CAPÍTULO 2

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La alarma empieza a sonar sin cesar, el estridente sonido atormenta mis tímpanos, mis ojos pesan de tal manera que se me hace casi imposible abrirlos mi cuerpo tiene ese extraña sensación de haber dormido apenas algunos minutos y mi mente es un reflejo de esto que a tempranas horas de la mañana ya está echa un caos. Tanteo mi mesa de noche buscando el lugar donde dejé mi celular, aunque, demonios, no recuerdo ni siquiera de donde salió mi celular logro dar con su paradero y sin cuestionarmelo mucho apago la alarma. Poco a poco mis ojos se van abriendo al igual que mi estómago que empieza a gruñir por algún tipo de sustento.

Empiezo a retorseme sin sentido al rededor de la cama buscando retirarme lo mejor posible y así la sangre empiece a viajar por cada una de mis articulaciones, acostumbro mis ojos a la luz del sol que se filtra por las ventanas, me asombra mucho  que la luz que proviene del sol esté tan brillante y fuerte a tal punto de ser un poco molesta mientras que probablemente ya se empiece a acabar el día dándole paso a la noche y la luna

Decido salir de toda incógnita que se a creado en mi mente con respecto a la dudosa luz solar busco el teléfono para fijarme en la hora exacta que es. Lo siguiente que sucede  es la fuerte caída de mi trasero al darme cuenta que son las 6am. ¿Será esta otra de las estúpidas bromas de Elena? No le veo otra explicación, además de que es muy cuestionable que haya pasado al rededor de 24 horas dormida.

Mis pies automáticamente y sin control alguno con mi mente se disparan fuera de la habitación. Con cuidado y lentitud camino alredor de la cocina y confirmo que la luz del sol es igual a la hora de mi reloj. Sin embargo, no salgo de mi asombro esta vez corro al cuarto de Elena rezando para no caerme y terminar esta vez en el hospital todo con el fin de observar su despertador y asegurarme de que es la misma hora.

Confirmando mi sospechas en la pantalla de el celular aparece las 6am. Como si una cubeta de agua fría halla caído sobre mi me dirijo hacia el baño, mi próxima tarea será darme una ducha que me saque del letardo, pillar algo para comer y luego de eso estaré lista para comenzar mi nueva jornada laboral.

Estuve sin trabajar alrededor de dos meses, trabaja en una pequeña pero muy acogedora cafetería cerca del Central Park. Lastimosamente esta cerró, los dueños se fueron de la ciudad, sus palabras fueron muy claras. La vida de la gran manzana no esta echa para todos, gracias a todos los ángeles antes de cerrar el local nos entregaron nuestros pagos más una jugosa liquidación para establecernos mientras encontrábamos algo más.

Hace unas semanas por alguna casualidad paseando más tarde curiosiando la ciudad encontré una boutique, estaban solicitando empleados, me sentí en un sueño ya que desde pequeña quise trabajar en una y no dude algún momento en presentarme. Poco tiempo después recibí la respuesta, era un enorme si y me senti tan feliz como nunca antes por cumplir un sueño de infancia.

La mañana en la boutique se va volando sorprendentemente. Esta se pasó entre la introducción en lo que seria mi trabajo y agarrando confianza en lo que era la atención al cliente después de muchos tartamudeos y risas de mis compañeros, que muy amigables resultaron. Justo ahora estoy en mi hora de almuerzo, mi mente no deja de divagar en los recuerdos de la comisaría justo después de que aquel fantasma de mi pasado apareciera, no puedo evitar recordar esa sexy espalda ¡demonios! es mejor volver a concentrar mi mente en ropa de alta costura que en policías imbéciles.

Recorro las calles de New York  miro las tiendas, puestos de comida o starbucks. La gente que pasa a mí alrededor, algunos con cara de preocupación, otros felices, algunas parejas y todos en lo suyo. Observo en la calle pasar un auto de policía justo a mi lado, mi corazón se acelera de una forma que me hace recordar viejos momentos, esos donde creía ser feliz y conservaba la inocencia del amor.

Recuerdos que aún duelen me es inevitable negarlo, hubieron muchas dudas que no fueron aclaradas. Realmente estas fueron ignoradas y todo ápice de oportunidad que salía a flote él lo borraba sin piedad. Si, pensamos en la misma persona Leo Hunter.

¡Manos Arriba!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora