Llegue al instituto y me asombre por la manera en que los adolescentes actuales viven sumergidos en una burbuja, nadie tenía ni la menor idea sobre la realidad que ocurría fuera de su mundo de fantasía donde todo es fiesta, redes sociales y a lo mejor algún problema del primer mundo. Tiraban comida a la basura sin saber que nosotros en el orfanato dormíamos todas las noches con la barriga sonando del hambre. Cuando pequeña creía que ese sonido era de mis entrañas comiéndose a mi estomago del hambre y que algún día dejaría de existir devorada por mi misma.
A pesar de ser una localidad pública el colegio era muy amplio y de buena calidad, los alumnos (la mayoría de clase social media) aparentaban lujos que revelaban su vacía identidad. Tenían mesas que no estaban rayadas ni rotas, los baños tenían papel confort y puertas, los profesores eran respetados y las calificaciones eran lo más importante para su futuro. Puse mis cuadernos en el casillero y recordé el desafío que había sido venir en el transporte público con una mochila más pesada que un cadáver, porque si chicos; aquí si habían libros.
—Tu debes ser la chica nueva. Francesca ¿verdad? —dijo un chico mirándome con una gran sonrisa, tenía el cabello en largas ondas castaño oscuro que hacía contraste con su clara piel y los ojos color verde cristalino. Una mandíbula muy marcada que le daba el toque varonil que necesitaba. Tenía un atractivo singular, aunque él no lo notaba, y si lo hacía no lo presumía.
Era Marco Romano.
Se parece mucho al cielo y yo luciendo como infierno.
—Sí, soy ella —dije con un tono totalmente apático y con un deje de malhumor, pero su sonrisa no se desvaneció.
Debe pensar que soy la típica chica que ves en el metro con audífonos leyendo un libro y te das cuenta que siempre puede haber alguien más amargado que tú, pero la realidad es que no tenía dinero ni para pagar el pasaje del metro ni mucho menos un libro. Tengo una cara de desagrado que te da hasta miedo preguntarme la hora, pero tranquilo tampoco tengo reloj. En esta ocasión a diferencia de la mayoría de las chicas que vestían coloridos atuendos para poder andar a la moda y encajar en un sistema totalmente jerárquico que es la escuela, yo vestía ropa en diferentes tonalidades de negro que había encontrado en la tienda de segunda mano. Llevaba un jean negro roto, unas zapatillas converse negras que son las únicas zapatillas que tengo y una playera de Radiohead junto con una chaqueta de mezclilla que tenía las mangas y capucha de sudadera gris, creo que tenía una mancha de sangre y no era mía.
—¿Me permites que te haga un recorrido por la escuela? Soy el presidente del consejo de... —pero no lo deje terminar ya que cerré mi taquilla haciendo un gran ruido, acto seguido reventé el globo que había hecho con la goma de mascar y me fui tranquilamente por el pasillo fingiendo que todo me importaba un comino. Sabía que Marco estaba congelado viendo cómo lo acababa de ignorar de manera grosera mientras que mucha gente ya estaba susurrando barbaridades sobre mí y lo sabía por la manera en que me miraban mientras conversaban, tan ineptos que no sabían ni ser discretos. Saqué el dedo del medio al público en general y me fui a paso tranquilo.
Tenia muy claro que la mejor manera de llamar la atención de Marco para que el plan funcionara era dejarlo con la boca abierta y conclusiones sin resolver.
La mayoría de las clases me las pase sola, maquinando ideas que nadie podría ni imaginar. Pensaba en lo asombrados que estarían mis amigos de ver todo este mundo que parecía tan lejano de nuestra realidad. Me dolía la cabeza de tanto pensar en cada cosa que podría salir mal de plan, pero ya tenía todo planeado; incluso que haría si es que el plan F me falla. Todo para poder llevar acabo un plan que si no resultaba podría tener el final más sangriento esperado, pero no tenía mucho que perder ya que me lo habían arrebatado todo menos las ganas de seguir luchando por una vida digna.
—¿Cómo estuvo tu primer día de tu falsa educación? —pregunto Julia.
Ella siempre ha sido muy importante para mí, desde que tengo uso de razón me intento proteger. Cuando cumplió la mayoría de edad y logró irse de manera "legítima" del orfanato yo quede totalmente sola y destruida, pero me aferraba a la idea de escapar y la sed de venganza es lo que me mantuvo de pie hasta ahora. Lográbamos contactarnos a través de cartas, yo se las entregaba a una chica de las muchas chicas que trabajan como strippers en el mismo club de Julia.
—Creo que fue primera vez que extrañe la escuela del orfanato.
Aunque solo fui a la escuela hasta los doce como la mayoría de niños en la misma situación mía, allá era una educación mediocre ya que el colegio estaba dirigido por narcos que en vez de enseñarnos materias como profesores normales nos enseñaban el arte del vandalismo. Cómo vender drogas sin ser descubierto, a escapar de las redadas de la policía, las técnicas que ocupaban en el comercio para que la casa jamás pierda, como saber si un policía era de los correctos (por lo tanto, enemigo) y por último, pero no menos importante sobre la lealtad hacia tus superiores, estas eran algunas de las muchas clases que teníamos para prepararnos como soldados para traficar en los alrededores. A partir de los trece años dejabas la escuela y comenzabas aprender de la calle, estabas todo el día vendiendo; estafando y traficando en callejones hasta que terminara tu turno. Todo lo que ganabas se iba a los jefes del orfanato quienes estaban anexados a los narcos maestros y entre ellos se repartían comisiones millonarias porque claro para que arriesgarte si es que puedes mandar a un huérfano pobre que a nadie le importaría si muere para que haga todo el trabajo sucio por ti. No tenía sentido que nos enseñaran geometría porque probablemente no nos serviría de nada en ninguno de los dos únicos futuros que teníamos: ser traficante o envejecer en la cárcel. El rico da la orden y el pobre la dispara, es algo que nunca cambia.
Por lo tanto, cursar en un instituto de verdad era algo totalmente desconocido para mí, los conocimientos que yo tenía servían meramente en situaciones ilegales pero tampoco podía quejarme ya que lo que pasa en el orfanato está tan silenciado y coludido hasta niveles de altos rangos que por más que quiera gritar a los cuatro vientos todas las injusticias, debo adherirme al plan. Eso significa no llamar la atención, al menos por ahora.
Fui al baño a refrescarme la cara e intentar sacar todos esos pensamientos de mi cabeza, pero al verme al espejo y no reconocer el reflejo que veía me hizo darme cuenta que yo tenía la oportunidad que muchas en el orfanato deseaban, y debía ser fuerte. No por mí, sino por ellos que aún viven en ese mugroso orfanato al que deben llamar hogar.
Los que dicen que la religión correcta es ser buena persona, estaban equivocados. Soy atea a pesar de haber vivido el infierno en carne propia. Los demonios vivían enjaulados entre los huesos y la carne, y a veces; los dejo escapar.
Holaaa espero que les haya gustado el primer capítulo. Arriba les deje una foto de Marco Romano. Decidí que los primeros cinco capítulos los subiré esta semana, supongo que uno cada día. Una maratón inicial jajaja.
Espero que estén todos bien dentro de esta pandemia, y si necesitan hablar con alguien sobre cualquier cosa pueden hacerlo conmigo. No están solos.
Cuando utilizo la cursiva, es porque es un fragmento de una canción. En este caso la canción sería "Me gusta" de Nicki Nicole. Una gran artista argentina.
Voten y comenten si les gusto.
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Infierno Eterno
Teen Fiction"El Infierno" es un apodo más para el polémico orfanato del cual Zara escapa para consagrar su plan de venganza, debe investigar la verdad que le costó la vida a un ser querido. Tendrá que revolucionarse contra el tirano gobernador del mundo oscuro...