☬Durmstrang [Drarry / Harco]

Todo es mejor sin ti (1.2)

Todo es mejor sin ti (1.2)

El profeta había tenido mucho que publicar esas vacaciones. Todo el verano habían sacado revista sobre revista dedicadas a la obsesión del norte de Europa ─ y que se expandía sobre todo el continente ─ con las marcas de magia en el cuerpo de los sangre pura.

La familia Prittsi, con su hermosa piel morena y líneas oscuras decorando todo su cuerpo y cabello. Y el joven heredero de una de familias británicas más importantes, con su piel pálida, pelo y ojos plateados. 

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"¡Vernon, Marge ya llegó! ¡Harry!" Gritó Petunia desde la cocina "¡Harry, abre la puerta!"

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A finales del verano hubo dos noticias más: Una muggle inflada flotando en las brisas al sur de Sheffield y Sirius Black escapando de Azkaban. Ambas ligadas a Harry.

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Las clases favoritas de todo el mundo eran ─ sin duda alguna ─ Cuidado de criaturas mágicas. Resultaba que Hagrid era un buen profesor: el mejor de todos ─ según sus alumnos.

Sus clases eran siempre divertidas e interesantes, era un placer escucharle hablar sobre las criaturas mágicas. Hagrid amaba la materia y sabía mucho más que el libro ─ después de repasar lo básico siempre diría "Esta criatura es altamente incomprendida" y seguiría hablando por toda la clase de la misma bestia. Anécdotas interminables de las veces en las que las había visto en la vida real.

"Estaba tranquilo pescando en el río, era época de salmón dorado. Y ahí le vi ─ por primera vez en la vida ─ un chupa-sangre arenoso, sus colmillos eran realmente espectaculares, sus seis ojos morados viéndome fijamente, como si viera mi alma." Había tanta maravilla en su voz, con su mirada fija en el cielo, recreando el escenario en su mente. Harry solo podía quedarse viéndole, escuchando todo atentamente, su amigo era feliz y no podía dejar de sonreír.

Era un placer verlo crecer como profesor, especialmente recordando la primera clase. Hagrid había estado tan asustado de que algo saliera mal, preguntando a escondidas si lo estaba haciendo bien. No podía articular lo orgulloso que se sentía por el gran avance de Hagrid como profesor.

"Claro, no pude quedármelo, tuve que sacrificarlo para que me soltara la pierna, pero son muy buenos a la parrilla" Todos rieron.

Ya después de unas semanas Hagrid dejó de preguntar.

Había más cosas que te hacían amar las clases, en lo que todos concordaban era lo informal: estar sentados en el césped y no el las frías clases de piedra, Hagrid no les regañaba por llevar la camisa de fuera, ni pedía a las chicas llevar el pelo amarrado. Lo mejor era la compañía de Buckbeak ─ elemento esencial de la clase ─, todos ya lo habían montado una o dos veces, y Buckbeak, en una mezcla de confianza y cariño, había tomado como costumbre ir a acostarse cerca de donde ellos estaban sentados ─ había veces en las que estiraba sus alas y le caía un buen golpe a un par de personas, pero no era a propósito... o eso le gustaba creer a Harry.

En los pasillos escuchabas a los de primer año hablar sobre lo emocionados que estaban por empezar Cuidado de Criaturas Mágicas; muchas veces, podías ver a niños reunidos alrededor de Hagrid, preguntando por aves que habían visto en el techo y los escarabajos arcoíris que anidaban en los árboles.

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No pasó mucho hasta que Slytherins, Hufflepuffs y un puñado de Gryffindors tomaran de broma su miedo por los dementores.

Una vez caminando por los pasillos tiraron una tela negra sobre él. No vio al responsable y por más que gritó que dejaran de molestarle y como iba a arruinar sus vidas, sus manos no dejaron de temblar hasta después que el Profesor Lupin pidió a la Profesora Sprout que saliera con él un momento. Del vivero bajaron al inicio de las mazmorras, directo hacia las cocinas a que un elfo les preparase el té y galletas, conversaron largo y tendido, sobre todo un poco, abstrayendo de su mente a los dementeros.

Al parecer, Lily, al igual que él, solo comía las galletas de naranja y cuando se casó con su padre, esas eran las únicas que había en la casa ─ saber eso no ayudaba de nada, pero le reconfortaba saber que sus padres seguían allí, de una u otra forma. Lupin contó como James tuvo que salir a un super en la madrugada, las galletas de naranja se habían acabado y su madre tenía los antojos del embarazo. "Siempre dijo que eras tú quien las quería"

Entre risas Harry logró tranquilizarse y por más que Lupin quiso darle el mérito al pequeño postre y charla, Harry escuchó el tranquilo siendo emitido por la varita de su profesor bajo la mesa.

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El día siguiente, sábado, en la hora del desayuno Ron llegó a la mesa con El profeta bajo su brazo. "¿Puedes creerlo?"  le tendió el periódico. Un equipo completo de Quidditch ─ parados en algo que Harry solo podía describir como un escenario ─ en media luna y el capitán, en medio de ellos, entregaba un uniforme rojo y una snitch a un muchacho.

"El buscador más joven en las grandes ligas: Viktor Krum, con dieciséis años" dijo Ron con un tono entre asombrado y molesto, casi ofendido "¿Cómo siquiera haces eso?"

"Pensé que tú querías ser jugador de Quidditch" metió otra cucharada de avena a su boca.

"Si quiero, aún quiero ¿pero como lo voy a hacer si necesito entrar ─ en qué ─ tres años?" Continuó "Tienes que esforzarte, entrar a un equipo local, luego nacional y luego al internacional. ¡Que alguien me explique como ha entrado él, porque no entiendo! No se me mete a la cabeza como a los dieciséis años sol-a eh em" si había algo más divertido que ver a Ron quejándose del periódico era verle quedarse sin palabras.

Ya resignado con el futuro, Ron bajo su cabeza y empezó a comer su avena.

"Tal vez es muy bueno" es lo único que dijo, dejó el periódico a su lado, justo donde estaría sentada Hermione que... ¿Dónde estaba? Paseó su vista por todo el comedor y logró ver a una multitud de chicas en la mesa de Ravenclaw, entre las túnicas azul marino reconoció los rizos de su amiga. Les miro por largo rato, su ceño fruncido mientras intentaba comprender, o por lo menos escuchar, lo que decían.

Al parecer había llegado la copia semanal de Corazón de Bruja, nuevas recetas, ropa, peinados y una sección completa hablando sobre los músculos de un bombón búlgaro y sobre las pestañas blancas de la nueva sensación europea.

Horas después, Harry tuvo en sus manos el mapa merodeador y unas ganas incontrolables de venganza sobre Sirius Black.

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