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La noche de la cena llegó...

Llegué del trabajo con el tiempo justo para bañarme y cambiarme. Heriberto aun no llegaba pero eso no me preocupaba.

Salí de la ducha y me coloqué un vestido color negro, al cuerpo. Me quedaba por encima de la rodilla, así que se podían apreciar mis piernas, y unos zapatos negros de tacón para estilizar. Me puse unos aros dorados y el collar que Heriberto me regaló para mi cumpleaños, aun lo recuerdo como si hubiera sido ayer...

-Feliz cumpleaños, mi amor-Se había quedado a dormir conmigo. Se sentía tan bien estar entre sus brazos.

-Gracias mi vida, aunque ya me lo repetiste mil veces anoche-Besó mis labios cortamente.

-Te amo, Victoria-Sonreí y volví a darle un beso corto antes de escaparme de Él para entrar al baño.

Cuando salí encontré el cuarto vacio y una sensación de abandono invadió mi pecho. Me cambié y bajé las escaleras para encontrarme con Fer, Cruz y Victoria sentados en los sillones.

-Feliz cumpleaños, mamá-Me abraza y siento como mi alma se cura un poquito. Mi chiquita...

-Gracias, mi vida.

-Feliz cumpleaños, señora Victoria-Me extiende un ramo de rosas.

-Muchas gracias, Cruz. Eres un sol-Le sonrío y lo abrazo.

-Feliz cumpleaños, abuela-La pequeña Victoria se acerca y se tira en mis brazos tímidamente. Dios, no hay sensación más hermosa que la de ser abuela, luego de haber criado a mis hijos.

-Gracias, mi pequeña-Beso su cabeza antes de bajarla de mis brazos.

-El desayuno está listo-Informa Heriberto saliendo de la cocina-Feliz cumpleaños.

-Gracias mi vida por vez número setenta y seis y por preparar algo para que comamos-Se acerca a darme un corto beso-¿Pasamos al comedor?

Todos asintieron y se sentaron a desayunar juntos.

-¿A la noche vendrán Max y María a cenar?-Me pregunta Fer.

-Sí, y Antonieta con Oscar, y también vendrán Juan Pablo y Pipino-Informo.

-Que bueno, mamá.

Al finalizar el desayuno, Fer me comenta que se irá y que los tres regresaran a la noche. Los despedimos a todos y nuevamente quedamos solos.

-¿Te irás a trabajar?-Me pregunta rodeándome la cintura con sus manos y arrinconándome contra la pared.

-No tenía pensado hacerlo, ¿Y tú, mi amor?

-Planeo quedarme todo el día con mi mujer-Beso mis labios, mi mejilla y continuo bajando hasta mi cuello-Te tengo un regalo.

-¿Cuál?

-Cierra los ojos y date vuelta-Hago lo que Él me dice-Agárrate el pelo-Siento como algo frio entra en contacto con mi piel-Ya está.

Miro la medalla y es un corazón atravesado por un infinito.

-Símbolo de amor eterno-Me dice y levanto mi cara para besarlo suavemente.

-Muchas gracias, mi amor.

-Te amo, Victoria.

-Te amo, Heriberto-La primera vez que se lo decía, pero no pude evitarlo. Ya no podía seguir callando lo que mi corazón gritaba.

Triunfo del amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora