VII - Desenlace

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El día treinta de septiembre, Marta me llamó.

            -¿Hoy se cierra el concurso verdad? ¿Qué tal te fue con el viaje?

            -No tengo muchas ganas de hablar.

            -Estoy en la puerta de tu casa, por si acaso no tenías ganas de hablar. Tu casero me dijo que habías vuelto y que estabas algo taciturno. ¿Ves lo malo que tiene el que hayas dejado a alguien como yo como contacto?

            Efectivamente. Oí el sonido del timbre.

            Marta llevaba hoy un sombrero diferente. Estaba radiante. Me saludó con su encanto natural, cogió dos cervezas de mi nevera y se tiró en mi sofá.

            -Pon a Bill Evans, que hablas mucho mejor cuando tienes cerveza y Jazz.

            Puse el disco en el equipo y agradecí a todos los dioses el tener una amiga como Marta.

            Intenté hacerle un resumen rápido. Un resumen rápido de una historia que no estaba hecha para ser resumida. Al terminar, se sentó  a mi lado, y me abrazó.

            -¿Sabes? Mi novio actual trabaja en la empresa que celebra el concurso. ¿Quieres que le pregunte si aún puedes…?

            Mi mente hilvanó una idea.

            -No. Pero hazme un favor. Pregúntale si alguien con el nombre de Julia González ha presentado algo. ¿Puedes llamarlo ahora?

            Ella se contrarió. Pero me hizo caso.

            -Sí, cielo, sí, Julia González… ¿Nada? Ah, vaya.

            Cuando Marta colgó el móvil. Yo ya tenía todo planeado. No sé por qué, pero me pareció una buena idea.

           Dos meses más tarde. Salieron los resultados del concurso. Julia se llevó el primer premio. Yo estaba trabajando cuando el cartero dejó una carta a nombre de Julia en el buzón.

            Al llegar a casa, la leí. Lloré un poco pensando en ella. La volví a leer. La encerré en un cajón con llave encima de las otras. Y luego, la olvidé.

            Julia me agradecía muchas cosas en esa carta. Me daba las gracias por haberla ayudado con la oportunidad que tanto había soñado. Me comentaba que había empezado a andar. Me decía que nadie había sido tan bueno como yo lo había sido con ella. Me pedía perdón y me decía que vendría a verme cuando estuviera mejor.

            Como ya dije antes. El uno de septiembre fue la última vez que vi a la chica con el pelo más rubio y los ojos más verdes. Bueno, miento. La vi un par de veces en televisión. Algunas veces la entrevistaban para que opinara sobre el impacto de su nueva novela. No llevaba silla de ruedas.

            Yo por aquel entonces, no vivía en el mismo lugar. Si Julia me había seguido mandando cartas, lo ignoro totalmente. Quizás el casero aún me las guardaba o las tiraba a la basura. Quizás Julia no me mandaba cartas. Sólo sé que yo era muy diferente. Aún leía, pero no leía los mismos libros y por supuesto, no había vuelto a escribir.

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⏰ Última actualización: Dec 12, 2014 ⏰

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