El sepulcral sonido se instauró en el comedor cuando el golpe fue directo a mí. Todos callaron, nadie dijo nada por al menos unos segundos, pero como de esperarse, mi padre fue quien dió la primera palabra, el primer grito y el detonante de toda esta historia.
- ¡Niña tonta! ¡¿A caso no estás viendo lo que haces?!- dijo, enojado por haber derramado un poco de agua de limón en su plato de comida mientras era humillada y criticada por los demás integrantes. Se paró de la mesa casi al instante que gritó y soltó el golpe, mi madre y hermano mayor quedaron en silencio, sus burlas y críticas cesaron, pero el dolor seguía ahí.
En cuanto mi hermano más cercano reaccionó, empezó a negar con enojo, el parecía haber sido la única persona que me tuvo un poco de empatía, mientras que yo solo seguía parada ahí, aguantando la lágrimas que amenazaban con salir aún con un vaso de vidrio en una temblorosa mano llena de rabia.
- ¡¿Porque le pegas? ¿A caso te hizo algo?!- alegó enojado y serio, harta del escándalo y los gritos, aventé el vaso con todas mis fuerzas. Eso consiguió un poco de silencio, pero al mismo tiempo también otro golpe.
La amargura ardía por mi garganta, y la impotencia amenazaba con crear un nudo en ella. Reí intentando aliviar el nudo, aunque eso al menos consiguió el silencio de mi padre, quien a penas había parecido captar lo que había hecho.
- ¿Esto te satisface? ¿Esto calma tu furia?-
Aquello salió de mi boca con una voz baja y temblorosa, sin ánimos de gritar. El silencio aún reinaba incómodo, sin embargo, lo rompí con mis palabras, llenas de amargura, rabia y decepción.-Tu... Se supone que eres una madre, mi madre. Se supone que estás para apoyarme, no para hundirme ¿Verdad?- una sonrisa se formó en mi rostro con facilidad, casi como si fuera un mecanismo de defensa. Ella me miró con una expresión preocupada, pero aquella mueca había llegado tarde, muy tarde.
-Parece que la única persona en esta casa que tiene un poco de racionalidad es Naum- dije, hice una pausa, tragué saliva y seguí- así que, como única persona que verdaderamente parece mi familia aquí, solo tú sabrás de mí. Tal vez vuelva hoy, tal vez no. Por favor no me busques, solo espera mi mensaje bien- la sonrisa se dibujó nuevamente en mi rostro, y al fin la primera lágrima salió.
Con aquello dicho, fui a por algunas cosas en mi cuarto. Las eché rápidamente en una mochila y sin pensarlo mucho, solo me dirigí a la puerta.
- ¿A dónde vas?- preguntó mi madre. Reí levemente. Esto debía ser una jodida broma.
-A desquitarme con cosas materiales, porque golpearlos es un delito. Hasta luego, señores- solté sin mirar atrás, corriendo al momento de salir, con la intención de que no me alcanzaran.
Cuando llegué a la parada de camiones, uno venía justo a tiempo para tomarlo. Los pasos de mi padre se escuchaban un poco lejos de mí, y para mí fortuna, cuando el llegó, el camión arrancó, dejándolo atrás.
Tras un largo recorrido, logré llegar a mi destino, en el transcurso me llegaron muchas llamadas, varias de mis progenitores y de mi hermano mayor, todas las ignoré exceptuando las de mi hermano, a quien aún consideraba como tal. Preguntó preocupado sobre mí, yo solo respondí un simple "Estoy bien, luego te llamo" y colgué. Después de todo, llegué a la casa "abandonada" donde solía pasar mis ataques y hablar con mi compañero, el cual había muerto hace tiempo.
Una vez ahí, me senté en la silla que quedaba entre tantos muebles, puse mi mochila en un lugar seguro junto a mi celular y billetera, un vez protegido todo, dejé salir todo lo que había contenido. Mis manos comenzaron a hacerse puños y temblar con rabia, mis pies se tensaron y mi vista se nubló, después de eso, no fui consiente de todo lo que hacía, solo sabía que lo hacía pero no pensaba en nada más, no asimilaba el dolor o la sangre que brotaba de mis nudillos, no sabía lo que estaba haciendo.
Después de varios golpes y desgarros, volví a ser consciente de lo que hacía, la vista que se había nublado con ira, poco a poco se había aclarado, dejándome ver que mi respiración estaba agitada, mis nudillos ardían y dejaban caer el característico líquido rojo, mis manos estaban llenas de polvo y sangre combinados, había algunos raspones en mis piernas e incluso mis codos, mi pelo alborotado y mis brazos estaban doliendo. Me paré del suelo sucio con lentitud, mirando al rededor todo el destrozo que provoque, aunque, no me importó mucho; después de todo, el propósito del piso de abajo era destruirlo para que la casa pareciera vacía y abandonada sin cosas de valor, aquello lo había decidido mi casi hermano, quién sabía más cosas de mí que mi propia familia.
Fui a por mi mochila y empecé a curarme dentro del cuarto donde lo había dejado todo; después de haberme curado y vendado las heridas fui a la parte tracera, abrí la puerta cerrada con cadenas y candado, para después dar al patio tracero, y a las escaleras que conducían al segundo piso. Una vez ahí, quité el plástico de la cama que se hallaba ahí para este tipo de ovaciones en donde regresaba aquí y quedaba tan exahusta como para subier al segundo piso a descansar. Cuando estuve ahí, cerré la puerta de la habitación con llave y finalmente me recosté en la habitación sin tener que preocuparme, conecté mi celular a la corriente -robada del vecino-, lo dejé que se cargara, me aseguré de que no hubiera insectos peligrosos rondando por ahí y finalmente me relajé en mi cama intentado dormir mientras pensaba en todo aquello que había pasado hoy.
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Ti odio, Mi manchi, Sconosciuto
RandomTras una pelea de familia, una chica vuelve a su hogar, trayendo consigo eventos afortunados y desafortunados, dando color a su propia vida. ¿Qué pasará cuando esta chica se reencuentre con su amigo quien creía había muerto? capítulos cortitos actua...