CAPÍTULO 8

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El fuerte viento helado de la playa azota mi cuerpo, mientras que mis pies tocan la arena cálida, mi mano se sujeta con fuerza a la de Leo. Nuestros pasos son lentos, disfrutando de la extensión de arena y agua que está a nuestro alrededor; la playa está completamente desolada no es extraño a esta hora de la noche y no se escucha nada mas allá del impacto que se crea cuando las olas se rompen contra las rocas.

Guio mis pies al comienzo del agua, pego un pequeño brinco al percatarme de lo helada que esta se encuentra. Poco tiempo después me acostumbro a la temperatura, empiezo a dar pequeños saltos o patadas con el fin de provocar esas pequeñas salpicaduras a mi alrededor Leo solo me mira y sonríe, sin embargo, ninguna palabra sale de su boca alguna queja o algo similar. Puedo notar la gran tranquilidad en su rostro y como se sumerge en sus propios pensamientos.

Me acerco a él a pasos lentos y rodeo su cuello con mis manos colocándolo mas a mi altura. Empiezo a dejar algunos besos en su cara para poco después centrarme en sus labios, me recibe gustoso y después de lo que parece ser algunos minutos nos separamos.

-¿Qué tanto piensas?-la curiosidad invade mi sistema-Estas extrañamente callado.

-Tenía mucho tiempo sin sentir tanta tranquilidad-un suspiro sale de sus labios-Entre Karen el trabajo y...-se queda silencio analizando que va a decir-Otras cosas más-Mi curiosidad va en aumento pero decido callar- Tenía tanto tiempo sin venir a dar un simple paseo, sentarme y concentrarme solo en mis pensamientos.

-Que profundo-Su carcajada resuena en la playa, al igual que mi grito de dolor a causa de un fuerte pellizco-Me alegro que ya puedas concentrarte en otra cosa que no sea los chillidos de cierta perra-Su miradad de reproche es algo único de ver.

-Sabes, no sabía que eras tan posesiva-intento parecer desentendida-Pues no señorita no me pongas esa cara-me da un leve azote-Haz desperdiciado un plato entero de pasta italiana en unas tetas.

-Si tanto te causa molestia te hubieras comido la pasta directamente de sus tetas- Intento salir de la jaula que imitan sus fuertes brazos pero no me lo permite, en cambio hunde su cara en mi cuello.

-Ni si quiera lo intentes-pequeñas mordidas son dejadas en la piel expuesta así que acomodo esta inconscientemente para más comodidad de él-¿Te gusta? Si quieres puedo parar.

-¿Qué tal si nos damos un baño?-ignoro descaradamente su pregunta.

-Me parece una perfecta idea-se distancia levemente de mi mientas su mirada recorre mi cuerpo escaneando todo a su  paso-¿Qué esperas nena?

Arqueo las cejas en señal de asombro a lo que él me responde con una sonrisa deslumbrante. Sin embargo, los nervios empiezan apoderarse de mí estómago y me repito mentalmente que si vas hacer algo tienes que hacerlo bien. Coloco mis manos en la tela de encaje de el vestido para empezar a deslizar lentamente hacia abajo, dejando poco a poco mi cuerpo solo cubierto por una simple bragita de encaje negra y un brassier a juego. Trato de no cohibirme, mi cuerpo no es perfecto, eso esta muy en claro y se muy bien que la persona frente a mi tiene uno que es imposible que no fuera esculpido por los Dioses. No hay nada imperfecto en él, ni siquiera sus pies.

Su mirada con una chispa en ella vuelve hacer ese recorrido en mi sin algún pudor. No dice nada al respecto, su silencio sepulcral despierta alarmas en mi. Sin saber que pasa muy bien y de forma automática empiezo a caminar a la orilla de la playa, mis pies frenan abruptamente al chocar de nuevo con la alta temperatura de esta. El empu6jon que necesito me lo da la incomoda sensación de tener esa potente mirada sobre mi. El agua nubla cualquier pensamiento que ronda por mi cabeza, es extraño empezar a sentir esas inseguridades que hace mucho tiempo habian desaparecido, estúpida yo por decidir que el baño sería lo mejor. Unos fuertes brazos me sacan de la helada agua, después de colocarme el cabello de tal manera que pueda ver, me encuentro con esa miel que parece abarcar todo sus ojos es un color tan brillante que es imposible ignorar. Sin disimular ni un pelo baja su mirada descaradamente a mis tetas.

¡Manos Arriba!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora