23. Agosto, 2025 (2)

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Habían pasado dos días. Dos días en los que pareció que Anaju y yo volvíamos a ser los de antes. Los del principio. Los de antes de la clase de las panteras. Éramos amigos y sólo amigos, aunque nos moríamos de ganas por comernos a besos, pero antes de que eso pasase necesitaba contarle todo lo que me había sucedido en los últimos tres años.

- Tienes un momento para mí? Quiero hablar contigo, a solas - dije mientras la abrazaba por la espalda interrumpiendo su conversación con Mai y Eva.

- Uy uy uy que vuelve la parejita de moda - dijo Eva en tono burlón.

- No es lo que pensáis - espeté mientras miraba desafiante a Eva.

- No? Y que es Huguito? - preguntó vacilona Anaju.

- Pues si vienes conmigo, por favor, lo sabrás - dije mientras estiraba del brazo de Anaju.

- Si le pones tantas ganas, vengo - añadió mientras se levantaba del sillón.

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- Qué pesada la Eva tío - me queje, interrumpiendo el silencio que se había creado, mientras nos sentábamos en un pequeño banco del jardín.

- Quién te ha visto y quién te ve eh, Huguito - reímos recordando mi pasado con Eva.

- De verdad que no sé que le vi, pero bueno ese no es el tema.

- Me lo imaginaba. Cuál es el tema? - preguntó mientras se acomodaba en el banco, intuyendo que la conversación iba para largo.

- Hablar es el tema. Hablar de todo lo que calle, creo que te mereces saber porque poco a poco fui desconectando del mundo. Tu quisiste ayudarme y yo no te deje...

- Te interrumpo o vas del tirón?

- Voy del tirón, bueno si tienes alguna pregunta puedes interrumpir pero voy del tirón.

- Vale, te escucho.

- Bueno, pues a ver como empiezo... Yo digamos que era una bomba y hubo alguien que prendió la mecha... Empecé a creer que no era bueno para ti y no solo para ti, para todo el mundo. Empecé a sentirme inferior, que no estaba a tu altura. Empecé a perder la confianza en mi mismo. Llegué a pensar que no me querías, que solo estabas conmigo por pena, porque sabías que te necesitaba, porque sabías que yo sin ti me hundía todavía más. Y ahí es cuando empecé a alejarme de ti, mi orgullo no me permetia pensar que estabas conmigo por pena, pero a la vez te necesitaba porque sólo contigo conseguía no estar mal. No estar mal, porque en realidad nunca llegaba a estar bien, pero al menos a tu lado no estaba mal. Supongo que el alcohol lo empeoró todo...

- Por que no me dejabas ayudarte?

- No entendía porque querías ayudarme. Te hablo en serio cuando digo que pensaba que seguías conmigo por pena. Por eso te aparte, no quería que te hundieras conmigo sólo porque te daba pena. Pero no te lo tomes a personal, creo que nunca lo hiciste. Porqué al final aparté a todo el mundo. No quería volver a sentir. Quería estar solo conmigo.

- Por qué? Quién prendió la mecha?

- Podría haber sido cualquiera, de verdad. No quiero, no quiero que lo sepas. El problema fue mío, no de esa persona. El problema es que yo me lo creí, yo me grabé a fuego lo que dijo esa persona. Me fui a la mierda porque quise, no por lo que dijera esa persona. Deje que me afectara. Hubiese pasado tarde o temprano, porque el problema fui yo. - La quería proteger con esas palabras, no quería que se llevara una desilusión con su mejor amigo.

- Cuando te diste cuenta que estabas mal?

- En el fondo siempre lo supe. De lo que me di cuenta, o quizás no me di cuenta, sino que lo acepte, es que necesitaba ayuda. Y eso lo empecé a aceptarlo el mismo día en que te fuiste. Después de ir a Sudamérica volví a Córdoba, se lo conté por encima a mi madre y me mandó directo al psicólogo. Me costó mucho abrirme a mi madre, porque mi primer problema era el miedo a expresarme. Supongo que se dio cuenta y no quiso forzarme y me mandó al psicólogo. Ahí primero deje atrás el miedo a hablar y luego lo solté todo, me quité un peso tan grande de encima - hacía rato que las lágrimas ensuciaban mi cara.

- Ven, acércate - me acerqué y me abrazó, como una madre abraza a su hijo. Era un abrazo protector, quería protegerme del mundo, de esos demonios que un día atormentaron mi cabeza. Me recosté en su pecho. Nos quedamos un rato en silencio viendo el atardecer mientras ella acariciaba mis cara. Poco a poco me quede dormido en su pecho y ella también acabó dormida en el banco.

Soy yoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora