Capítulo 3: Deprimido

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Continuación...

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Bajamos del auto, caminamos hasta la entrada y entramos a la gran casa de Butch. Por si se dieron cuenta, Butch era de una sociedad con más dinero. A nosotros no nos faltaba nada, pero comparados con los Him, ellos estaban en las diez personas con más dinero en Townsville.

— Sube.— hice caso y fui hacia las escaleras con él siguiéndome, pero antes de que podamos seguir, su padre salió de la cocina.

— ¿Hijo?— me detuve sintiendo curiosidad a qué iba a decir— Yo me preguntaba si...— al verme se quedó callado— Oh, veo que traes a alguien. Qué grande estás Buttercup.— me sonrió y le devolví la sonrisa, una no tan sincera.

— Vamos a estar arriba.— le avisó Butch, empujándome para que suba— Mierda.— murmuró al cerrar de golpe la puerta detrás de el— ¡Ni siquiera puedo mirarlo!— tomó su cabello entre sus manos y tironeo. Sin dejarlo seguir lo detuve agarrando sus manos.

— Tranquilo...— le susurré acariciando su mano con mi pulgar. No sé contuvo y me abrazó, yo le correspondí.

— Voy a traerte ropa...— se separó para salir de la habitación.



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Entré a la habitación de mi madre soltando un suspiro, como la extraño...

De su armario saqué un jean clásico, para luego salir y cerra la puerta otra vez con pestillo, así bajé las escaleras colgando el jean en mi hombro.

— Hijo.— escuché que me llamó a mis espaldas— ¿Ya no vas a hablarme?— me encogí de hombros tomando un botella de agua de la heladera.— Esa chica... ¿te gusta?— preguntó de repente y me volteé.

— No es asunto tuyo.— fruncí el ceño—  Además, es mi amiga desde niños.— cerré la puerta de la heladera, y, sin querer seguir escuchándolo, caminé escaleras arriba.

— ¡Butch!— volvió a llamarme justo antes de que vuelva a cerrar la puerta de mi habitación. Bellota pegó un salto del susto.

— Lo siento,— me disculpé—  ¿qué hacías?— fui curioso mientras me acercaba a ella.

— Veía tus fotos...— murmuró tocando con sus dedos un marco en específico. En él, salía yo con mi madre.

— Traje tu ropa.— le entregué el jean para no hablar de eso— y agua.

— Gracias...— susurró y le dio un largo trago.

— Puedes darte una ducha.— le señalé el baño.

— No es la primera vez que vengo.— dejó la botella sobre el armario y riendo caminó al baño.

Suspiré acercándome al mueble, donde antes estaba ella, y tomé la foto. Ya habían pasado dos años y lo sabía, pero nunca iba a poder superarlo. Dejé la foto como estaba para sacarme la camiseta y soltarla sonbre la cama, me tiré en esta boca arriba en lo que esperaba que Bellota salga.
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— Oye...— volteé a mirarla— ¿Me prestas una camiseta?— saqué una de mi armario para dársela y ella se acercó para aceptarla— ¿Te sucede algo?— se la puso y me miró con duda.

𝔄𝔪𝔦𝔤𝔬𝔰 𝔠𝔬𝔫 𝔡𝔢𝔯𝔢𝔠𝔥𝔬𝔰 +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora