Subo las escaleras poco a poco, preparándome mentalmente para el interrogatorio que se me viene encima. Porque hay que dejar claro algo, Elena no será policía, pero tiene sus métodos claves para hacerme hablar.Abro la puerta con la mayor discreción posible, tratando de ni siquiera respirar, sin embargo, el gigante cerdito que traigo conmigo me delata y así es como me encuentro a una Elena con cara siniestra sobando al cachorro que esta mañana compré.
Hago como si no pasara nada y cierro la puerta igualmente con sigilo mientras siento su intensa mirada en mi espalda. Obviamente como esperé no me deja dar ni un sólo paso cuando salen de su boca terroríficas palabras.
-Un paso más y mañana nuestro desayuno será tocino-de lo más profundo de su garganta sale una cruel risa que eriza los pelos-
-¿Qué tienen las personas con querer comer a mi pobre cerdito?-hago pucheros pero su mirada severa no cambia-Está bien pero necesito una copa urgentemente-
Entro a la cocina para buscar mi muy merecida copa y antes de dirigirme a mi propia tumba dejo el pobre peluche sobre la cama.
-Entonces…-Elena me mira expectante-¿se puede saber porque te estabas atragantando con la lengua del oficial?-
Escupo el vino sin poder evitarlo mientras intento no morir por mi propia cuenta.
-Yo… bueno yo…-las palabras no salen como yo esperaba- yo no lo sé fue un simple impulso quizás-
Elena explota en carcajadas limpias, la miro como si tuviera serios problemas mentales aunque si los tiene. Cuando por fin logra calmarse me arrebata la copa de vino y se la termina de un solo trago para mirarme fijamente.
-Pues querida déjame informarte que yo si sé de donde salió ese impulso tuyo-me mira con picardía- siéndote sincera a mí también me gustaría atragantarme con la lengua de ese fortachón-
-¡ELENA!-la carcajada sale sin poder evitarlo y siento como mis mejillas obtienen ese característico color rojo de la vergüenza pura-
-Es hora de confesar hija mía-puedo notar como retiene la risa-¿dejaste que te esposara?-
Estallamos en risas como dementes y es que es inevitable, Elena no tiene pudor alguno. Para cuando nuestras risas paran y nos podemos recomponer miro fijamente a Elena.
-Eres una completa cotilla-abre la boca intentado decir algo pero no la dejo- Ese beso fue un completo error nena recordemos que es dios tiene dueña-
-Pues en eso tienes razón querida Hannah-suelta un suspiro exagerado-pero si fuera mi caso sin importar que tuviera dueña-se muerde el labio y en sus ojos se ve el destello del deseo-me encantaría decirle Oficial espóseme…-
-¡ELENA ERES UNA DESCARADA!-tiro los cojines del mueble en su cara y ella no hace más nada que reír-arderas en el infierno niña-
Tomo al cachorro en mis brazos mientras ignoro a Elena, sus risas no cesan pero es hora de dormir. Me recuesto en mi cómoda cama con el cachorro al cual aún no le ponemos nombre a mi lado, pensando en las locuras de Elena me sumo al mundo de la inconciencia.
Los rayos de luz entran y pegan justo en mi cara haciéndome despertar de muy mal humor, pienso seriamente en esperar 5 minutos más pero todos sabemos que esos 5 minutos en realidad pasan a ser horas.
Tanteo la mesita de noche para buscar mi celular, al prender la pantalla del teléfono y desbloquearse encuentro un mensaje de un número desconocido.
Decido salir hacer mis necesidades para poder revisar tranquila el teléfono.
Con un aliento más presentable y sin parecer una bruja tomo el celular, al abrir el mensaje es una imagen mía de espalda sosteniendo el cerdito con la montaña rusa de fondo. Fijándome bien la imagen es realmente preciosa y adjuntado a esta dos simples palabra que hacen que mi corazón casi salga del pecho.
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¡Manos Arriba!
Romance-Buenas tardes señorita- la linda señora afroamericana baja sus lentes para mirarme a los ojos, analizando mi aspecto en pijama todo desaliñado -quiero hacer una denuncia...-fijo mi mirada en el poli que es mi objetivo y lo señalo- ese oficial a com...