A la mañana siguiente me encontré a una cama de matrimonio, miré, asustada, si llevaba ropa, y me llevé una gran decepción el ver que no era así, salvo la ropa interior.
Me volví para observar si era Nin el que restaba a mi lado, pero no había nadie.
¿Todo esto había sido un sueño?
Bajé por unas escaleras, hasta donde provenía una buenísima olor a huevos fritos con beicon.
- Hola? - Dije con temor.
- Hola preciosa. - Dijo la voz, medio silbando.
Sacó los huevos fritos y los puso en la mesa, que junto con la tira de beicon hacían una careta sonriente.
- ¿Qué es todo esto Nin?
- Una mañana feliz, proporciona una chica feliz.
Se acercó a mí. Sus labios tocaron con los míos, produciendo una acción muy sensual.
Al finalizar el espléndido desayuno, me levanté sin hacer ningún ruido y, en dirección a la cama.
- ¡AY! - Pisé algo con un pie descalzo, y solté esta exclamación.
- ¿Dónde vas, bonita? - Dijo apuntándome con la pistola.
- Que ... ¿Qué haces con eso?
- Controlarte, ¿como crees que lo hemos hecho esta noche? ¿Por gusto? - Empezó a reír como un loco.
Corrí por la casa, dispuesta a salir o esconderme. Él me seguía a toda prisa, todo el rato repitiendo la misma frase "Puedes correr, pero no esconderte".
Tenía mucho miedo y me escondí dentro de un armario, que pocos segundos después fui descubierta, se oyó el ruido de la pistola y ...
Me levanté sobresaltada.
Seguíamos detrás del contenedor, y Nin con las cicatrices. Pensé seguir durmiendo, pero no podía conciliar el sueño.
- Amy ...? - Dijo Nin, medio dormido.
- ¿Si?
- ¿Sabes la hora? - Todas mis emociones que había puesto para que me preguntara lo que deseaba desde que lo conocí se hundieron.
- No ...
Se levantó, cogió su chaqueta de cuero negro, su pistola y mi mano.
- Vamos?
- ¿Dónde?
- No lo se preciosa, no lo se.