Capítulo 8: Confesión

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— Entonces...— habla inquieto rompiendo el silencio— ¿Qué querías decirme?

— Yo...— me quedo sin habla, y es que era realmente difícil para mí decirle sin saber cómo va a reaccionar— Hace un tiempo, hace bastante tiempo yo...

— ¿Tu...?— me alienta a seguir con un movimiento de manos.

— Yo te quiero, lo hago demasiado.

— ¿Era eso?— sonríe divertido— Yo también te quiero Buttercup.— ríe e intenta abrazarme pero me aparto.

— No.— cierro los ojos con fuerza y los vuelvo a abrir— No lo entiendes. No te quiero de esa forma, no te quiero como tú a mí.— intento explicar pero no encuentro las palabras.

— ¿Qué dices?— su semblante se vuelve angustiado, con cierto desagrado al escucharme.

— Butch,— suspiro frustrada— esto es muy difícil.

— También lo es escucharlo.— noto... ¿decepción en su cara?

— Porque te quiero, pero de otra forma.— quiero que lo entienda, pero no lo hace.

— Te quiero como a una hermana.

— ¡Ese es el problema!— exclamo levantándome de la banca.

— No entiendo... ¿no me quieres?

— ¡Butch, me gustas!

— Tú también me gustas.— replica.

— No. Tú me gustas de gustar, no tu físico, tu cuerpo.— vuelvo a suspirar— Me gusta tu actitud, tu forma de ser, cómo eres conmigo, tu lado cariñoso como el enojón. Me gustas con tu egocentrismo, el Butch salvaje y suave, el gracioso, el divertido sin miedo a nada, el provocativo, aventurero, sin filtro, tímido en pocas ocasiones, sobreprotector, celoso, el imbécil que me hace enojar. No terminaría en decir las cosas que me gustan de ti, pero quiero ser exacta al decirte lo que siento. Que lo entiendas.— muerdo mi labio nerviosa y avergonzada. Tu te mantienes sorprendido con la boca abierta, mientras yo espero tu respuesta.

Pero, en vez de eso, te levantas sin decir palabra alguna y siento que mi corazón quiere salir de mi pecho lastimandolo en el acto.

— Butch...— murmuro mientras se forma un nudo en mi garganta, manteniendo las lágrimas dentro de mis ojos.

— No sé qué decirte, Buttercup.— sueltas. Un pequeña parte de mi tenía la esperanza de que me iba a decir que sentía lo mismo, pero en ese momento supe que la mayor parte tenía razón.

— "Buttercup, no siento lo mismo"— respondo por él y me siento estúpida.

— Lo siento...— antes de que comenzara a llorar como la idiota que era, agarro mi mochila del suelo y la cuelgo en mi hombro dispuesta a caminar a mi casa.— Te llevo.

— Prefiero... estar sola.— finjo una sonrisa, claramente no honesta, y comienzo a caminar, sin prestar atención al camino.



Extrañamente en nuestro salón no está nuestro borrador, por lo que el profesor me llama de entre todos los alumnos.

— Matsubara.— me mira autoritariamente— Ve a pedir un borrador a otro curso, por favor.— pide.

Asiento obediente. Pero lo que me hace insultarlo en mil idiomas diferentes en mi cabeza, es que ni siquiera estaba usando el pizarrón, simplemente explicaba y este, estaba vacío, sin una mancha de tinta. No quise armar un escándalo por esa idiotez, así que me limité a cumplir la orden.

𝔄𝔪𝔦𝔤𝔬𝔰 𝔠𝔬𝔫 𝔡𝔢𝔯𝔢𝔠𝔥𝔬𝔰 +18Donde viven las historias. Descúbrelo ahora