"Máscaras"| Archie Andrews | Riverdale

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Nota: Lo poco y nada que sé de Riverdale es por el fanatismo de mi hermana, por lo que la trama central de la serie no se va a mencionar y las actitudes de los personajes pueden no ser iguales

Advertencia: Menciones de violencia y maltrato. Alcoholismo.

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En el vaso se sirvió el wisky, y del vaso pasó a su boca. Pero pronto el vaso dejó de ser vaso y se convirtió en botella. Y la botella se transformó en la primera, al lado de la segunda, y de la tercera.

El chico se encogió con miedo, oculto en la oscuridad de la escalera. Las piernas estaban temblorosas y sus manos picaban por los sentimientos que lo ahogaban. Iría por él. Y él no podía hacer nada para detenerlo, después de todo, se trataba de su padre.

-Dakota~-La voz, ronca y distorsionada, lo hizo morder sus labios y correr escaleras arriba, anhelando desaparecer-. Ven aquí, bastardo~

No hubo respuesta.

La pequeña chispa de ira en los ojos de su padre hizo combustión con el alcohol ingerido. Rugió de enojo, botó la mesa, rompió las botellas vacías y tropezando se encaminó al piso de arriba. Maldecía por lo bajo al chico que se escondía bajo su propia cama, ahogando sus palabras con la lengua entorpecida.

El chico resistía en silencio el pequeño dolor que había presente en sus costillas debido a la presión de la cama sobre su espalda. Cubría su boca con una de sus manos, mientras la otra se encontraba cerrada con fuerza.

La puerta rechinó al ser abierta y los zapatos de traje de su padre entraron en el campo de visión. Lo escuchó abrir el closet de par en par, azotar la puerta del baño y voltear los pocos muebles de la habitación. Entonces sintió el chico aquel jalón en sus pies.

El primer golpe lo aturdió bastante y le arrebató el aire, pero de igual manera removió las piernas hasta soltarse. Empujó a su padre fuera del cuarto, viéndolo tropezar con sus propios pies, y cerró la puerta tan rápido como pudo. Y el hombre gritó desde el otro lado, azotando su cuerpo contra la madera con bestialidad.

La madera crujió, la puerta rechinó y el frío del metal le hizo estremecer. Se encojió dentro de la bañera, consciente de que lo atraparía igual en cuanto lograra forzar la puerta del baño.

"Uno... dos... tres... cuatro... cinco... seis... siete..." Contó una y otra vez.

La puerta ya no fue puerta, y el chico ya no aguantó el silencio. Los gritos suplicantes retumbaron en el baño, en el dormitorio, en el segundo piso y también en el primero. Los golpes marcaron su piel como un artista marca un lienzo, y en sus mejillas se trazaron lágrimas, como dos perlas brillantes que se deslizan en la arena.

Y nadie lo detuvo. Porque el mundo era demasiado grande para centrarse en aquello tan pequeño.

(...)

Jadeó adolorido. El abdomen le apretaba los órganos y las extremidades estaban rígidas. Aún se encontraba sobre las baldosas del baño ahora teñido de carmín.

Se arrastró hasta su cama, se recostó en ella, y aguardó sollozante la calidez del sol tras una noche de fría luna.

(...)

Aún dolía cada golpe. Caminó cojeando hasta las escaleras, que acabó bajando encorvado y tropezando.

Había ruido en la cocina, y sintió el impulso de huír, pero sabía que sobrio era incluso peor, porque no fallaba nunca. El hombre de cabellos negros se asomó con una botella de wisky en la mano, observándolo con aquella máscara de falsedad puesta con descaro sobre su rostro.

Male! Reader OS | PedidosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora