Al otro día lo primero que veo es el feo rostro Óbito, por lo cual estiro mi mano y lo empujo hasta hacerlo caer al suelo. Riendo por sus quejas, me meto al baño para darme una ducha y sacar todo rastro de sudor de mi cuerpo y cabello.
Al salir, no veo por ningún lado al Uchiha por lo cual me encojo de hombro y me acerco a mi armario. Dejo caer la toalla con la que me estaba cubriendo y busco mi ropa interior.
--¡¡¡Ataque pezonil!!!-- escucho antes de sentir un fuerte dolor en mis pezones.
--¡Maldita sea idiota! ¿Cuántas veces te tengo que decir que no retuercen y estires mis piercing?-- digo a punto de llorar cuando el idiota se aleja de mi.
--A mí también me dolió cuando mi trasero calló arriba del consolador qué tenías tirado en el suelo.
--No lo has roto ¿Verdad? Era el único que quedaba, recorrí todos los SexShop para conseguirlo.
--No, no está roto.
Asiento y empiezo a colocarme las bragas, cuando tengo el sujetador en mis manos lo tiro al suelo y corro hasta Óbito para evitar que abra las cortinas. Pero ya era tarde, las mismas estaba abiertas de par en par y enfrente, en la ventana de la casa del vecino, estaba el rubio mirandome con los ojos abiertos de la sorpresa.
Su mirada baja por mi cuerpo y se quedan en mis pechos, haciendo un gesto extraño al ver los piercings en mis pezones.
--Mierda, no la veas viejo estúpido-- dice Óbito colocándose frente a mi para tapar mi cuerpo.
Cuando el rubio repara en su presencia, su expresión de sorpresa pasa a ser de enojo y termina por cerrar sus cortinas con furia. Cuando logro reaccionar, camino hasta mi sujetador que quedó en el suelo y termino de vestirme.
Óbito se mete a bañar y yo decido bajar para saludar a mis padres, esperando encontrarlos en la cocina, me sorprendo cuando es todo lo contrario. En la heladera hay un papel de color verde flúor, ya que si usan uno común nunca en mi vida le voy a prestar atención, y el cual tiene algo escrito.
--Tuvimos que salir de emergencia a la casa de la hermana de tu padre, su marido acaba de fallecer, tal vez estemos una semana para hacerle compañía, te amamos, no haga destrozos-- ésto último debe ser porque saben que Óbito se quedará aquí conmigo el tiempo que no estén.
Me encojo de hombros y abro la heladera para ojear que hay para comer. Pizza, carne, salsa para fideos y más pizza. Miro la hora y al ser las tres y cuarto de la tarde me decido a por las pizza.
--¡¡Óbito baja a comer idiota!!.
--¡¡Ya!!.
No tardó mucho en bajar y empezamos a comer mientras miramos una serie en la TV y le contaba que mis padres no iban a estar en toda la semana.
Una melodía empieza a sonar de fondo y Óbito corre escaleras arriba, seguramente debe ser su celular. Sin prestar mucha atención sigo con mi comida y la serie.
--Mierda, no podré quedarme ___, mis padres quieren aprovechar que el lunes y martes no tenemos que ir al instituto y quieren hacer un pequeño viaje.
--No importa idiota, ve y diviértete por mi, aunque seguro aquí tengo más diversión de la necesaria-- digo recordando a mi vecino.
Él me mira sin entender y se encoje de hombros para darme un beso en el cachete y abrazarme justo antes de salir para su casa.
Termino de comer y guardo todo para poder tirarme en el sillón y poner una película de drama. No es que me gusten mucho, pero se me antojó ver una.
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La niña de los clavos. |Minato y tu|
FanfictionLa chica de aspecto rudo y el hombre adinerado y angelical. ¿Qué podría salir mal de un romance entre dos personas totalmente opuestas?