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Mi mente está en blanco gracias a lo que dijo Minato segundos antes. No sé realmente que sentir ante su rara confesión, felicidad, vergüenza, enojo o simplemente no sentir nada.

--Por favor di algo-- escucho su voz en un susurro miedoso.

--Es que, no sé que decir, no logro reconocer que es lo que pienso o siento.

--Puedo ayudarte entonces.

Antes de lograr decir algo más las puertas del elevador se abren e inmediatamente soy arrastrada por Minato.

--Este no es el piso de tu oficina, ¿A donde vamos?.

--A aclarar tu mente.

Mira a los lados y se mete en el baño de hombres. Cierra la puerta con pestillo y seguido me sujeta de los muslos para subirme al lavamanos, así como en la fiesta.

--No sé si esto puede ayudar Minato, creo que me pierdo aún más-- digo entre besos que me da.

--Tranquila.

Me baja los pantalones hasta lograr quitarlos por encima de las zapatillas y no espera ni un segundo en hundir su rostro por entre mis piernas. Su lengua húmeda y caliente moja mi zona íntima hasta llegar a mi entrada, donde acaricia al rededor para luego meterla repentinamente.

--No, no hagas eso Minato, es asqueroso no puedes-- mi voz sale temblorosa y no puedo evitar el movimiento de mis caderas.

Siento otra intromisión en la entrada de mi trasero y los gemidos suben de volumen al ser penetrada por ambos lados.  El largo dedo de Minato entra y sale con bastante frecuencia, intercalando penetraciones con su lengua y mandando mi mente y alma a un mundo de completo placer.

Con mis manos recorro mi cuerpo por debajo de la remera hasta llegar a mis pechos y juguetear con mis pezones. Me es inevitable mandar una a mi zona íntima y masturbarme mientras soy penetrada por la lengua y dedo de Minato.

-Mierda ya no aguanto más ____-- escucho la queja de Minato antes de dejar de sentir sus toques.

Se levanta y con desesperación se desabrocha el pantalón para poder bajarlo junto con el boxer. Antes de lograr pensar algo soy penetrada con rudeza, lo cual provoca que muerda el hombro del rubio para reprimir los pequeños sollozos.

--Lo lamento, no quería lastimarte, me saldré ahora.

--No-- digo con un tono extraño y trato de respirar calmadamente.

Quiero mover mis caderas pero tengo miedo de sentir dolor, por lo cual espero unos segundos más.

--¿Por qué tienes que ser tan brusco Minato?.

--He dicho que lo siento, no puedo controlarme cuando se trata de tu cuerpo-- dice con un tono apenado.

--Puedes moverte, creo.

Él se mueve suavemente y el sentir su miembro moviéndose dentro mío hace que suelte pequeños gemidos. Muevo un poco más mis caderas y Minato parece entender el mensaje, por lo cual sus penetraciones se hacen cada vez más rápidas, hasta tal punto que en algún momento no da ni un segundo de descanso.

--Minato, ya no puedo más, siento que estoy a punto de explotar.

--Explota conmigo cariño-- dice buscando mi boca.

Su lengua delinea mis labios y sin pensarlo dos veces saco la mía, empezando un beso apasionado y excitante. Mi cuerpo tiembla y siento un calor que me quema justo antes de llegar a mi límite con un fuerte gemido.

--No otra vez-- suelto al ver que él sigue sin llegar. --Me dejarás rota como en la fiesta, para Minato.

--Así es, te romperé, porque yo soy el único que tiene permiso para hacerlo, para quebrar tu cuerpo en miles de pedazos y llevarte a un mundo de placer y goce.

La niña de los clavos. |Minato y tu|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora