Capitulo 9

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—El taxi ya está abajo.

Marco se había ofrecido a pasar a buscarme, pero me negué rotundamente, mientras más barreras de seguridad pusiera más a salvo estaría mi identidad. Estaba terminando de maquillarme, nada muy extravagante ya que aborrecía a las chicas que si les caía un balde de agua se le desvanecían hasta las cejas —en el instituto había muchas de esas— pero lo suficiente para que se marcara una diferencia entre la Francesca que Marco ya conocía y la mujer que ahora lo dejaría vulnerable.

—Te ves preciosa —me dijo Julia.

El vestido robado anteriormente le favorecía a mi contextura, acompañado de unos tacones que me agregaban los suficiente para que mis piernas se vieran largas como un taburete y una chaqueta negra oversized para causar asombro al momento de sacármela y exponer mi cuerpo de tal manera. El club al que íbamos era típico de personas de la alta sociedad, solo podían entrar mayores de 18 pero mi identificación de Francesca comprobaba que ese año cumpliría la mayoría de edad.
A pesar de que acostumbraba a ocupar ropa más desalineada y jamás me preocupé de ser fashion esta vez me sentía como la clase de chica que todos querían ser.

—Enséñales a esas niñas que es bailar de verdad.

En el gueto que veníamos eran comunes las fiestas, aunque no tuviéramos mucho que celebrar. Tal vez es porque bailar hasta que amaneciera era nuestra manera de olvidarnos por un rato de la mierda de nuestras vidas. Allá saber bailar era un requisito para ser mujer ya que podías obtener lo que quisieras y cuando quisieras con solo una canción. Por lo que ahora estaríamos batallando dentro de un territorio conocido, y debía aprovechar la ventaja.

Llegue a la disco y había una larga fila para entrar, en la puerta me esperaba Marco. El recurría frecuentemente a estos lugares, pero era más fan de pasar un buen rato que de quedar en el suelo de borracho o drogado a diferencia de Dante. Cuando Marco me vio pude ver un destello en sus ojos de claro deseo y eso es que aún no había visto lo que llevaba puesto, una pequeña sonrisa escapó de sus labios con un deje de emoción. Mi rostro estaba totalmente descubierto ya que llevaba una coleta alta y el cabello liso como naturalmente era antes que me hiciera la permanente, de esta manera se veía como un hilo dorado que llegaba hasta mi espalda. Con este peinado mis facciones se veían más claramente y era más fácil ser reconocida pero el maquillaje entorpecía un poco esa acción.

Me saludo con un beso en cada mejilla y me ofreció su brazo para que entráramos, estaba preparada para ponernos en la fila como todos los demás, pero había olvidado que tener dinero vale mucho más que lo que era justo, así que el guardia nos dejó pasar bajo el título de VIP a pesar qué tal cosa no existía. Ni siquiera tuve que mostrar mi falsa identificación, que desperdicio de ilegalidad.

El lugar tenía muchas luces parpadeantes pero aún así estaba lo suficientemente oscuro para crear un ambiente que te hacía sentir pecador. El lugar era pequeño y exclusivo, la pista de baile estaba llena. Todos frenéticos frotándose entre sí creyéndose dueños de la sensualidad. Sus cuerpos sudorosos y presos del deseo, todos queriendo parecer dueños del infierno.

Mientras caminaba comencé a observar a las niñas que bailaban y me sentí mujer con todas sus letras, a pesar de probablemente ser la más joven del lugar.

Llego el momento de sacarme la chaqueta y de alguna manera esto me hacía sentir desprotegida de los comentarios ajenos pero mi fachada de completa seguridad en mi misma reinaba en el ambiente. Dejé la chaqueta en un sillón rojo cerca de la barra y comencé a caminar lentamente a donde Marco se encontraba. Me miraba atónito como si fuera otra chica, estaba conociendo una faceta de mí que no sabía su existencia y el brillo de sus ojos oscuros debido a la falta de luz se intensificó aún más.

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