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Subí las escaleras molesta, me quité los zapatos y los arrojé a cualquier parte de la habitación. Él sube detrás mío...

-Victoria...-Me siento en la punta de la cama y comienzo a desabrocharme los botones de la camisa-¿Podemos hablar?

-No-Digo seria.

-¿Me puedes explicar que es lo que tienes ahora? No quisiste hablarme desde que volvimos de la cena.

-¿Te parece poco lo que me hiciste?

-¿Qué te hice, mujer?-Lo miro enojada y él me mira tranquilo. Dios, me desespera.

-Me llevaste a esa cena donde estaba la estúpida de tu amiga, que claramente quiere algo contigo, ¿O ME VAS A DECIR QUE NO TE DISTE CUENTA?-Le grito y me encierro en el baño. Estoy molesta, muy molesta.

-Victoria-Dice serio mientras golpea la puerta-No tienes porque reaccionar así. ¿No te he demostrado que a la que amo es a ti? ¿No es contigo con quien me quiero casar?

-Vete, Heriberto. Por favor, déjame sola-Lo oigo suspirar mientras se alejaba y lo próximo que escucho es la puerta cerrarse.

Salgo del cuarto de baño, estoy sola. Termino de desvestirme y me acuesto en la cama, que ahora se siente muy grande. Cierro los ojos y doy vueltas en la cama hasta que me duermo, por primera vez en mucho tiempo, sin él, sin su calor. Creo que es eso lo que le hizo falta para dormir tranquila...

Me despierto al día siguiente y bajo a desayunar sintiendo el peso de la soledad. Sé que tal vez exageré un poco pero me da miedo volver a pasar lo que pasé con Osvaldo...

Agarro mi teléfono y lo llamo, necesito disculparme, necesito tragarme el orgullo, aunque sé que él entiende que eso es difícil para mí. Su celular me manda directo al buzón, seguro se habrá quedado sin batería. ¿Dónde pasó la noche?

Voy a trabajar a Casa Victoria preocupada, ¿Y si lo pierdo? ¿Y si no quiere volver a verme? ¿Y si le pasó algo? ¿Y si está con otra mujer? No, no, no, eso es imposible, aunque me muera de celos, sé que él no es capaz de engañarme.

Alrededor del mediodía, vuelvo a llamarlo y vuelve a mandarme al buzón. Crece dentro mío la duda de que algo grave le pudo haber pasado... Tengo que ir a buscarlo.

Aviso en el trabajo y me voy hacía el hospital a buscarlo. Pregunto por él a enfermeras y recepcionistas y todas me dan la misma respuesta.

-No, señora, no lo vi. Parece que no vino a trabajar.

Él siempre es muy responsable, los nervios crecen dentro de mí. ¿Dónde puede estar?
Manejo hasta la casa, tal vez regresó...

-¿Heriberto?-Grito pero no recibo respuesta. Ya me desespera no saber nada de Él. Subo a nuestro cuarto y vuelvo a llamarlo pero nadie contesta. No está aquí...

Bajo la escalera con pesadez y suspiro. ¿Dónde lo voy a buscar? ¿Cómo lo voy a encontrar?

Oigo un ruido en el cuarto de invitados, el que está en la planta de abajo, y el alma vuelve a mi cuerpo. ¿Pasó la noche ahí?

Entro al cuarto sin golpear y ahí está parado, al parecer, recién salido del baño. Me mira fijamente, preocupado por mi forma abrupta de entrar. Si supiera que estuve asustada toda la mañana por su culpa... Esto me deja saber que lo amo, más de lo que quería admitir.

-¿Pasó algo, Victoria?-No le contesto. Me acerco a él y lo beso.

-¿Cómo se te ocurre hacerme esto?-Le grito mientras me separo de él-¿Tienes una idea lo preocupada que estaba? ¿Sabes como me pasé toda la mañana? No me atendías el teléfono ni fuiste a trabajar, PENSÉ QUE ALGO TE HABÍA PASADO.

Triunfo del amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora