Suffer Little Children

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El cansado chico de cabello rubio observaba el techo de su habitación con la vista perdida, como si buscara una respuesta a sus plegarias, no obstante, nada parecía tener resultado. Se sentía confundido, destrozado y con la esperanza de que sus problemas se solucionarían por sí solos. Tenía la esperanza de que algún día, su corazón dejara de latir con fuerza cada vez que veía la silueta de Liam Gallagher frente a sus narices. Tenía la esperanza de que algún día sería capaz de resistirse a los labios del castaño. Tenía la esperanza de que algún día, dejaría de estar perdidamente enamorado de él.

"Debes dejar de encontrarte con él. Ya te dejó en claro que no le gustas y tú sigues pensando en él como el idiota que eres. Solo pareces un masoquista, Damon Albarn"

Las duras palabras de su entonces mejor amigo, que había dicho hace unas horas atrás, se repetían en su cabeza una y otra vez. Similar a la canción que tanto le gustaba, aquella canción que se titulaba Suffer Little Children de The Smiths.

Sabía que Liam tenía razón, pero no era su culpa. Uno no elije de quien enamorarse, en ese instante odiaba tanto su corazón al límite de no controlar sus torpes sentimientos.

Estiró su mano sobre su mesita de noche y tomó su teléfono inalámbrico, con los dedos temblorosos buscó entre su lista de contactos el causante de todo su sufrimiento. Soltó un suspiro, inseguro de lo que estaba apunto de hacer, presionó el botón. Como era de esperarse, Gallagher tardó en contestar. 

-No sueles llamarme tan temprano -dijo el castaño a través de la línea.

Un rápido y fuerte escalofrío recorrió la espalda del rubio al escuchar la voz del castaño. Esta era baja, ronca y podía asegurar que sus labios tenían una de esas sonrisas lascivas que lo hacían caer rendido ante sus pies.

-Necesito que hablemos, ¿podrías venir aquí un rato? -dijo con algo de temor. Por un momento, se sorprendió que su voz no revelase lo nervioso que estaba.

-Claro, ahora estoy desocupado -dijo, el rubio frunció el entrecejo confundido.

El castaño finalizó la llamada sin siquiera despedirse de él, no estaba de ánimo como para hacerlo. El rubio se dirigió hacia el living y recogió toda la basura que había alrededor por si Liam se dignaba a venir. Bolsas vacías de snacks, algunas latas de cerveza y jeringas de heroína dispersas por toda la habitación. A pesar de que no tenía planeado acostarse con Liam, no soportaba ver tanto desorden en su posada. Si Hazel, su madre, hubiera estado presente, ya le hubiera dado un par de golpes en la cabeza por la vergüenza de hijo.

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El castaño se apartó poniendo ambas manos en su pecho cuando Damon tuvo la intención de besarlo apenas puso un pie en su departamento. Sabía que con ese simple roce de sus labios, el menor no podría controlarse ante sus encantos. Y si Damon no quería apartarse de él, todo terminaría en otro de sus muchos encuentros.

-Ya veo, te haces el difícil -soltó el mayor con cierta decepción mientras metía sus manos en sus bolsillos-. ¿Qué es esto? ¿Una especie de nuevo fetiche?

-No.

-Porque si te soy sincero, me agrada la idea de tener que convencerte para tener un buen polvo -mordió su labio inferior y dio unos pasos hacia Liam, el menor retrocedió.

-¿Para qué me pediste que viniera?

-Para que hablemos.

-Suponí que perdería mi tiempo viniendo a este lugar.

-No te vayas, quédate conmigo.

-¿Para qué? ¿No te es suficiente con tu estúpida heroína? Yonki de mierda -dijo con enojo.

Cigarettes and Alcohol (Diam)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora