió en toda la cara.
El tipo se enfureció. Empuñó la cortaplumas, y con desmedida fuerza, hundió la hoja completamente en el abdomen de Josefa, que al sentir semejante dolor solo ahogó un grito.
El tipo sacó la cortaplumas y volvió a hundirla. Josefa tenía la cara desfigurada por el dolor. Ahí todos reaccionaron. Jayson y Patricio R. Lo tomaron por los hombros, Annais le quitó la hoja y Patricio G. Comenzó a darle puñetazos en el rostro sin parar. Nicolas y Reachel veían a Josefa, que tenia la mirada perdida.
Patricio G. Estaba cegado por la rabia. Le arrebató la cortaplumas a Annais, y comenzó a darle punzadas en todo el cuerpo al tipo. Annais le decía que parara. El tipo se reía.
-- ¿No lo ves?, ¡No siento dolor alguno! ¡Ja,ja!, ¡No puedes dañarme, bastardo!, ¡No pued...! ¡AAAAAARGHHH!--
Patricio G., con una precisión y fuerza estudiadas, clavó la cortaplumas en un ojo del tipo. Luego, la sacó y volvió a clavar. Lo hizo hasta que se cercioró de que el cerebro de este estaba hecho papilla. Luego, lo soltaron. Cayó como un fardo.
Josefa estaba agonizando. Los miró a todos, y con una última exhalación, les dijo que no se arrepentía de nada, y que lo único que le había faltado esos días eran sus coreanitos. Luego, les dijo que se cuidaran, y ahí, su alma abandonó su cuerpo. Ahora el grupo era de solo 6. Al menos, físicamente. Cayeron algunas lágrimas. Bastantes.
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Apocalipsis en el Colegio
HorrorEn un día de colegio normal, ningún alumno podía imaginarse lo que estaba a punto de pasar. Lo único que sabe este grupo de chicos es que tienen que seguir juntos para sobrevivir.